En San Luis el consumo de carne bajó un 60%; los malabares de los puntanos para alimentarse
Dejar de comer carnes es otro castigo de la inflación para los argentinos. Las carnicerías dan cuenta de cómo la venta de tradicionales cortes se precipita. A modo de ejemplo: el kilo de pollo cuesta alrededor de $400 y de lomo $1780. Cómo es el nuevo hábito alimenticio de los sanluiseños. Milanesas, alitas de pollo, cerdo, osobuco y asado de oferta, marcan la tendencia.
Tradicionalmente la carne formó parte de la dieta de los argentinos. Pero de un tiempo a esta parte la alimentación se vio alterada: la plata cada vez alcanza menos y la carne sufrió fuertes subas. Todo eso se tradujo en un cambio rotundo en la alimentación de los puntanos, y una tendencia que se mantiene desde que comenzó el año: en el consumo de carne sigue en picada.
El Chorrillero realizó un relevamiento por las carnicerías y supermercados del microcentro de la capital de San Luis y pudo confirmar que desde que comenzó el año el consumo disminuyó alrededor de un 60%.
En la actualidad, los ciudadanos prefieren adquirir pollo porque vale cuatro veces menos que algunos cortes de carne vacuna. Así lo reflejan los carteles y pizarras de los comercios: el kilo de pollo ronda los $400 y el lomo sale $1780 el kilo.
El propietario de “Frigorífico Lafinur” sostuvo que el año pasado solía comprar como mínimo cuatro res por mes, y que ahora solo adquiere dos.
“La gente comenzó a comprar más pollo, porque aunque sufrió un incremento sigue siendo lo más económico. También prefieren el cerdo que cuesta $800, en comparación con la cuadrada que sale $1300 el kilo. Se marca una gran diferencia”, describió.
Mientras que la inflación del mes pasado fue del 7,4% según los datos del Indec, la canasta de distintos cortes de carne vacuna mantuvo cierta estabilidad. Este fenómeno obedeció a que el consumo local sigue disminuyendo ante la pérdida de poder adquisitivo de la población.
En “De Nuestras Carnes Argentinas”, ubicado en la esquina de Lavalle y Caseros coincidieron que el consumo bajó y destacaron que “la gente busca y compra la oferta porque cuida mucho su economía”.
“La clase media antes compraba bifes todos los días y ahora tres bifes por semana. Antes se cocinaba con más carne y ahora no”, apuntaron.
En este punto, tuvo en cuenta el asado: “Se compra poco, la mitad que el año pasado. Sucede que optan por llevar las pastas que son mucho más baratas”.
De igual manera, desde “La Granja", en Bolívar y Chacabuco, advirtieron que las familias ya no llevan tanto como antes la falda ($894,89), el peceto ($1490) y el lomo ($1780).
Indicaron que lo que más llevan es el pollo que está a $369,90, o las alitas que rondan los $319 y el muslo a $689. También han cambiado la carne vacuna por el cerdo. En concreto, la costeleta de carne sale $1450 y la de cerdo $809, es decir que con la diferencia de $641 se puede adquirir medio kilo de carne picada.
“Compran el asado surtido, y que cada vez llevan más el osobuco”, dijeron.
Los vendedores son testigos de los malabares que hacen las familias para tener siempre un plato un poco más nutritivo: “Ahora, normalmente pagan mitad en efectivo y mitad con tarjeta de crédito”.
Desde el supermercado Aiello también observan una disminución, y la elección de las ofertas. “Pusimos en rebaja las costillas a $870 y se las volaron porque el kilo de asado surtido está cerca de $800”, contó uno de los carniceros.
“Hace un mes y medio que la carne del novillo no ha sufrido ninguna suba, pero hace 30 días atrás subió el cerdo”, explicaron desde la carnicería “Don Isidro”, en la esquina de Maipú y Junín.
Pese a esto, el dueño aclaró que “cada vez llevan más cerdo porque es un poco más económico”, y que en los cortes que son similares “hay una diferencia de $300 o $400”.
“Se vende todo lo elaborado, las hamburguesas, las milanesas, por ahí la calidad no es la mejor, pero es más barato”, expuso.
Por último sostuvo que se estima otra fuerte suba en los precios pero más cerca de fin de año: “El año pasado fue así, haciendo cálculos de noviembre hasta la actualidad todo lo que es de carnicería aumentó al menos un 80%”.
La ausencia de las carnes en la mesa de los sanluiseños no tiene que ver con una sana diversificación de la dieta, ni nada que se le parezca. Es simplemente consecuencia de la inflación y cómo eso repercute en el salario.
La cantidad de carne vacuna que consumen los argentinos continúa bajando. Julio se ubicó en los mínimos históricos, según el último informe de la Cámara de la Industria y comercio de carnes (Ciccra).