Juicio por Mónica Ramos: el morral en la escena del crimen, una mujer que vivía con temor, el dinero ausente y la iglesia donde se habría originado el plan
En la primera audiencia del debate oral hubo nueve testigos. Una de ellas fue la ex pareja de Federico Núñez, quien reconoció los elementos que aparecieron en la casa de la docente. Los allegados a la víctima transmitieron el miedo que tenía a raíz de la inseguridad. Tomaron trascendencia los ahorros que habría tenido en su casa. La fiscalía y la querella solicitaron ampliar la imputación.
A lo largo de más de siete horas se extendió el primer día del juicio por el brutal crimen de Mónica Edith Ramos, la psicopedagoga de 61 años que fue asesinada dentro de su casa el 3 de marzo de 2020. La causa tiene como único imputado a Héctor Federico Núñez, de 35 años.
La jornada inicial estuvo empañada de emociones: recuerdos, dolor, tristeza, impotencia, bronca y hasta vergüenza. Así lo reflejaron los diferentes testigos que comparecieron ante el Tribunal, que está integrado por Adriana Lucero Alfonso, Fernando de Viana y Virna Eguinoa.
En un comienzo, todo estuvo centrado en la exposición de las partes, de las cuales surgió una ampliación de la acusación por ensañamiento, alevosía y femicidio o íntimo. Por su parte, la defensa de Núñez, Mirtha Esley ratificó la inocencia y aseguró que no tuvo participación en el hecho que conmocionó a la población sanluiseña.
De las nueve declaraciones que se recibieron hoy, de unas 45 que serán en total, surgieron diferentes elementos que serán claves en los alegatos y la resolución del Alto Cuerpo. Uno de ellas tiene que ver con llamados que había recibido la educadora tiempo antes y por los cuales reflejaba cierto temor a diario, principalmente ante la inseguridad.
A esto se sumó, la solidaridad que la caracterizaba y la devoción por la Virgen de la Medalla Milagrosa. La mujer hacía donaciones de forma frecuente a la parroquia y esto podría haber originado que se convirtiera en el blanco de su agresor. Varios de los testigos afirmaron que el imputado la conocía de ese entorno.
Asimismo, sus hijos plantearon la posibilidad de que ella tuviera dinero ahorrado en su vivienda, como lo habría hecho a lo largo de su vida. Sin embargo, después del asesinato no lograron dar con efectivo dentro de la propiedad. También faltaba un alhajero con ciertas joyas.
Otro punto clave del inicio fue el relato de la ex pareja de Núñez, Florencia Allende, quien reconoció como pertenencias de él, un buzo y un morral que fueron hallados en el ingreso a la casa de Ramos. Aseguró que se conocían, y describió la personalidad del joven como alguien que mentía a menudo y ejercía violencia física y psicológica.
“Mató para robar y lograr impunidad y lo hizo causando mayor sufrimiento a la víctima”
De esa forma, la fiscal Virginia Palacios Gonella reinició el lema de la acusación y en base a eso dijo que desarrollará la teoría del caso. Pidió en este sentido, que se sume a la actual calificación (homicidio criminis causa en concurso real con robo calificado por escalamiento e incendio), el ensañamiento.
Como principales fundamentos, mencionó el convencimiento sobre la culpabilidad y sobre esto dijo que a lo largo del debate no dejarán “ningún tipo de dudas”. Sumó que la víctima recibió 21 cortes en diversas partes del cuerpo, cinco de ellos en la zona del cuerpo. Y que producto del padecimiento tuvo dos paros cardiorrespiratorios.
Palacios Gonella se detuvo en reconstruir quien era Mónica, a la que todos definieron como “una mujer luchadora y trabajadora, abuela de tres nietos”.
Relató lo que sucedió ese 3 de marzo, donde recibió a la empleada doméstica en las primeras horas, quien permaneció en la vivienda hasta antes de las 10:30. Planteó que “a partir de esa hora se encontraba sola realizando su rutina”.
Detalló dos actos previos del acusado. El primero consistió en las tareas de vigilancia y tuvo como argumento las filmaciones de la zona que lo registraron en varias ocasiones desde las 21:58 del día anterior, mientras que la última fue después de las 6 de ese martes.
