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CORTADERAS

Caso Alejandro Ochoa: “No queremos que se olviden. Sin justicia no hay paz”

Familiares y amigos del trabajador de Cortaderas que asesinaron hace poco más de un mes, alzaron otra vez la voz para que haya avances en la causa y para que la pandemia no sea más una excusa.

Este fin de semana sus familiares y amigos salieron a poner carteles.

por Catalina Ysaguirre

elchorrillero.com

Actualizada: 10/05/2021 15:36

El 2 de mayo se cumplió un mes del momento más difícil para los Ochoa, en la localidad de Cortaderas, en el medio de la Sierra de los Comechingones. Era Viernes Santo y el cuerpo de Alejandro aparecía mutilado.

Este fin de semana, a muy pocos metros del campo donde habrían asesinado a “Bebo”, sus familiares y amigos salieron a poner carteles. Justo en el lector de patentes, casi en el ingreso al pueblo donde nada volverá a ser lo mismo. En el mismo sector que muchos días fue escenario de movilizaciones.

Son 39 días que todos esperan “noticias”, pero ya no quieren estar más con los brazos cruzados aguardando en sus casas. Nadie sabe por qué de un momento para el otro, a Alejandro Ochoa lo secuestraron de la casa humilde que habitaba en la zona rural para después torturarlo hasta la muerte. Se lo llevaron para siempre.

“Para que se vea que no estamos tranquilos, para que se sepa qué fue lo que pasó”, dijo Ivana Ochoa, para explicar por qué decidieron colocar la imagen de su hermano, a un costado de la Ruta 1. Para que todos lo vean y el caso no quede en el olvide; para que encuentre a los responsables.

“No sabemos en qué se avanzó, sabemos que están trabajando porque eso nos dice el abogado (Iván Coria). Que se peritaron los celulares y otras medidas, pero cuáles son los resultados hasta ahora no se conocen”, indicó la mujer en diálogo con El Chorrillero.

La familia desconoce cuáles son las hipótesis que investiga la jueza Patricia Besso. No hay detenidos. Se sabe que la pandemia (por algunos casos de coronavirus) habría frenado el curso de las pesquisas. Por ahora tampoco se difundió información oficial.

“Esperaremos esta semana, porque alguna noticia tiene que haber. Y si no nos organizaremos para hacer nuevas marchas o lo que sea. No puede quedar así”, anticipó la hermana de la víctima.

“Sin justicia no hay paz, somos la voz de Ale”, dice el cartel que aferraron en los árboles. Insistieron en que seguirán luchando hasta que se conozca la verdad y apuntaron a una justicia demorada: “Siempre serás uno de nosotros, mantendremos viva tu memoria y exigiremos justicia”.

“La justicia demorada es justicia denegada”, acusaron.

Ivana contó que la familia no ha podido “reconstruir sus días”, porque desde hace 39 días se vive con tristeza, con una angustia que no se consuela. “Seguimos como podemos, esto es muy difícil. Muchas veces no lo podemos creer, y cuando poníamos los carteles nos preguntábamos por qué tenemos que salir a colocar carteles para que se haga justicia”.

Los interrogantes se respiran en Cortaderas. A Ochoa lo mataron con saña. Primero lo privaron de la libertad, y después le fueron quitando la vida de a poquito. La autopsia confirmó que murió de asfixia y desangrado. Le hicieron un corte en la garganta que hasta le comprometió la tráquea. Lo dejaron tirado en una propiedad donde había una obra en construcción, con la cabeza tapada y maniatado.

Hasta hoy no está claro por qué a su cuerpo lo hallaron seis días después de haber desaparecido, en un lugar donde muchos testigos dijeron que “había sido rastrillado”.

El lector de patente, sobre la Ruta 1. Muy cerca de allí encontraron muerto a Alejandro Ochoa.

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