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La brutal golpiza a una abuelita para robarle: “La tiraron al piso y uno de los ladrones la apretó con las rodillas por la espalda”

Alexis Escudero contó cómo fue el ataque a Nieves Zavala en el paraje Loma Verde, en el departamento San Martín.

El ataque a Nieves Zavala Fue en el paraje Loma Verde, en el departamento San Martín.
Actualizada: 09/07/2022 01:33
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Nieves Zavala tiene 78 años y sufrió un brutal asalto en la casa donde vive sola. Si bien el hecho ocurrió el pasado 1° de julio, su familia decidió hacerlo público en las últimas horas.

“Confiamos en la Policía, están haciendo su trabajo”, contó en declaraciones a El Chorrillero Alexis Escudero, el nieto de la víctima. Este jueves relató que la familia está preocupada por el “daño psicológico” que sufrió la mujer, y que a pesar de los golpes que recibió está bien.

Zavala fue sorprendida cuando ya estaba por tomar los últimos mates del día para irse a dormir. “Siempre teníamos miedo que se cayera, por su edad, pero nunca pensamos que esto le pasaría, en un lugar donde nunca se perdió ni un alfiler”, aseguró Escudero.

Ese día cruel, los ladrones “entraron a los tiros” y rompiendo la puerta de ingreso. “Ella pensó que era uno de mis hermanos, que le estaba haciendo un chiste, pero no eran tres ladrones. La tiraron al piso y uno de ellos la
apretó con las rodillas por la espalada, y por eso ahora le duelen los riñones. La ataron y le taparon la cabeza”, reató el joven.

Así empezó la tortura. Le exigieron que les diera toda la plata que tenía, entonces ella les indicó dónde guardaba sus ahorros, unos $300 mil, pero no se conformaron, querían más y la trataron sin piedad, tanto que recibió un disparo en el brazo.

Revolvieron todo lo que pudieron en búsqueda de más dinero, y se llevaron una cartera con documentación.

Un rato después, los malvivientes se fueron pero antes apagaron todas las luces. Ella quedó tirada, dolorida y a oscuras. Mientras sentía que se asfixiaba porque tenía el rostro tapado, encontró las fuerzas para arrodillarse y ponerse de pie. Caminó hasta la llave de la luz y logró prenderla con la frente. Cuando pudo desatar sus manos, que ataron con cordones, pidió auxilio al yerno.

No tiene vecinos cerca, y su hija vive a unos 4 kilómetros. Escudero contó que en el último tiempo se supo que en Villa Praga “se estaban cometiendo muchos robos”, y que en la zona ya se vivía con inseguridad.

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