La fiscal dijo que en esos recorridos, Núñez estaba “buscando el punto ciego de las cámaras” y cuando lo detectó comenzó el segundo acto, que fue el escalamiento en la casa.
Indicó que el ingreso se produjo por la vivienda colindante, debido a que ambas tenían techos unificados. Y todo pasó “cuando supo “a ciencia cierta que se encontraba sola en su domicilio”. Agregó que el sospechoso conocía a la docente y también sabía “del poder adquisitivo y del buen devenir económico”.
Relató el accionar que habría tenido después de entrar al lugar con búsquedas “en cada rincón”, el vaciamiento de carteras y monederos, y la revisión del vestidor de la víctima. Afirmó que luego de eso provocó los cuatro focos de incendio: en el baño, el dormitorio, el vestidor y en el primer piso.
Palacios Gonella aseveró que “necesitaba neutralizarla completamente porque se conocían”. Y advirtió que “la muerte fue para facilitar el robo y no hay derecho de morir de esa manera”.
“Hubo una profunda desconsideración de la figura femenina”
De eso se amparó el abogado Santiago Saín para pedir ampliar la acusación por femicidio no íntimo y alevosía. El letrado actúa como representante de los particulares damnificados, los hijos de la docente, Martín y Pamela Rodríguez.
Expuso que el acusado no hubiera actuado de la misma forma si dentro de la casa se encontraba un hombre. Por lo mismo, consideró que Ramos “fue seleccionada por Núñez” y que se trató de un homicidio triplemente calificado.
En relación a los guantes de latex que habría empleado para cometer el crimen, planteó que trabajaba como operario químico y esto “tiene que ver con cómo se produjo el hecho”. Añadió que dentro del bolso había una fórmula química que “sirve para limpiar superficies y es inflamable”.
“Hay más dudas que certezas, nunca se probó a participación”
Esley comenzó su alocución con fuertes cuestionamientos a la etapa de instrucción y al accionar de la Policía. Dijo que antes estaba “espantada por la caratula” y con las solicitudes para ampliar la acusación está “más que alarmada”.
“Es realmente tremendo lo que ha pasado en el expediente”, sostuvo e insistió en “la inocencia de Núñez bajo la certeza de que “no tuvo participación en el hecho”.
Explicó que la “investigación policial fue incompleta” y que con la detención de su defendido “la Policía se sacó la presión social entregando un paquete” a la Justicia.
Hizo alusión a las amenazas que había recibido con anterioridad Ramos y que estaba “atemorizada” por esto.
La letrada reconoció que si hubo ensañamiento, debido a las lesiones con que resultó, pero aseguró que el acusado no tuvo intervención en lo que sucedió: “Es inocente y no van a poder probar la participación”.
“Cuando me caía, ella me levantaba, iba a tener 50 años y seguiría siendo una supermamá”
Las declaraciones de Martín y Pamela fueron los momentos más emotivos de la audiencia. Los hijos de la víctima plasmaron el dolor, la rabia e impotencia con la que conviven desde hace 31 meses. Pidieron justicia y recordaron quién era Mónica para ellos, para sus amigos y para la comunidad educativa de San Luis.
El joven, que vive en Mendoza, recordó que el último contacto que tuvo con su mamá fue el día anterior. Rememoró que se enteró de lo que había pasado por el llamado de un vecino que lo alertó porque “salía humo” de la casa. Tras emprender viaje desde la provincia vecina llegó al lugar alrededor de las 16:30.
Contó que tenían “una hermosa relación” y definió con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, quien era para él: “Era todo lo que tenía. No tengo más familia. Era mi guía, mi ídolo. Cuando me caía, ella me levantaba. Iba a tener 50 años y seguiría siendo una supermamá”.
Martín transmitió que la víctima tenía un buen pasar económico. Cobraba una jubilación de entre $130 mil y $150 mil, capacitaciones, por su emprendimiento de venta de ropa y carteras, y el sueldo del IFDC.
Comentó además que toda su vida “ahorró en moneda extranjera” y guardaba dinero en el domicilio. Estimó que el lugar elegido era el vestidor.
