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Cannes 2022: De Tom Cruise a Jean-Pierre Léaud, un inicio lleno de contrastes y emociones

Con la pandemia como un mal recuerdo -en Cannes las mascarillas son historia-, el festival de cine más prestigioso del mundo tuvo sus primeros tres días repleto de estrellas -con Tom Cruise a la cabeza-, homenajes a leyendas y el apoyo de la pantalla a Ucrania.

Foto: Festival de Cannes
Para Tom Cruise, treinta años no es nada.
Actualizada: 20/05/2022 23:59
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Por Diego Batlle (*)

Solo pasaron tres jornadas de esta 75ª edición del festival, pero entre martes y jueves ya se produjeron tantos momentos emotivos, tantos reconocimientos, asistieron tantos grandes maestros con sus nuevas películas (y series), que parece como si lleváramos aquí una semana o más. Si hay algo que no falta en Cannes es intensidad: a cada hora (y muchas veces incluso con actividades que se superponen entre sí) surgen motivos para el disfrute cinéfilo.

No todo es idílico, de todas formas, en el principal festival del mundo. Los problemas para reservar entradas (el sistema online suele caerse a cada rato por la intervención -dicen- de algunos hackers rusos) y un rigurosísimo esquema de seguridad que incluye la militarización de la zona de la Croisette y fuertes demoras para el ingreso al Palais des Festivals por los minuciosos controles con detectores de metales, cacheos y revisaciones de bolsos han generado algo de fastidio y malhumor entre los casi 30.000 aceditados a Cannes y su imponente mercado: el Marché du Film.

Lo que aquí ya es historia son las mascarillas. Pese a que la organización “sugiere” seguir usándolas dentro del Palais y durante las proyecciones, lo concreto es que ya prácticamente nadie lo hace: ni en las actividades del festival, ni en las largas filas, ni en las glamorosas fiestas, ni en el transporte público y mucho menos en la calle. Cuando antes de cada proyección se escucha una grabación que apela a mantenerse puesto el tapabocas durante toda la función la gente se ríe de manera burlona.

El clima soleado y caluroso que se está disfrutando en Cannes (las playas están tan llenas como los cines) y la caída de casos que experimenta Francia y el resto de Europa ayuda a relajarse, aunque ya hay algunas notas que advierten el riesgo de que tamaña concentración de gente en espacios cerrados y sin ningún tipo de limitaciones convierta al festival en un “súper contagiador” a nivel mundial una vez que esas 30.000 personas regresen a sus países con el virus a cuestas.

El gran Marco Bellocchio presentó una miniserie sobre el caso Aldo Moro. (Foto: Festival de Cannes)

Si los controles sanitarios entonces son prácticamente nulos, Cannes se concentró en prevenir cualquier incidente en tiempos de guerra y en cuidar a las estrellas. El inicio estuvo dominado por la magnética figura de Tom Cruise, quien dio una generosa entrevista pública, recorrió la alfombra roja, recibió una Palma de Oro especial y presentó un tanque hecho y derecho como “Top Gun: Maverick”. El espectáculo aéreo fue notable dentro y fuera de la sala, porque mientras se disfrutaba de esta suerte de muy eficaz secuela del film de 1986, ahora con Joseph Kosinski como director en el lugar que 36 años ocupara Tony Scott, varios cazas de guerra surcaban la noche de la Croisette como para que el show fuese espectacular en todo sentido.

Pero el cine estadounidense no se redujo a las estrellas hollywoodenses de turno. Kelly Reichard, quien dentro de pocos días estrenará aquí en Competencia Oficial su más reciente trabajo titulado “Showing Up”, otra vez con Michelle Williams como protagonista, recibió el premio Carrosse d’Or a la trayectoria que otorga la sección paralela Quincena de Realizadores

La brillante realizadora de “Old Joy”, “Wendy y Lucy”, “Ciertas mujeres” y “First Cow” acompañó una proyección de su western “Meek’s Cuttoff”, dio una charla pública, recibió el galardón con un hermoso discurso de agradecimiento y ahora esperará a que se conozca su nuevo trabajo en la disputa por la Palma de Oro. También tuvo una buena recepción “Armageddon Time”, del neoyorquino James Gray, historia coming-of-age ambientada en la Queens de 1980 desde el punto de vista de un niño de 12 años de familia judía con un elenco que incluye a nada menos que Anne Hathaway, Jeremy Strong y Anthony Hopkins.

