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BAJO FLORES

Cómo es el entramado narco que aún mantiene en vilo la Villa 1-11-14

La investigación que lleva adelante el fiscal federal Eduardo Taiano logró desbaratar este viernes una parte de esta organización pero volvió a mostrar la estructura de una empresa que logra recaudar más de un millón de pesos diarios con la venta de cocaína, marihuana y pasta base.

Jefes, segundas líneas, soldaditos, marcadores integran el organigrama narco en el barrio.
Actualizada: 03/04/2022 14:34
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Por Hernán Chiesa

La investigación que lleva adelante el fiscal federal Eduardo Taiano logró desbaratar este viernes una parte de esta organización pero volvió a mostrar la estructura de una empresa que logra recaudar más de un millón de pesos diarios con la venta de cocaína, marihuana y pasta base.

La organización narco que maneja la venta de drogas en el sector de "Los Peruanos" en la villa 1-11-14 funciona con "una lógica empresarial", que incluye a los denominados "vendedores", "chalecos", "marcadores" y "satélites" que conforman la base de la estructura que opera en el terreno, hasta los "contadores" del dinero que se recauda, los "organizadores" de cada grupo y los "CEO" que manejan todo a la distancia.

La investigación que lleva adelante el fiscal federal Eduardo Taiano, su colega Diego Iglesias y el auxiliar fiscal Matías Álvarez (estos últimos de la Procunar) logró desbaratar este viernes una parte de esta organización narco con la detención de seis sospechosos, pero volvió a mostrar un entramado típico de una empresa que logra recaudar más de un millón de pesos diarios con la venta de cocaína, marihuana y pasta base.

"Las organizaciones criminales están divididas exactamente como las empresas. Persiguen un beneficio económico y para eso tienen una lógica igual a las empresas: tienen un CEO, tienen un operador de logística, tienen jefes de seguridad", había asegurado el pasado miércoles el fiscal Iglesias en el Primer Consejo de Seguridad Interior que se desarrolló en el Centro Cultural Kirchner y que fue organizado por el Ministerio de Seguridad.

Y puso como ejemplo lo que pasaba en la villa del Bajo Flores, en la que este viernes se realizaron 26 allanamientos, se detuvo a seis sospechosos, entre ellos a Ulises Romero Godoy, apodado "Pitufo" o "Niño Azul", y se secuestraron dosis de cocaína, marihuana, armas y dinero presuntamente producto de la venta de drogas.

Según el dictamen en el que los fiscales le solicitaron al juez federal Ariel Lijo la detención de los sospechosos, la banda del narco peruano Marco Estrada Gonzáles, más conocido como "Marcos", quien actualmente está detenido en la cárcel de Marcos Paz, se encuentra "generando una restructuración de la organización que actúa en la villa 1-11-14, consistiendo estos cambios desde los ‘marcadores’ hasta quienes estarían a cargo de cada turno".

Para los investigadores de la Policía Federal Argentina (PFA), la organización sigue siendo comandada desde la cárcel por "Marcos" y por su hermano Fernando Estrada González, alias "Piti", desde Lima, Perú, quienes manejan desde hace más de dos décadas una zona de siete hectáreas conocida como "El Sector de los Peruanos" en esa villa.

Debajo de ellos están los organizadores, que imparten las directivas en el llano al resto de los integrantes del grupo y supervisan y reciben el dinero por la venta de las drogas: ellos son Jhonny Ray Arnao Quispe, alias "Pantro" (detenido en septiembre pasado), Ulises Romero Godoy, alias "Pitufo" (detenido este viernes  y María Antonia Godoy Merino, madre de "Pitufo".

Las tareas de campo realizadas por efectivos de la PFA permitieron observar la presencia de "satélites", la actividad de "vendedores" en los característicos puntos de venta de la banda, la vigencia del sistema de seguridad a través de "chalecos" y "marcadores", y el traslado de droga desde los puntos de venta hacia los lugares de acopio, entre otras.

Si bien históricamente la venta de la droga se desarrollaba en cuatro puntos estratégicos de la villa, los distintos procedimientos realizados en septiembre del año pasado y este viernes (con la detención de casi una veintena de sospechosos entre ambos operativos) generó que esto se fuera modificando.

Los pesquisas establecieron que la organización utilizaba un búnker dentro del asentamiento para el fraccionamiento de lo que llaman "bombas" con 80, 90 o 100 envoltorios con cocaína cada una

Actualmente, según la investigación que desarrolló la policía, se detectaron tres puntos de venta: Uno de ellos es "El Corralón", que se ubica en la intersección de la calle 2 y la calle San Juan; el segundo conocido como "La Quema", que se ubica en la intersección de la calle 2 y Oceanía; y el tercero en el cruce de las calles Oceanía y Bolívar.

Los pesquisas establecieron que la organización utilizaba un búnker dentro del asentamiento para el fraccionamiento de lo que llaman "bombas" con 80, 90 o 100 envoltorios con cocaína cada una.

El dictamen al que accedió Télam señala que un "encargado" pasaba por ese búnker a retirar las "bombas" que, luego, le entregaba a los "vendedores" para su comercialización.

El dinero obtenido por la venta era llevado al final del día a los "desagote", donde aparece el rol del "contador" que recuenta el dinero producto de la venta, y una segunda persona que se encarga de contar el sobrante de envoltorios de cada "bomba".

Además, se determinó que la venta de droga en el sector de "Los Peruanos" se realiza las 24 horas, en turnos que se dividen de 8 a 20 horas y de 20 a 8 del día siguiente, y que cada turno tiene sus "encargados", "contadores", "vendedores", "chalecos", "marcadores" y "satélites".

La idea de la "lógica empresarial" en las bandas narco que planteó Iglesias en el Consejo de Seguridad Interior fue apoyada por el director ejecutivo del Centro de Análisis Comando y Control (CEAC) de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), Maximiliano Lencina, y por José María Valdez, director de la Dirección Antidrogas de Gendarmería Nacional (GNA).

"Cuando uno va a la 1-11-14, se encuentra con una organización estable, con jefes, segundas líneas, soldaditos, marcadores. En todo este tiempo, nunca cambió la forma de comercializar la droga: siguen utilizando los mismos envoltorios. Prefieren correr el riesgo de que sus colaboradores caigan antes que modificar sus paquetes. Es como que le pidamos a Coca-Cola que cambie su envase", sintetizó el titular de la Procunar en funcionamiento de una banda narcocriminal que actúa en la zona desde hace más de 20 años.

(*) Télam

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