Más alto, más rápido, más fuerte: las grandes hazañas en los Juegos Olímpicos de Tokio
Una nadadora que ganó siete medallas, un hombre que bajó un récord de velocidad en atletismo en casi un segundo, un salto a la historia y otro a la perfección, un equipo de judo que logró lo imposible, un guerrero solitario que conquistó la montaña sobre su bicicleta. Tokio nos deja un inventario de hazañas que pondrá muy alta la barrera para el deporte del futuro. Estos son los logros más destacados.
Emma McKeon de Australia, en natación
Solo tres hombres habían logrado la hazaña de ganar siete medallas o más en la natación de unos Juegos Olímpicos: Michael Phelps, Mark Spitz y Matt Biondi. Pero jamás una mujer había subido tantas veces al podio, hasta que llegó Emma McKeon. La australiana se colgó cuatro oros, dos de ellos con récord olímpico y dos con poco más de una hora de descanso; además de tres preseas de bronce.
Así, se convirtió en una de las dos damas más laureadas en una sola justa olímpica, junto a la gimnasta soviética Maria Gorokhovskaya, quien obtuvo siete medallas en los olímpicos en Helsinki 1952.
Cuatro de las preseas de McKeon fueron con los relevos de Australia, pero eso no resta mérito a su gesta, sobre todo porque la natación aportó más de la mitad de las doradas con las que el país oceánico finalizó sexto en la tabla de medallas. Sumando los cuatro metales que se colgó en Río 2016, McKeon llegó en Tokio a 11 medallas olímpicas, por lo que dejó atrás en el acumulado a dos leyendas de las piscinas australianas: Ian Thorpe y Leslie Jones.
Caleb Dressel de Estados Unidos, en natación
Llegaba a Tokio con un desafío monumental: lograr seis medallas de oro en igual cantidad de pruebas, sin margen para el error, alentado por la epopeya de hace dos años en Gwangdju. Allí, se convirtió en el único atleta de la historia en conquistar tres medallas de oro el mismo día en un Mundial de Natación y cerrar como el que más veces ha subido al podio, con ocho medallas, de ellas seis de oro.
Ahora, se va de Tokio como el rey de los Juegos, con cinco doradas, un récord mundial (el 49,45 en 100 metros mariposa), tres récords olímpicos y una sola decepción, el relevo 4×100 estilos mixtos, donde Estados Unidos ni siquiera alcanzó a subir al podio. Apasionado de la biomecánica y la teoría del entrenamiento, ya debe estar comenzando a diseñar su próximo ataque a los cronómetros en París 2024.
Karsten Warholm de Noruega, en atletismo
Los récords de velocidad en el atletismo caen por escasas centésimas, como las ocho que le quitó en julio Karsten Warholm a la plusmarca de los 400 m con vallas en poder de Kevin Young desde hacía casi 19 años, con 46,78 segundos. El nuevo hito (46,70) sobrevivió apenas un mes y dos días, porque en la final olímpica el noruego lo mejoró por casi un segundo: 76 centésimas, para convertirse en el primer hombre de la historia que corría esa prueba en menos de 46 segundos (45,94).
Su escolta, el estadounidense Rai Benjamin, también superó el récord del primero de julio, al marcar 46,17; y el ganador del bronce, el brasileño Alison Dos Santos, corrió a escasas dos centésimas (46,72). Seis de los ocho finalistas fijaron récord de área o nacional, un termómetro bastante fiel del vértigo que caracterizó a esa carrera.
Richard Carapaz de Ecuador, en ciclismo
Al igual que buena parte de los 128 hombres que tomaron la salida en el circuito de ciclismo de ruta en el monte Fuji y sus alrededores, Richard Carapaz tenía 3414,4 km en las piernas: los que había acumulado a su paso por el Tour de Francia, donde terminó tercero en la general y se convirtió en uno de los apenas 20 hombres de la historia que han subido al podio de las tres pruebas grandes: la Grand Buclée, el Giro de Italia y la Vuelta a España.