Otro momento de inmensa emoción tuvo como protagonistas a dos leyendas del cine francés como Jean-Pierre Léaud y Françoise Lebrun, quienes asistieron 49 años después a la proyección en copia restaurada en 4K de “La maman et la putain”, mítica película de Jean Eustache que ganó aquí en medio de un enorme escándalo el Gran Premio del Jurado presidido en 1973 por la actriz Ingmar Bergman.


La directora Kelly Reichard recibió el premio Carrosse d.

Aquellos jóvenes rebeldes e impulsivos (la historia era sobre un triángulo sexual que completaba Bernadette Lafont, fallecida en 2013)) se han convertido hoy en dos ancianos de 78 años, pero el público los saludó tras la función con más de diez minutos de ovación con toda la platea de pie y muchas lágrimas corriendo por las mejillas. Eustache se suicidó cuando tenía apenas 42 años, pero dejó algunas obras maestras como “La maman et la putain”, otros largos, cortometrajes y documentales que, por suerte, están también en pleno proceso de restauración.

Pero si la producción estadounidense y francesa (que tuvo en la apertura oficial a “Coupez!”, comedia sobre zombies con estructura de cine dentro del cine dirigida por Michel Hazanavicius y protagonizada por Romain Duris y Bérénice Bejo) suelen dominar cada año el panorama artístico y comercial de Cannes, en el arranque de esta 75ª edición ha sido la italiana la que ha sorprendido con dos extraordinarios aportes.

En la inauguración de la prestigiosa Quincena de Realizadores se vio el más reciente trabajo de Pietro Marcello, “L’Envol”, un bello film ambientado poco después de la Primera Guerra Mundial con mayoría de productores e intérpretes franceses (desde Louis Garrel hasta Noémie Lvovsky), mientras que el octogenario Marco Bellocchio estuvo presente para estrenar “Esterno notte”, una miniserie de casi seis horas sobre la convulsionada Italia de fines de los años ’70 con epicentro en el secuestro y asesinato del dirigente democristiano Aldo Moro en marzo de 1978.

Si bien el brillante realizador de “Vincere” (2009) y “El traidor” (2019) ya se había interesado en este hecho que sacudió y cambió para siempre a la sociedad y la política Italia en el film “Buongiorno, notte” (2003), ahora reconstruye los hechos desde varios puntos de vista: el del propio Aldo Moro (Fabrizio Gifuni), el de Francesco Cossiga (Fausto Russo Alesi), uno de los discípulos de Moro en la Democracia Cristiana; el del papa Pablo VI (Toni Servillo), amigo personal del dirigente; el de Adriana Faranda (Daniela Marra) y Valerio Morucci (Gabriel Montesi), pareja integrante de las Brigadas Rojas que llevaron adelante el golpe; y el de Eleonora Chiavarelli (Margherita Buy), esposa de Moro.

Y, como todo ámbito donde lo político repercute y se amplifica de forma permanente y contundente, Cannes se abrió a mostrar en toda su dimensión el conflicto ruso-ucraniano. En principio, eligió “Tchaikovsky’s Wife”, del disidente ruso Kirill Serebrennikov, para la Competencia Oficial. El director -que estuvo mucho tiempo en arresto domiciliario por su oposición al gobierno de Vladimir Putin- logró radicarse hace pocos meses en Alemania y en Cannes aprovechó para hacer un desgarrador alegato público contra la guerra.

El discurso del presidente ucraniano Volodímir Zelenski. (Foto: Festival de Cannes)

Más fuerte y conmovedora aún resultó la proyección de “Mariupol 2”. El director lituano Mantas Kvedaravičius fue capturado y asesinado por el ejército ruso en abril último mientras filmaba en zonas de batalla. Su novia Hanna Bilobrova, que lo acompañaba en aquel momento y pudo rescatar el material, y el compaginador Dounia Sichov editaron de urgencia el material y lo presentaron estes jueves 19 con el título de “Mariupolis 2” (Kvedaravičius ya había filmado el conflicto del Donbass en 2014 y 2015 en el film “Mariupol”).

Contexto de guerra e inflación galopante en todo el mundo, secuelas del coronavirus, mucha paranoia y medidas de seguridad, pero también cinefilia, glamour, fiestas y negocios… Cannes, con todos esos contrastes a cuesta que lo hacen fascinante, continúa a paso firme contra todo y contra todos. El show, se sabe, debe seguir.

(*) Télam

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