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Diez años del movimiento de los indignados en España, una nueva forma de protesta que resonó

Hace diez años, llenaron plazas en España, protestando contra la crisis, el desempleo y la corrupción. Estaban indignados, y así se dieron a conocer estos manifestantes, que alumbraron una nueva forma de protesta que prendió incluso en Nueva York.

Las decenas de miles de manifestantes que, día y noche, imaginaban un mundo mejor, causaron fascinación.
Actualizada: 13/05/2021 10:50
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En mayo de 2011, la Puerta del Sol, corazón de Madrid, captó la atención de las cámaras del mundo entero.

Las decenas de miles de manifestantes que, día y noche, imaginaban un mundo mejor, causaron fascinación. Jubilados, estudiantes, desempleados o asalariados acamparon durante semanas en tiendas de campaña o durmiendo sobre cartones.

“Sin la crisis [financiera] de 2008, no hubiera existido” este movimiento, explica Pablo Gallego, miembro de la plataforma Democracia Real Ya, que estuvo en el origen del 15M, como es mejor conocido en España, por el día en que irrumpió en escena.

Ese 15 de mayo, las plazas de varias ciudades de España se llenaron de personas que respondieron a los llamados en redes sociales, una herramienta que “que nos permitía conectar las quejas individuales de cada uno”, explica Klaudia Álvarez, autora junto a Pablo Gallego de “Nosotros, los indignados”.

Alejado de sindicatos o partidos políticos, el movimiento se organizó con un modelo horizontal, sin un líder identificado.

Sus reivindicaciones eran heterogéneas, y con tendencia al idealismo, denunciando los excesos del capitalismo, la precariedad, el sistema electoral que favorecía a los grandes partidos… Un amplio abanico que atrajo críticas sobre una cierta confusión ideológica.

“Era apartidista, asindical, pero muy político”, señala Pablo Gallego sobre el movimiento, al que recuerda “con mucho cariño” por haber sido “muy romántico”, integrado por personas “que no eran militantes”.

Hartazgo

“No nos representan” y “Que se vayan” gritaban sus integrantes, mientras impedían desahucios de familias endeudadas, mostrando su hartazgo frente a la crisis y la austeridad impuesta por la troika (UE, FMI y BCE) en un país asolado por un desempleo récord que luego afectó a casi la mitad de los menores de 25 años.

Se coordinaban en las redes sociales: una campaña lanzada “a la misma hora y con los mismos mensajes” en un centenar de perfiles de Twitter creaba un “trending topic” y captaba la atención de los medios, recuerda Francisco Jurado, antiguo indignado en Sevilla y jurista de 38 años.

Óscar Rivas, indignado de 48 años de la Puerta del Sol, rememora como en esta plaza, convertida en símbolo de la protesta, se inventó un nuevo modo de comunicación para tratar de acortar las interminables asambleas: manos en el aire, a favor; manos dando vueltas, el orador se repite; brazos cruzados, en desacuerdo.

Sorprendido por este movimiento con amplio apoyo popular, el gobierno socialista de la época no ordenó el desalojo. La #SpanishRevolution se intensificó y surgieron otros campamentos.

Herencia

A mediados de junio, los indignados se retiraron pero prometiendo seguir presentes. Esta protesta se contagiaría en Francia, en Grecia y hasta en Nueva York, con el movimiento “Occupy Wall Street” en septiembre de 2011.

Tres años más tarde, Podemos, un nuevo partido de izquierda radical, catalizó una parte de sus aspiraciones, si bien un buen número de indignados rechazan que sea su único heredero.

Creado por profesores universitarios, Podemos ascendió rápidamente hasta convertirse en tercera fuerza política del país, haciendo saltar por los aires el bipartidismo socialistas/conservadores hegemónico durante décadas en España.

Su líder hasta hace unos días, Pablo Iglesias, él mismo parte de los indignados, ocupó una de las vicepresidencias del gobierno español entre enero de 2020 y marzo de 2021.

Los indignados “fueron apadrinados por prácticamente todos los partidos en España”, explica Pablo Simón, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid, para quien el movimiento nace “de ese desencanto que había con la política tradicional”.

A su juicio, fue “un fenómeno que politizó a toda una generación de españoles, sobre todo los nacidos a partir de los años 1980”.

Diez años después, ¿se apagó la indignación? Si bien Pablo Iglesias acaba de anunciar su retiro de la vida política tras una derrota electoral, los rebeldes de la Puerta del Sol creen haber sentado las bases de la lucha contra el cambio climático o las gigantescas manifestaciones feministas. (24matins)

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