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COLAPSO

Abandono, muerte y un personal extenuado: una realidad que se vive en el Hospital San Luis

La falta de recursos humanos es el principal flagelo que viven los contagiados de coronavirus. Como consecuencia, están solos, sin la atención necesaria y a la deriva. Los médicos y enfermeros hacen hasta lo imposible por poder asistir a todos los internados, pero no lo consiguen. El fallecimiento llega en medio de la soledad más dura y sin consuelo.

Foto Marcos Verdullo

por Antonella Camargo

elchorrillero.com

Actualizada: 19/05/2021 23:48

El colapso sanitario es la segunda lucha que deben enfrentar los pacientes que contraen coronavirus y requieren internación en San Luis. Pasan días dentro del Policlínico sin saber si volverán a ver a sus seres queridos. Tienen que pelear por su vida, y enfrentar la desidia, soledad y demoras en la atención.

La falta de recursos humanos en la salud pública es una realidad que vienen visibilizando los gremios del sector. La falta de acciones del Gobierno ante esta demanda quedó al desnudo de la mano del crecimiento de los contagios.

Muchos son los testimonios que dan a conocer los sanluiseños que vencieron el virus en agradecimiento al personal que dejaron todo por salvarlos. Pero también reflejan la falta de inversión, que se evidencia en pasillos y habitaciones del Hospital de San Luis. Y hay otros que no pudieron contarlo y murieron sin tener la asistencia a tiempo.

La realidad que atraviesa el nosocomio de la capital puntana, hace varias semanas, está repleta de dolor, angustia, desesperación, llanto y un virus invisible. Lo viven los pacientes, los profesionales y las familias de unos y otros.

Los médicos y enfermeros no tienen respiro, pero deben sacar fuerzas de algún lado para salvar las vidas de quienes llegan con Covid-19 y otras patologías.

Foto Marcos Verdullo.

Uno de los relatos que revela la situación dentro del Hospital, fue el de una mujer que acompañó a un paciente durante cuatro días. Debía cuidarlo mientras cursaba la enfermedad de forma leve. Cuando el estado de salud se agravó y lo trasladaron de sector fue la última vez que supo de él, hasta el fallecimiento.

Señaló que el hombre, de 50 años, estaba en “total estado de abandono”. Rememoró que “sufría mucho, lloraba desesperado después de cada crisis” porque le faltaba el aire. Agregó que durante la internación “jamás fue higienizado ni atendido como merecía”.

“Hoy le mandé un mensaje preguntando cómo seguía y no me respondió porque claro ya no estaba más”, expresó con dolor el viernes 14 de mayo por eso decidió exteriorizar cómo fueron los últimos días en medio de la tristeza. La muerte del paciente fue reflejada por algunos portales y recorrió las redes sociales donde amigos y compañeros de trabajo expresaron su consternación y recordaron los momentos que compartieron.

Este caso es uno de los múltiples que vio pasar el Hospital de San Luis. Si bien los trabajadores se desdoblan para poder atender la mayor cantidad de personas al mismo tiempo, las vidas se les escurren por las manos. Piden auxilio a las autoridades provinciales, pero solo reciben amenazas y más intranquilidad.

La secretaria General de APTS, Ana Lía Trifiró fue una de las que alzó la voz durante los 14 meses de pandemia para transmitir lo que viven sus colegas. Y esta vez, no fue la excepción. Resumió en un diálogo con El Chorrillero como es un día dentro del nosocomio cuidando la identidad de quienes se desempeñan ahí para resguardar sus empleos.

Foto Marcos Verdullo.

“A veces nos relatan que están atendiendo a un paciente, se dan vuelta y murieron dos. No llegan porque no pueden pasar de un enfermo al otro sin cambiarse, sino transmiten carga viral y se ponen en peligro”, puntualizó.

Hace varios días se “repite la historia” de que no hay camas en el Policlínico. “Un día de ellos es horrible, tienen gente en lista de espera para ocupar las terapias, que solo se liberan cuando son dados de alta o fallecen”, dijo.

Trifiró señaló que en el Hospital para 20 camas de terapia hay dos médicos y tres enfermeros, por cada turno de 12 horas.

Los profesionales deben dividirse para atender a todos esos infectados, controlar a quienes requieren respirador y emplear unos 40 minutos que conlleva el cambio de ropa.

“Y en la terapia no Covid o polivalente (personas con y sin el virus) hay un médico de guardia por 12 horas y dos enfermeros. Para 13 internados”, añadió.

De esa manera graficó la cotidianeidad del Hospital, y aclaró que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el panorama debería ser otro: “Cada dos pacientes Covid tiene que haber un médico y cuatro enfermeros”.

