X

Historias de San Luis: el “cura sin cabeza” y el lobizón

Como toda ciudad, San Luis tiene muchas leyendas urbanas sin lograr descifrar en algunos casos la veracidad o la fantasía de las mismas.

San Luis tiene muchas leyendas urbanas sin lograr descifrar en algunos casos la veracidad o la fantasía de las mismas.

por Nino Romero

elchorrillero.com

Actualizada: 30/10/2021 23:30

Una muy conocida es la del “Cura sin Cabeza”, que tiene versiones que cambian de acuerdo al relator o relatora.

Hay coincidencias: jinete vestido de negro que aparecía en noches frías o de tormenta o de viento, algunos dicen con capa y espada y otros que no.

No hablan de antifaz, sino estaríamos frente a un Zorro vernáculo.

Volvamos a la seriedad que el caso merece.

Porque hay que estar en el lugar de esos parroquianos que eran asiduos visitantes de bares de la zona norte de la ciudad de San Luis, y de golpe alguien entraba corriendo hablando de una aparición fantasmal, justo cuando te estabas tomando un vinito con uno de mortadela en pan casero.

Digo barrios de la zona norte ubicándome en avenida España, Maipú, Colón, Justo Daract, Ejército de los Andes y la ex Terminal de Ómnibus. Esa zona.

Allí se había hecho muy popular esta historia. O esta presencia que daba miedo.

Todo contribuía a relatos fantásticos. La falta de iluminación, muchos árboles, terrenos baldíos.

Muy pocos aseguraron por la década del 50 haberlo visto, y quienes lo afirmaban, coincidían en que rápidamente se disparaba al galope.

Los dichos tenían en común el color negro de la ropa, el caballo también negro, y que no se le distinguía bien la cabeza.

De allí lo del “cura sin cabeza”, asociando la oscura vestimenta a una sotana.

Algunos guapos de la época también contaron que “el cura sin cabeza” andaba por los barrios de la zona oeste de la ciudad.

Pero su popularidad fue desapareciendo y quedó como un relato incomprobable.

Hay otra historia más reciente, pero esta pudo comprobarse.

Le cuento. Supuestamente en la zona céntrica de la ciudad andaba suelto un animal muy parecido a “un lobizón”.

No atacaba a las personas ni hacía daño a los automóviles estacionados en la calle y tampoco en los frentes de los domicilios.

Los lugares preferidos del “lobizón” estaban cerca de la cuadra de los cines de la ciudad de San Luis.

Esa “cuadra de los cines” era la calle Rivadavia entre Lavalle y Pedernera, dónde en veredas enfrentadas funcionaban los cines Roma y Rex.

También existían otros negocios de variados rubros.

Pero la cuestión es que esas apariciones eran verdaderas.

Sucedían en noches de oscuridad, y el lobizón se aseguraba que lo vieran a una prudente distancia y desaparecía.

Los horarios elegidos eran generalmente la medianoche o primeras horas de la madrugada, a la salida de las últimas funciones de los cines.

En ese horario, y mejor si había tormenta, el público estaba asegurado para la actuación del “lobizón”.

Pero una vez, siempre hay una primera vez, “el lobizón” no se percató que mientras aullaba, detrás de él venía caminando un policía.

Conclusión: El “lobizón” preso en una celda de una comisaría, el disfraz incautado y un estudiante universitario en problemas.

Dicen que “El Lobizón” aulló todo sin necesidad que le preguntaran nada.

Ahora el gran susto lo había tenido él.

Eran bromas pesadas de estudiantes universitarios. No pidan más datos.

En el mundo universitario de San Luis estas “aventuras” se conocen con nombre y apellido.

Y hay muchas más de ese ámbito.

Saludos a los muchachos de entonces, no tan muchachos ahora. Estén donde estén.

PUBLICIDAD

EN PORTADA EL CHORRILLERO

SUBIR