Un recuerdo que duele: “Volvería a ese grupo mil veces, viajaría y ayudaría, con todas ellas si pudiera”
Florencia Carreras es una de las sobrevivientes del accidente vial más grave en la historia de la provincia. Este martes junto a otras dos jóvenes rindieron homenaje a sus compañeras fallecidas y llevaron flores al cementerio.
El 2 de noviembre del 2011 una tragedia vial conmocionó para siempre a San Luis. Fue cerca del mediodía cuando en la localidad de Zanjitas un tren de carga embistió al colectivo que llevaba a alumnas y docentes del Colegio Santa María.
Iban a una misión solidaria, pero el accidente impidió que llegaran a destino. Este martes se cumplieron 10 años, y tres jóvenes sobrevivientes rindieron homenaje a las seis compañeras que murieron en el camino de un viaje solidario y espiritual: Salomé, Julieta, Iara, Paula, Luz María y Daira. Con un dolor que quedó para siempre, pero llenas de fortaleza visitaron los cementerios donde descansan los restos de esas niñas. En la tragedia también perdieron la vida dos docentes: Jésica y María Virginia.
“Cuesta y sigue costando. Cada año se hace más difícil pero con ayuda psicológica se ha logrado superar, estamos en la lucha. Ese día todas estábamos tan felices, con un orgullo de ir ayudar que se transformó en una tristeza enorme que nunca nos imaginamos”, contó Florencia Carreras en declaraciones a El Chorrillero.
Tiene 20 años y en su memoria guarda todos los detalles del fatídico día: “Desde que salimos del Colegio y notamos que no había asientos disponibles para todos. Había gente parada, algo que no debió ser aceptado”.
Recordó que en el trayecto de ida todo era alegría; los cantos y los rezos marcaron el comienzo de ese viaje.
“Cuando llegamos a la escuela compartimos un desayuno y jugamos con los niños; hasta ese momento estaba todo bien”, señaló Carreras para referirse a la primera parada que tuvo la misión solidaria.
También señaló que cuando regresaron al micro, que era conducido Julio César Jofré, el chofer dormía en los asientos traseros: “Hoy en día uno se da cuenta de que él no había descansado bien, que las cosas no estaban en regla”.
“Íbamos cantando hasta que llegamos a las vías del tren. El conductor iba con los auriculares puestos, nosotras veíamos que el tren se acercaba cada vez más y a pesar de nuestros gritos de advertencia no nos escuchó”, relató Carreras.
“Le gritábamos ‘el tren, el tren’ hasta que impactamos y nos dimos vuelta. Pero antes del vuelco, ese señor se bajó del colectivo, nos dejó como si fuéramos animales, no nos abrió la puerta, se salvó sólo él”, completó.
“Me acuerdo de la gente del pueblo que nos ayudaba porque las ambulancias todavía no llegaban, había mucho tráfico”, también contó.
“Si hicimos diez sesiones con la psicóloga, ellos habrán pagado dos o tres, luego cada una siguió de manera particular”, dijo para referirse al papel que cumplió luego la institución escolar.
“No hay justicia, y la que hubo fue muy poca. Hoy en día andan todos felices de la vida y uno acá con pérdidas que fueron horribles, yo perdí a mi mejor amiga, es doloroso, lo sigue siendo y va ser toda la vida”, añadió.
Aquella niña que hoy se ha convertido en una mujer estudia enfermería y esa elección tuvo que ver con todo lo que vivió: “Siento que lo mío es ayudar, junto a mi compañeras que también sobrevivieron, lo sentimos como un deber, por eso todas estudiamos carreras relacionadas a la salud”.
“Volvería a ese grupo mil veces, viajaría y ayudaría como íbamos a ese viaje, con todas ellas, si pudiera”, exclamó en la puerta de un cementerio donde llevó flores, y donde seguro lo seguirá haciendo cada año.