“Tienen que vestirse con una serie de medidas y ser supervisado por otras personas. Para movilizar un enfermo tienen que haber dos enfermeros en la parte de la cabeza, porque el de terapia tiene un respirador y una sonda colocada. No se lo puede dar vuelta como a cualquier persona. Hay que hacerlo con mucho cuidado. Cuando terminan de hacerlo deben descambiarse y cambiarse. Lleva unos 40 minutos cada procedimiento”, detalló.

Foto Marcos Verdullo.

La precariedad de la salud pública también fue dada a conocer por otro contagiado de coronavirus. Tras su estadía describió un recuerdo que no podrá olvidar. Un día se había levantado para ir al baño y pasó “por arriba de una bolsa negra”. Cuando regresó se enteró que en realidad se trataba de un paciente que estaba en otra habitación y “nunca paró de toser”.

Las noches de los hospitalizados en el sector de leves también transcurren en medio de ruidos, gritos y llantos. No cuentan con colchas y con suerte acceden a sábanas. Sino deben proveérselas sus allegados.

El cansancio ya es parte de los profesionales de la salud, que después de cada guardia deberían descansar dos días. Pero en muchas ocasiones deben regresar a la mañana siguiente. Esto es así por casos positivos o contactos estrechos que generan bajas en el personal.

“Ellos realmente no dan más. Quieren un respiro. Hace dos años que no lo tienen. Emocionalmente están mal, se les mueren compañeros, padres, hermanos. La comunidad médica ve morir a su familia”, aseveró Trifiró.

A finales del 2020, situaciones similares fueron difundidas a través de las redes sociales. Personas que dormían en reposeras, desamparo y falta de asistencia médica, eran los reclamos que se viralizaban. Esto sucedía cuando los contagios eran menos que en la actualidad y la ocupación de UTI no superaba los 30.

Hoy la crisis sanitaria demuestra gravedad. Los casos diarios rondan los 500 en promedio, los decesos van entre 7 y 10, y los pacientes en terapia intensiva son más de 70. Hoy la salud pública no tiene respiro.

“Nosotros decimos que el sistema está colapsado porque los centros de salud y hospitales de día están internando pacientes y no deben hacerlo. Sólo pueden estar en observación 12 horas, y les deben dar el alta o enviarlos al Hospital. Ahora tienen tres o cuatro días a contagiados porque no hay donde ubicarlos. Con ese dato decimos que está desbordado”, insistió Trifiró.

Del mismo modo, se refirió a la importancia de un profesional para acompañar y controlar a los enfermos, fundamentalmente cuando están conectados a un respirador.

En estos casos, la recomendación es que deben ser monitoreados y movilizaros cada dos horas. Pero en la práctica no se cumple, por más que quieran.

Por esto, subrayó que “no importa la cantidad de respiradores si no hay gente para manejarlos”.

“El médico debe controlar el sistema interno de un paciente, es decir, calcio, fósforo, potasio, orina, diuresis, catarsis”, indicó.

Foto Marcos Verdullo.

A su vez, hizo referencia a la necesidad de que los internados sean movilizados: “La estadía de un paciente con Covid es larga, varía entre un mes y dos meses. La recuperación es larga. Hace mucho daño. Al estar afectada la función pulmonar empieza a afectar otros órganos, como la función renal, cardiaca, neurológica, digestiva”.

Añadió que “por el decúbito al estar acostado en una misma posición” es habitual que se formen escaras en diferentes partes del cuerpo principalmente “donde hay más apoyo" como "codos, talones y caderas”.

“Esto se empieza a lastimar y para que no suceda debe ser movilizado e higienizado cada dos horas. Por eso la función del enfermero es fundamental. Pero en estos casos, no pueden porque no son suficientes. Entonces los pacientes se escaran y las lesiones se infectan. Es decir, que a todo el problema de Covid se le agrega la infección por otras cuestiones”, indicó Trifiró.

Por fuera están los familiares y amigos desolados. Cuando sus seres queridos ingresan a terapia no saben cuándo volverán a verlos. Deben limitarse a un parte médico por día que les trae noticias de cómo avanza la salud. En cientos de casos, no vuelven a verlos y tampoco pueden despedirse.

San Luis tiene 674 muertes por Covid-19. Muchos de los que pasaron por el Hospital de San Luis se fueron en soledad. En el abandono que los dejó un Gobierno que no invirtió en recursos humanos para que la pelea contra la enfermedad fuera más liviana.

“Los profesionales de la salud no estamos preparados para la muerte, si para la vida. Es muy doloroso”, finalizó Trifiró.

 

 

 

 

 

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