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SUR DE LA CIUDAD

Inseguridad sin piedad en los barrios de San Luis: a una vecina ya le robaron 11 veces

Un golpiza y una decena de hechos de inseguridad en su vivienda sufrió Nora Valdez, que no encuentra respuestas de las autoridades.

Nora Valdez.
Actualizada: 23/08/2021 11:23
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Hace dos días a Nora Valdez le sustrajeron herramientas de mano, una máquina hormigonera y un lavarropas. Había pedido un préstamo para empezar de cero, por todos los robos anteriores, y ni siquiera había pagado la primera cuota de lo que había comprado.

Sumó así una nueva angustia. El 5 de febrero la golpearon brutalmente en la puerta de su casa, en el Barrio Juan Domingo Perón (en la zona sur de la ciudad). La dejaron con 8 puntos en la cara y la rotura de la dentadura.

La mujer sabe bien quiénes son los malvivientes. En declaraciones a El Chorrillero, Valdez cuestionó el accionar de la Policía y de las autoridades que pese a sus pedidos no han solucionado nada.

Contó que la persona que la golpeó para robarle ya cumplió 18 años y “nunca lo metieron preso”. Dijo que “supuestamente no puede pasar por el frente de mi casa y lo sigue haciendo”. Cuestionó que “va a seguir libre”.

El 26 de diciembre del año pasado Valdez viajó a San Juan porque por la pandemia, llevaba un año sin ver a su madre. “Cuando volví me encontré con la casa vacía”, revivió.

En esa ocasión, saquearon su hogar: hasta se llevaron el taller de costura que tenía.

Por delito más reciente, este viernes por la mañana se reunió con el ministro de seguridad, Luciano Anastasi e integrantes de la Plana Mayor de la Policía. Cuestionó que en todos los allanamientos “nunca encontraron nada, ni una aguja”.

Valdez es pensionada y debe dos créditos. “No me dan solución, al contrario”, dijo.

Remarcó que hace 4 años que vive en el barrio Juan Domingo Perón y que en ese lapso, ya vivió 11 robos. “Esta casa la construimos a pulmón con mi esposo que ya falleció y no me voy a ir a vivir a otro lado”, comentó.

Aseguró que cerca de su vecindario habitan “5 familias conflictivas” y que no es la única víctima del delito.

“Acá todos tienen problemas de inseguridad. No podés poner una antena porque a las 24 horas ya desaparece. No hay vecino que no diga que no le hayan robado y la Policía sabe quiénes son los delincuentes”, subrayó.

Por último, y entre lágrimas, confesó estar cansada de trabajar, de llorar y de que las cosas que consigue se vayan y de la peor manera porque las venden por $2: “La sensación es horrible de saber que la gente que las compra sabe que son robadas”, concluyó.

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