Deltracron: el científico que la descubrió admitió que podría tratarse de un error de laboratorio
El virólogo Leondios Kostrikis eliminó la información de la vista pública y anunció que buscará profundizar sobre su hallazgo.
A principios de enero, la noticia de una “supervariante” del Covid-19, que sería una mezcla entre Delta y Ómicron volvió a encender las alarmas. Denominada como “Deltacron”, aseguraban que podría volver a cambiar el curso de la pandemia.
Sin embargo, a días del anuncio, el virólogo Leondios Kostrikis, responsable del grupo que identificó a esta mutación, eliminó la información de la vista pública, ya que científicos de todo el mundo afirmaron que se trataba de una “contaminación” de laboratorio. Es por eso que el investigador aseguró que buscará profundizar sobre su hallazgo.
“Deltracón”: ¿ la supervariante que no fue?
El 7 de enero, Chipre se convirtió en noticia gracias al anuncio de Kostrikis en la televisión local. Según afirmó, junto a su grupo de investigación de la Universidad en Nicosia, habían caracterizado varios genomas del virus del Covid que mostraban elementos de las variantes Delta y Ómicron.
El nombre que le pusieron fue “Deltacron”. En horas, estos investigadores habían cargado más de 50 secuenciaciones al repositorio público e internacional que lidera la Organización Mundial de la Salud (OMS): el GISAID. Desde ese momento, la historia de una “supervariante” recorrió el mundo.
Científicos de todo el mundo alertaron que esta mutación sería el resultado de una contaminación de laboratorio. Ese fue el caso de Krutika Kuppalli, integrante del equipo técnico COVID-19 de la OMS con sede en Estados Unidos. “No existe tal cosa como Deltacron. Omicron y Delta NO formaron una supervariante”, sentenció.
“Apresurarse a sacar conclusiones sobre los datos que acaban de poner a disposición los laboratorios, que se encuentran bajo una presión de tiempo significativa para generar datos de manera oportuna, no es útil en ningún brote”, dijo a la revista científica Nature Cheryl Bennett, funcionaria norteamericana de la Fundación GISAID.
Dudas y una “marcha atrás”
Desde enero de 2020, según señaló Bennett, se cargaron más de 7 millones de genomas del virus del Covid-19 en el GISAID, por lo que estimó que “algunos errores de secuenciación no deberían sorprender”.
Según Kostrikis, se malinterpretó su hipótesis original, ya que habría asegurado que no era híbrido de Delta y Ómicron. De todos modos, en cuestión de días, eliminó las secuencias de esta base de datos internacional.
En un mail a la revista científica Nature, el investigador afirmó que, en realidad, pensaba que “algunas partículas de Delta habían desarrollado mutaciones similares a Ómicron”. Aunque para la comunidad científica no era una evolución del virus, sino un error de laboratorio.
Tanto Delta como Ómicron presentan algunas particularidades que evitan que las sustancia que delimitan al virus se unan a ellas. Con lo cual, existen dificultades para su correcta secuenciación. De este motivo surge la idea de una “contaminación de laboratorio”.
La defensa del investigador que identificó a “Deltacron”
Pese a las argumentaciones, Kostrikis asegura que no se trata de una contaminación, ya que ambas variante presentan particularidades a la hora de secuenciarlas. Incluso, afirmó que este argumento fue “encabezado por las redes sociales sin considerar nuestros datos completos y sin proporcionar ninguna evidencia real y sólida de que no es real”.
En ese sentido, el científico adelantó que se encuentra en “proceso de investigar todas las opiniones cruciales expresadas por destacados científicos de todo el mundo sobre mi reciente anuncio”. Incluso, afirmó que enviará su investigación para que obtenga una “revisión por pares”.