Sacerdote, docente y poeta: Pablo Melto
Tal vez debería escribir ex sacerdote, aunque alguna vez leí en una entrevista que Pablo Melto piensa que nunca dejó de serlo “y el que dice que no lo es, en realidad lo es, porque la concepción cultual del sacerdocio ha cambiado”. Añade que “todos podemos hacer sacerdocio en el rol donde cada uno se desenvuelve, es una celebración de la vida”.
Pablo Melto es tucumano, de Yerba Buena, docente y ejerció el sacerdocio hasta 1973.
En San Luis fue rector del Colegio Don Bosco los años 1971 y 1972.
Al morir monseñor José María Cafferata, quien era Obispo de San Luis, asumió en ese cargo monseñor Juan Rodolfo Laise.
Y Melto enfatiza que “en la iglesia de San Luis con Laise cambió todo”.
Relata que “la iglesia de San Luis antes de Laise estaba muy comprometida y con mucha conciencia de los acuerdos del Concilio el Vaticano II y la reunión del Episcopado de Medellín. Pero con Laise, en San Luis se terminó con el compromiso social de la Iglesia y fue cuando se acusó a los sacerdotes con compromiso social de ser comunistas”.
Ese fue el momento bisagra en el cual decidió dejar de ejercer el sacerdocio en el año 1973.
Insiste que “Dios es el otro. No es el que está mirando para castigarte, el todopoderoso. Es más bien el que predica el Francisco actual. Él está más en camino del Dios misericordioso, compasivo”.
En la escritura Pablo Melto ha demostrado su compromiso con la lucha social.
Participa de numerosos movimientos culturales populares y sigue escribiendo.
En el año 2013 fue galardonado con el premio “Polo Godoy Rojo” por la difusión de la poesía, por la recuperación de la oralidad propia de las tradiciones populares y por la unión lograda entre su poesía y los Derechos Humanos.
Pablo está casado con María del Carmen Abdala y tienen 7 hijos y 10 nietos.
Me permito reproducir con su autorización el poema de su autoría llamado PORTACARA.
Y también puede verlo y escucharlo en esta nota en un video con la imagen y la voz de su autor.
PORTACARA
Una noche exactamente, hubo un niño en la calle…
con identidad de la calle,
amamantado por la calle,
con cara de calle…
La noche y el frío,
la lluvia y el sol,
la soledad y el hambre,
hicieron del niño, un hombre en la calle.
Un hombre por dentro con todas las marcas de un hombre de calle.
Él busca y sueña no ser de la calle
pero porta calle de un niño de calle.
Y las brujas viejas que todo lo saben,
gritan y denuncian cerrando las puertas
que pocos le abren:
“¡Que calle ese niño que vive en la calle:
En la calle hay vicio,
en la calle hay crimen
en la calle hay droga…”
– grita la bruja montada en su escoba -.
Y el niño en la calle busca sus derechos, llora que te llora…
Y la bruja vieja ríe que te ríe durmiendo en su escoba.
Y los jueces miran al niño que quiere no ser de la calle…
Y los hombres callan mientras duerme el niño tirado en la calle
porque porta cara de un niño de calle.
Y las brujas ríen…
Y los jueces miran…
Y los hombres callan…
Y el niño… en la calle…
Llora que te llora y espera que espera
que alguien le diga:
“¡Ven hasta mi casa, niño de la calle,
mi casa es tu casa…
tu calle…mi calle”!
Del Libro Palabra Peregrina, año 2006.
(La entrevista a la que hago referencia en esta nota fue publicada por el portal ABC Noticias SL)