Desesperanza, hartazgo y bronca, los sentimientos de los sanluiseños ante la crisis económica
“Cómo llegar a fin de mes”, la certeza de que “estamos cada vez peor”, la desilusión por perder la calidad de vida, la desesperanza, la bronca y la tristeza son algunas de las grandes preocupaciones de los argentinos. Nadie escapa a una realidad que impacta en la salud mental y configura, según los especialistas, en un malestar psicológico.
Recientemente el Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA), que pertenece a la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) explicó por qué la actual crisis político-económica impacta en la salud mental.
En San Luis, ¿en qué grado golpea este fenómeno?
Para conocer lo que pasa, El Chorrillero realizó una encuesta por las redes sociales. El 42% de las personas dijeron que viven con desesperanza la crisis económica, el 33% con hartazgo y el 25% con incertidumbre. Por otro lado, el 53% siente que su salud mental está peor que antes, el 28% mucho peor que antes y el 15% consideró que está igual.
El informe que difundió OPSA sostiene hoy los argentinos están “muy desorientados (dominados por la incertidumbre), angustiados, ansiosos, impotentes, temerosos y paralizados por un presente tan cambiante que nos empuja a la vera del camino de nuestras vidas”.
“Gracias a Dios mis hijos y yo tenemos trabajo, pero ni así nos alcanza. El plato de comida no nos falta, pero si nada de lujos, ropa casi nunca, disminuimos gastos, todo lo que entra es para pagar nada más. Se subsiste en esta época”, comentó Daniela Bustos.
“Me siento mal, embroncada”, respondió Silvia Nancy Villarroel. “Para que nos gastamos inscribiéndonos para un subsidio… Al que no voy a tener…porque en casa vivimos 4 familias, imposible solo gastar 400 kw. El tema es que vivimos al día yo, solo tengo sueldo fijo de 75 mil, el resto changas. Las boletas de luz, 25 mil pesos, cada día gastamos más y compramos menos. Achicamos raciones de comida … es terrible”, analizó.
Silvina Albouy se preguntó: “¿Llegar a fin de mes? Y planteó la situación laboral: “Conseguir trabajo en San Luis es imposible! No toman a personas laboralmente activas de más de 50 años, con experiencia de toda una vida, capacidad, responsabilidad, no sé por qué. Somos una franja importante que no es tenida en cuenta. No somos viejos y no estamos en edad de jubilarnos, sólo queremos trabajo!”.
“Me siento pobre”, expuso Jorge Eduardo, mientras que Graciela Yanet Vandevalle añadió “desesperanzada!!!”.
Mónica Monje se preguntó: “¿Cuándo van a dejar de robarnos con los servicios? Porque todo lo pagamos infinitamente más caro que en Buenos Aires, luz, agua, gas envasado, combustible, y de ahí entrá a una farmacia o al súper de tu barrio y terminá de amargarte”.
Cody Osvaldo dijo estar “cansado los precios”, y añadió: “Suben antes que los sueldos, los aumentos salariales te los dan en partes y como se les antoje. Hoy creo q la mayoría solo se da un gusto el día que cobra y después no se puede”.
“La verdad que no alcanza …ya no se sabe de dónde sacar para llegar a fin de mes”, opinó María Del Valle; y Carlos Vallejos consideró que “cada día se compra menos con los sueldos de ahora”.
Julieta Ramos compartió cómo es su experiencia: “Es un asco San Luis económicamente, primero que si trabajas y tenés un hijo la plata cochina que ganás en ese laburo se va en la niñera y transporte, segundo tenés que tener cuña, o un millón de experiencia para que te tomen. La plata ya no alcanza, en un almuerzo y cena básica te gastas 3000 pesos”.
“Se sobrevive, no se vive”, aportó Cecilia Ojeda. Y Cristian Mosher contó: “Hoy salí a buscar trabajo y me dijeron que ya no reciben CV en papel. Me dijeron mándalo por internet, lo sentí como un ándate a la mier…”.
Rodrigo expuso que siente “bronca e impotencia de ir a comprar algo y que al otro día tenga un aumento de hasta casi el doble”.
Otros usuarios aportaron: “Nada te alcanza y tenés que decidir si vestirte o comer, y si comés una milanesa es un lujo”; “Trabajo más y no llego a fin de mes”.
“Estoy un poco asustado por la situación económica, ya estoy pagando 28 mil de alquiler y los sueldos no suben. Todos los días aumentan las cosas. Todos se quejan pero nadie hace nada”, planteó Juan Zavala.
Y Julieta Albornoz agregó: “Y sí, no te alcanza para nada lo poco que cobrás. Nunca el sueldo está de acuerdo al costo de las cosas, siempre por debajo de la gran suba”.