Pero había una gran diferencia entre Carapaz y ellos. Mientras Tadej Pogacar contaba con el apoyo de un compacto equipo esloveno y Wout Van Aert administraba el desgaste con tres belgas más, el ecuatoriano enfrentaba la ruta montañosa de 234 km sin conexión con su coequipero Jhonatan Narváez, más rezagado y con menos rodaje para rendir a un nivel tan competitivo.
Aun así, Carapaz se trenzó en una larga fuga en el penúltimo puerto de montaña, el paso de Mikuni, y prevaleció arriesgando en el descenso. Esto le permitió sacar más de un minuto de ventaja y esperar tranquilo la llegada de los ganadores de la plata y el bronce.
Equipo mixto en judo de Francia
Japón había ganado nueve de las 14 medallas de oro disputadas en las categorías de peso de Tokio 2020, cuando se midió a Francia, la otra gran potencia mundial de judo, en la final por equipos mixtos. Esta prueba hacía su estreno en los Juegos Olímpicos.
Los galos sumaban solo una dorada, gracias a la pentacampeona mundial Clarisse Agbegnenu y al menos tres de las coronas niponas habían incluido la eliminación de un atleta francés en alguna fase.
Sin embargo, todo eso cambió cuando les tocó trabajar en equipo. La campeona de los más de 78 kgs, Akira Sone, fue la única que pudo responder al favoritismo japonés. El mítico Teddy Riner, que solo ha sido derrotado dos veces en los últimos 10 años (una de ellas en Tokio), venció en Golden Score o “Punto de Oro” a Aaron Brown, y la subcampeona de los 57 kgs Sarah Cysique, y los pesados Agbenenu y Axel Clerget ganaron todos por ippon, para concretar una tarea que parecía imposible.
Mijaín López de Cuba, en lucha
Cuatro hombres se encontraban empatados como los mayores ganadores de oro olímpico en Cuba en una prueba individual, con tres cada uno: los boxeadores Teófilo Stevenson y Félix Savón, el esgrimista Ramón Fonst (que tiene cuatro contando una por equipos) y el luchador Mijaín López.
Además, antes de Tokio, seis hombres estaban igualados como los más laureados en el estilo grecorromano de la lucha, entre ellos el mítico ruso Alexander Karelin y, de nuevo, Mijaín López.
Todo eso cambió en los olímpicos de Japón, donde López no se dejó marcar ni un solo punto en su ruta al cuarto oro olímpico de su carrera en la categoría de 130 kgs, ni siquiera en la semifinal, donde se topó con el turco Riza Kayaalp. Él ha sido el único hombre capaz de derrotarlo en los últimos 10 años, cuando lo venció en la final del Mundial de Estambul en 2011.
El cubano, que se retira después de Tokio, se convirtió en el emperador solitario entre los dorados cubanos y entre los greco, e igualó a la máxima ganadora histórica de la lucha olímpica: la japonesa Kaori Icho, quien también ganó cuatro oros en fila, pero contando las preseas que obtuvo entre Atenas 2004 y Río 2016.
Yulimar Rojas de Venezuela, en atletismo
Faltaban dos meses para que Yulimar Rojas naciera cuando la ucraniana Inessa Kravets fijó en el Campeonato Mundial de Gotemburgo, en 1995, un récord mundial de salto triple que parecía imposible de superar: 15,50 metros. Yulimar tenía apenas 12 años y no practicaba deporte todavía, cuando la camerunesa Françoise Mbango-Etone impuso el récord olímpico de 15,39 en Beijing 2008.
Esos dos hitos los superó la venezolana el primero de agosto en camino a su histórico oro de Tokio 2020, el primero para una atleta femenina de su país. Apenas con su primer salto, de 15,41 metros, borraba de los libros a Mbango-Etone. Y en su último intento voló 17 centímetros más allá del récord del Kravets.
