Padres reclaman que en la escuela de Cortaderas los alumnos de 1º grado van a clases día por medio por falta de docentes
El problema fue planteado con el inicio del ciclo lectivo, y también advirtieron que la institución ya no tiene espacio físico.
Las clases comenzaron en la provincia con problemas en la infraestructura de varios establecimientos. En la mayoría de los casos los hicieron públicos las cooperadoras o los tutores. Edificios sin mantenimiento, techos que se llueven y se caen, paredes trizadas, puertas y ventanas rotas, son una parte de un problema que atraviesa a la educación pública. La falta de docentes también preocupa.
Un caso de esto último se da en la escuela N°278 “Franklin Lucero”, en Cortaderas. Los padres de los alumnos de primer y quinto grado decidieron contar lo que está pasando. Desde hace dos meses los chicos de 1º grado van a clases día por medio porque solo hay una docente y ya no hay espacio. Y es que la misma escuela la ocupan el primario y el secundario: quedó chica.
En comunicación con El Chorrillero una mamá contó que son 36 los niños que asisten a primer grado, y que los dividieron en dos burbujas.
La mujer explicó que entre todos los padres se organizaron para cada uno hacer el reclamo ante el ministerio de Educación: “Nos fueron diciendo que cada 15 días se nombran a los maestros, nos estamos fijando cada 15 días. Cuando no sale el cargo y volvemos a llamar para pedir explicaciones, la respuesta es siempre la misma, que casi salía, que se retrasó pero que el próximo llamado sale”.
“Las últimas veces, directamente no nos daban información”, aseguró.
Informó que en marzo tuvieron una reunión con la directora del establecimiento, María Inés Aparicio, donde les informaron el número de expediente de los cargos solicitados.
“Enviamos notas firmadas por todos los padres al ministerio de Educación y además solicitamos la construcción de un edificio para el secundario”, señaló la madre.
También relató que en lo que va del mes su hija solo tuvo 7 clases. “Es primer grado, tienen que tener mucha contención y apoyo. Esto no sucede con los niños de Cortaderas”, insistió.
“Sentimos que cada vez que movemos un poquito nos dicen algo para callarnos, la siguen pateando para que nos quedemos tranquilos, pero mientras tanto van pasando los días de clases y los niños pierden el ritmo”, expuso al final.