El kirchnerismo pasará a controlar el Congreso si supera el 40% de los votos
El Frente de Todos debe renovar 51 bancas en las próximas elecciones; si suma 10 más, tendrá quorum propio; con los aliados asegurados, la brecha se acorta a solo 6 bancas.
El diario La Nación en una nota escrita por la periodista Laura Serra plantea el escenario. A continuación se reproduce el texto completo:
El oficialismo hace cuentas: si supera el 40% de los votos en las elecciones legislativas de noviembre próximo a nivel nacional alcanzará el quorum en la Cámara de Diputados ya sea con votos propios o con el aporte de un puñado de fieles aliados. De lograrlo, el bloque que comandan Máximo Kirchner y Sergio Massa, presidente de la Cámara baja, avanzará sin pausa con las reformas judiciales pendientes, una demanda de Cristina Kirchner, que se encuentran estancadas por no reunir la mayoría en el cuerpo.
La Cámara de Diputados es, hoy por hoy, el último reducto de la resistencia opositora al gobierno de Alberto Fernández. La Casa Rosada apunta a doblegarlo en la próxima batalla electoral; su objetivo de máxima es renovar las 51 bancas que este año pone en juego y sumar otras 10: así, se erigiría en dueño y señor de la Cámara pues alcanzaría el quorum (129 escaños) sin el auxilio de terceras fuerzas. Menos ambicioso aunque más realista, el objetivo de mínima del oficialismo es, además de renovar las bancas en juego, sumar otras 6; así, con 125 integrantes, alcanzaría el quorum con el apoyo de los aliados que tendría asegurados en el cuerpo.
Planteados estos dos escenarios, la pregunta es qué porcentaje de votos necesitaría cosechar el oficialismo en las próximas elecciones para llegar, en uno y otro caso, al número mágico de 129 bancas que marca la mayoría.
Para alcanzar el objetivo de máxima, esto es, 61 bancas en total –lo que le permitiría tener quorum propio–, el caudal de votos del oficialismo debería orillar entre el 42 y el 44% a nivel nacional. A manera de parámetro comparativo, en 2019 el triunfante Frente de Todos obtuvo el 45,24% de los votos en las elecciones legislativas, lo que redundó en 64 bancas. De repetir este triunfo, el bloque que comanda Máximo Kirchner se engrosaría de los 119 diputados actuales a 132. Sería el final del juego para la oposición.
El oficialismo hace cuentas: si supera el 40% de los votos en las elecciones legislativas de noviembre próximo a nivel nacional alcanzará el quorum en la Cámara de Diputados ya sea con votos propios o con el aporte de un puñado de fieles aliados. De lograrlo, el bloque que comandan Máximo Kirchner y Sergio Massa, presidente de la Cámara baja, avanzará sin pausa con las reformas judiciales pendientes, una demanda de Cristina Kirchner, que se encuentran estancadas por no reunir la mayoría en el cuerpo.
Ninguna encuesta anticipa, por ahora, que el Frente de Todos reedite la victoria de hace dos años, menos aún con la economía jaqueada por los efectos de la pandemia, la inflación que no da tregua y una exacerbación de la grieta desde que el presidente radicalizó su gestión con el avance de Cristina Kirchner en la toma de decisiones. Consciente de ello, la Casa Rosada se contentaría con un triunfo más módico que le permitiera, si no alcanzar el quorum propio, al menos llegar al umbral de 125 diputados para, con un puñado de aliados, asegurar la mayoría en el recinto.
Este objetivo demandaría que el Frente de Todos coseche al menos 57 bancas en las próximas elecciones. Para ello debería superar en poco el resultado de 2017, cuando el actual oficialismo compitió (y perdió) dividido en tres espacios diferentes: Unidad Ciudadana, de Cristina Kirchner; 1País, de Massa, y el Partido Justicialista, el sello que blandían los gobernadores. Entre las tres reunieron el 39,2% de los votos, que redundó en 54 bancas.
De obtener igual cantidad de escaños en noviembre próximo, el Frente de Todos pasaría a tener 122 miembros, más cerca pero todavía a siete del quorum. No sería el mejor resultado, pues muchos de sus actuales aliados no renovarán sus bancas este año, entre ellos José Ramón y Pablo Ansaloni (Unidad y Equidad Federal), Alma Sapag (Movimiento Popular Neuquino) y Eduardo “Bali” Bucca (PJ).
Solo dos tienen mandato hasta 2023, el rionegrino Luis Di Giacomo y el misionero Diego Sartori; el oficialismo confía en sumar al menos otros dos misioneros y la banca que deja vacante Sapag. De ser así, con 125 diputados propios y al menos cuatro aliados seguros, el Frente de Todos se acerca al escenario dorado de la mayoría.
La pregunta del millón
En resumidas cuentas, si se consideran los antecedentes electorales de 2017 y de 2019, el oficialismo debería al menos superar el umbral del 40% de los votos en las próximas elecciones para asegurarse una tropa leal que le permita destrabar aquellas leyes todavía demoradas. Entre ellas figuran la reforma judicial, bandera de campaña del presidente Fernández y, más polémica aún, la modificación de la ley de Ministerio Público, una iniciativa con la que Cristina Kirchner pretende colonizar el organismo que controla a los fiscales federales.
La pregunta del millón es si el oficialismo tendrá una performance electoral más cerca de su derrota de 2017 (39,2%) o de su triunfo de 2019 (45,24%).
Según Jorge Giacobbe, director de la consultora Giacobbe & Asociados, el resultado de 2019 que obtuvo el oficialismo fue su techo electoral y vaticinó que en las próximas elecciones el desempeño del Frente de Todos estará más cerca del resultado de 2017.
“Aquí la cuestión es saber si estaremos frente a una electorado dividido en dos partes de 40% de los votos, como fue la elección de 2017 (Cambiemos obtuvo el 41,7% y las tres variantes peronistas, sumadas, el 39,2%) o si el electorado se mostrará más desbalanceado, como sucedió en 2019 (Fernández obtuvo el 48,2%, mientras que Mauricio Macri el 40,2%). Yo creo que el escenario será similar al de 2017”, aseveró.
El consultor explicó que, del 48% que obtuvo Fernández en las elecciones de 2019, el 35% se explica por los votos duros que aportó Cristina Kirchner. “Los 13 puntos restantes provinieron de un público que no es kirchnerista duro. Es un ‘público swinger’, son votantes que fluctúan sus preferencias según con quién esté enojado en ese momento. En 2019 estaba enojado con Macri, no quería a Cristina y apostó por el perfil moderado que le vendía Fernández. ¿Cómo se va a comportar ahora ese 13% de votantes? Desde mi punto de vista se rompe, se astilla. Pero esto no le sirve al oficialismo, que necesita una elección despareja, más cercana a la de 2019 que a la 2017”, sostuvo.