Tal vez no fue el margen más amplio de crecimiento para este récord (que ya había sido superado dos veces por 41 cm), pero fue la ventaja con respecto a sus competidoras lo que hizo de Rojas una atleta superlativa de estos Juegos Olímpicos: 66 cm sobre la portuguesa Patricia Mamona y 80 por encima de la española Ana Peleteiro, a pesar de que ambas fijaron récord nacional.
Quan Hongchan de China, en saltos ornamentales
¿Que la perfección no existe? Esto no solo se rebatió hace 45 años después de que la gimnasta Nadia Comaneci desmintiera ese lugar común, sino que ahora lo hace otra niña de 14 años: la clavadista china Quan Hongchan.
El segundo y el cuarto saltos de su rutina en la final de plataforma de 10 m fueron evaluados por los siete jueces con la puntuación perfecta de 10 unidades. Y en el quinto recibió seis boletas de 10 y una de 9.5. Su actuación le permitió aventajar por 40,8 puntos a la ganadora de la medalla de plata, su compatriota Chen Yuxi, y por 94,8 a la ocupante del tercer lugar, la australiana Melissa Wu.
El triunfo de Quan permitió extender el dominio de China en la plataforma de 10 m, donde la última medallista de oro de una nacionalidad distinta fue la australiana Chantelle Newbery en Atenas 2004. Además, se convirtió en la segunda ganadora más joven de la historia de los saltos ornamentales, solo superada por su compatriota Fu Mingxia, cuando se coronó en Barcelona 1992 con apenas 13 años.
Sifan Hassan de Países Bajos, en atletismo
Solo una mujer, la etíope Tirunesh Dibaba, había logrado el doblete imposible: los 5.000 m y los 10.000 m en el mismo evento. Lo hizo en el Mundial de Helsinki 2005 y en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Dibaba volvió a intentarlo en Londres 2012 y se quedó corta, igual que la también etíope Almaz Ayana en Río 2016.
Pero atreverse a agregarle un nivel de dificultad aún mayor buscando además el podio de los 1.500 m, es algo que solo se le ocurrió a Sifan Hassan, una niña refugiada etíope y nacionalizada como neerlandesa después de llegar a Países Bajos el mismo año que Dibaba hacía su hazaña en el Nido de Pájaro.
Hassan se convirtió en Tokio en la primera atleta de la historia que no solo hace el doblete del fondo, sino que agrega una medalla en la tercera prueba lisa más larga de la pista. Todo ello en un año en el que por un par de días tuvo en su poder el récord mundial de los 10.000 m, luego superado por la etíope Letesenbet Gidey.
4×100 masculino de Italia en atletismo
Si alguien hubiera pronosticado que la cuarteta de Italia ganaría la medalla de oro de los Juegos Olímpicos, no habría despertado sino risas o expresiones de incredulidad. ¿Qué méritos habían hecho Lorenzo Patta, Lamont Jacobs, Eseosa Desalu y Filippo Tortu para ser considerados favoritos, por encima del Estados Unidos de Trayvon Bromell y Fred Kerley; o del equipo canadiense de Andre De Grasse y Aaron Brown?
Hasta su increíble victoria en los 100 metros planos, Jacobs solo exhibía un oro en los 60 m del Europeo Indoor, Patta una medalla de plata en los 100 m del Campeonato Europeo por equipos este año, Desalu una corona con la posta corta en los Juegos Mediterráneos de 2018 y Tortu un séptimo lugar en el Mundial de Doha 2019.
Juntos habían ganado este año la plata del Mundial de Relevos de Silesia, pero esta posición debía ser vista a la luz de las grandes ausencias en ese evento: Estados Unidos, Jamaica, Canadá y Gran Bretaña. En Tokio, sin embargo, los cuatro se combinaron para devolver a Italia a una cima que no visitaba desde Londres 1948. (AP)