MUERTES DE NIÑOS
Los otros casos Lucio Dupuy que tuvo San Luis y que dolerán para siempre
El pequeño tenía 5 años y lo mataron a golpes en La Pampa. La madre y su novia están presas en el Servicio Penitenciario Provincial, como responsables de un crimen cruel que conmueve al país.
Sucedió a unos 500 kilómetros de la provincia, pero en pocas horas el caso se trasladó a la capital de San Luis. Magdalena Espósito Valenti, la madre de Lucio Dupuy, y Abigail Páez están alojadas en el Complejo Penitenciario N° 1 de la ciudad, donde se encuentra la cárcel de Mujeres.
El caso que conmociona al país tiene ahora los ojos puestos en San Luis, justo una provincia que ya fue noticia por hechos similares. Este lunes la familia despidió los restos del pequeño en General Pico, donde vive su padre. Al mismo tiempo hubo nuevas movilizaciones para pedir justicia.
La muerte del niño generó indignación en esa provincia y los reclamos rápidamente se concentraron en la Comisaría 6° donde estaban detenidas las mujeres; tiraron piedras contra el edificio y prendieron fuego un patrullero. Lo mismo ocurrió en el vecindario donde vivían las mujeres.
El juez Daniel Ralli les dictó la prisión preventiva el sábado. Después de todos los incidentes y ante el temor de que pudieran repetirse se concretó el traslado a San Luis. Espósito Valenti está acusada de homicidio calificado por el vínculo, y su pareja Abigail Páez por homicidio simple.
El Gobierno de Alberto Rodríguez Saá vino a confirmar que había recibido a las imputadas a las 14:38. En horas de la mañana no había querido dar información al respecto.
Lucio tuvo una muerte cruel. Las marcas de la tortura que padeció estaban en su cuerpo: mordeduras, golpes, quemaduras de cigarrillos y cicatrices de viejas heridas. El médico forense que realizó los procedimientos, Juan Carlos Toulouse declaró que “nunca” vio algo así en todos los 30 años de trabajo. El niño murió por una hemorragia interna.
Su caso remueve el dolor de los sucesos que conmovieron a San Luis y que también fueron noticia en el país. El más parecido fue el triste final de Guadalupe di Falco, en 2010. La niña (que había nacido en Mendoza) tenía 4 años cuando su cuerpo ya no aguantó más el sufrimiento. Los golpes terminaron con su vida, y generaron un dolor para siempre en la comunidad.
La pequeña estaba al cuidado de Miguel Riquelme y Dora Videla, en una precaria casa ubicada sobre Los Inmigrantes, a pocos metros de Ejército de Los Andes (en la ciudad de San Luis). Su mamá la había dejado allí, junto a otra hermanita menor (que Riquelme anotó con su apellido y que la Justicia después dio en adopción), para irse a trabajar a Mendoza. Cuando la Policía y los médicos revisaron a Guadalupe se encontraron con el horror. Un golpe mortal en la cabeza le había causado un traumatismo de cráneo con edema cerebral. Cuando Riquelme avisó a las autoridades que la niña se había accidentando, ya estaba muerta. La autopsia reveló que no solo tenía golpes, sino que había sido abusada. Al hombre y a su pareja los condenaron a cadena perpetua; mientras que a la madre, Débora, la absolvieron.
El crimen de Florencia Di Marco (que también era mendocina) sacudió del mismo modo a la provincia. El 22 de marzo de 2017 Lucas Gómez armó una escena macabra, y eligió el día que su pareja, Carina Di Marco estaba en el Hospital a punto de dar a luz a una nena. Inventó que había dejado a su hijastra en la escuela y que luego había desparecido. Gómez, en un campo cercano al barrio donde vivían tiró la mochila de Flor, tal vez para despistar a los investigadores. Hubo un fuerte operativo de búsqueda en los campos durante 2 días.
A la nena la encontraron muerta en Saladillo en la tarde del 23 de marzo. La habían arrojado al vacío, desde un puente en esa localidad, distante a unos 55 kilómetros de la capital. El asesino la violó y luego la estranguló. Fue una cámara de seguridad la que detectó a Gómez cuando se dirigía a ese pueblo. Luego las pericias en el vehículo fueron contundentes para detenerlo e imputarlo como sospechoso de todos los vejámenes que padeció la niña. Poco después de que le hicieran las pruebas de ADN, el acusado se suicidó en la cárcel de máxima seguridad que tiene la provincia. A Di Marco la condenaron (el 22 de abril de 2019) a 18 años de prisión como "partícipe necesario del delito de abuso sexual, con acceso carnal, agravado por la situación de aprovechamiento de la convivencia preexistente". Los jueces entendieron que ella sabía de los abusos sexuales que sufrió su hija.
En la historia de los crímenes por maltrato infantil en San Luis, el de Yéssica Contreras figura entre los primeros y más aberrantes. La pequeña murió de un golpe que le dio su padrastro, un policía federal que además sabía artes marciales, Gregorio Fabián Villa. Fue el 29 de julio de 1993, y las escenas del terror transcurrieron en una casa de Cruz de Piedra, rodeada por los campos. Con el fallecimiento descubrieron que la niña fue objeto de abusos sexuales por parte del hombre, pareja de su madre, María Contreras, y también de palizas constantes y torturas.
Por el crimen de Lucio, la Justicia pampeana ordenó que un grupo de fiscales comenzara a investigar si la muerte se pudo evitar.