“Hay que subsistir no queda otra. El otro día leí algo de René Favaloro, qué visión tenía. Decía que no iba a soportar la burocracia y ver un país donde los buenos morirán que un delincuente tenía más derecho que el damnificado. Y que lo más grave, iban a haber más pobres. Hoy pasa todo lo que él escribió”, analizó Carlos Blanco.
Incertidumbre, desesperanza, tristeza, preocupación, angustia, hartazgo, bronca, temor, son las palabras que repiten los argentinos para describir cómo enfrentan la vida. Así lo reflejaron en la encuesta que realizó el Observatorio de Psicología Social Aplicada, y que tuvo la participación de unas 1700 personas.
“Estamos encerrados en una encrucijada patológica: el presente es un terremoto y el futuro absolutamente incierto”, sostiene la investigación del OPSA. Se refiere a una ‘ceguera del futuro’ “que promueve decisiones y comportamientos erráticos” que se realizan en un contexto socioeconómico de máxima incertidumbre: “En las dimensiones del empleo, los ingresos y la evolución patrimonial han desaparecido las respuestas razonablemente probables, hemos perdido la mínima certeza de hacia dónde orientar nuestras vidas. Como consecuencia de las crisis permanentes, muchos jóvenes se han convencido de que la salida de esta situación no será en su tierra. La gran mayoría de ellos piensa en buscar su destino en otras latitudes”.
Sostiene que el estrés general por las dos últimas crisis, sanitaria y económica “es profundo, grave e inocultable”. Y además tiene en cuenta: “la gente hace responsable a los políticos por no haber sabido resolverlas o mitigarlas”, sostiene.
“El estado de ánimo actual de la mayoría de los argentinos, que es de claro malestar psicológico, se puede explicar desde la acumulación de crisis tras crisis que estamos viviendo desde hace décadas. Si esta hubiera sido la primera o la segunda crisis, habría generado impactos, pero en el caso argentino lo que se da es una saturación psicológica”, explicó el director del OPSA y responsable del estudio, Gustavo González en declaraciones al Diario La Nación.
Tuvo en cuenta que “las crisis nunca se terminan de resolver y son cíclicas en términos de cómo se estructuran”; por lo tanto “la sensación que tienen los argentinos es ‘otra vez lo mismo’, ‘otra vez hablar de devaluación, de quiebre del futuro respecto del desarrollo personal y familiar, de tambaleo institucional y de posibilidad de saqueos’. Parece que estuviéramos condenados al fracaso y eso es lo que finalmente decanta en un estado de ánimo que es altamente negativo, muy disruptivo para la subjetividad y generador de otros episodios comportamentales como la irritabilidad o la agresión”.
Para profundizar un poco más, el análisis preguntó sobre las expectativas que hay sobre el futuro. El 35% asegura que ha cambiado “un poco” y que se siente “pesimista” respecto a cómo seguirá su vida personal y familiar. De igual manera siente que la vida será “más dura y difícil que antes”.
Sobre este punto, según los especialistas, “lo que agrava esta situación y le da una dimensión inédita y singular es que cada crisis constituye el retorno de ‘viejos problemas’, que por su constante repetición se perciben como irresolubles para la mayoría de los argentinos”. Concluyen en que: “Parecería que el país tuviera una ‘neurosis de destino’ y que no podemos o sabemos salir del laberinto”, añaden.
El estudio de OPSA describe esa sensación de inevitabilidad del destino como “profundamente iatrogénica para la constitución de la subjetividad y muy negativa para la regulación de las emociones”. En concreto, lo que el psicólogo y escritor estadounidense llamó indefensión aprendida: “La persona siente y está convencida de que haga lo que haga no va a servir para nada y no va a poder cambiar los resultados de los acontecimientos finales. En perspectiva sociológica, esto genera una sostenida caída de la motivación colectiva”.
Para el psiquiatra Sergio Grosman, a causa de la inflación se van “degradando las proyecciones futuras”. En declaraciones a la prensa reveló: “Nos vamos alejando de pensar en nuestro bienestar como seres humanos que se proyectan, que quieren hacer cosas y realizarse. Nuestro problema es pagar las cuentas y llegar a fin de mes. Incluso algunos se preocupan por tener un plato de comida”.
Por otra parte diferenció entre una pandemia y una crisis económica. Primero en referencia al Covid dijo: “No es un fenómeno producido por otros humanos y por eso es más fácil y menos perturbador”. Y sobre lo segundo añadió: “Se expande el sentimiento de injusticia porque alguien es responsable de lo que estoy viviendo, entonces la capacidad traumática opera más fuerte”.
Para el profesional, los sentimientos de miedo, preocupación e incertidumbre no le permite a la gente “planificar y por lo tanto, aparecen las migraciones”: o sea personas que deciden armar su futuro en otra parte del mundo.