Del mismo modo, habló sobre un llamado que había recibido con anterioridades donde le decían que él había tenido un accidente y le pedían que saliera urgente, pero ella se dio cuenta que no era real esa situación. Por eso, ella tenía “miedo a la inseguridad”.
Martín rememoró que dos días después del asesinato pudieron volver a ingresar al hogar y se encontraron con todo incendiado, las cosas revueltas y “el baño era un río de sangre”. Encontraron alhajas, pero no dinero. Los controles que manejaban el portón de la casa estaban dentro.
El joven pidió justicia, manifestó que Ramos “inocentemente dejó ver su buen pasar más la información que pudo juntar esta basura (por el imputado)” y que lleva 31 meses buscando respuesta. Por eso, reclamó que “por favor, tomen dimensión de quién era mi mamá”.
Pamela narró que desde 2007 viven Francia y el trágico día estaba atendiendo en su consultorio cuando comenzó a recibir llamados a través de Messenger, de una amiga de su mamá, María Rojas. Al poder ingresar, graficó que el lugar “no era” ya la casa de la víctima.
En el último viaje de Mónica al país europeo le contó sobre el mismo llamado, pero le dijo que no se preocupara ya que ella “lo vinculaba a hechos de inseguridad”.
En consonancia, habló sobre un diálogo que tuvo con el padre de la parroquia, Medalla Milagrosa el domingo siguiente a la muerte. Éste le transmitió que una joven que era habitué de la iglesia, Florencia Allende, había sido pareja de Núñez. Y que ambos conocían a su mamá.
“Era prácticamente de la familia, la tía de mis hijos”
Los siguientes en dar su testimonio fueron María Rojas y Juan Galliano, una pareja amiga de la docente. Recordaron los momentos que compartían, como festejos, navidades y cierres de año.
“La conocía desde hace años. Era prácticamente de la familia, la tía de mis hijos”, describió Galliano sobre la relación que tenían ambas familias.
Rojas también había escuchado sobre los llamados a su amiga, pero coincidió en que ella los relacionaba a hechos de inseguridad.
Por otro lado, concordó en las acciones solidarias y las “muchísimas donaciones” destinadas a la parroquia, a la que cada 27 de noviembre llevaba flores por el día de la Virgen, donde también ella cumplía años. Ahora, esa misión la llevan adelante María y Juan.
Galliano presenció la charla del sacerdote con Pamela: “Dijo que conocía a la persona detenida. Fue como dando a entender que se conocía con Mónica. Que él había estado con la pareja de esta persona (Allende) en un cumpleaños al que había asistido”.
Rojas en otro tramo fue consultada por un pendrive que Ramos le había entregado para que lo guardada, pero no tenía datos sobre lo que había dentro. En otra ocasión le había dejado los papeles de una casa que tenía en San Rafael. A ambos se los llevó luego.
Confirmó que la mujer tuvo una relación sentimental con Lisandro Gutiérrez, pero que solamente duró tres meses.
En paralelo, rememoró que se enteró del incendio en la casa por el llamado de la rectora del IFDC porque estaba saliendo humo. Fue hasta el lugar con uno de sus hijos, pero solo lograron acercarse hasta una cinta que cercaba la casa. Estimó que fue después de las 14.
Agregó que el ex marido de la víctima estaba queriendo entrar, charlaba con los policías y los bomberos.
“Pido justicia. Lo que le hicieron fue tremendo. No sé quién, pero pido justicia porque no se merecía eso”, sentenció.
El círculo laboral
Las siguientes declaraciones fueron de compañeros de estudios o trabajo. Roxana Reinoso Puello estudió con ella y “siempre quedó una buena relación”. La calificó como “muy comprometida” con su empleo.
Ana María Maldonado la conocía desde hace muchos años, cuando hicieron un viaje de directivos de escuelas a Europa.
El día anterior habían estado trabajando juntas hasta alrededor de las 22:3 o 23, mientras que el día del hecho la vieron conectada por WhatsApp por última vez alrededor de las 11.
También sabía de los extraños llamados al teléfono fijo de la docente y del “temor porque podían estar mirándole la casa”.
Diego Valdéz fue otro de sus compañeros de trabajo en el IFDC. Fue otro de los que la vio la noche previa junto a Maldonado.
Cyntia Astudillo contó que se juntaban “de vez en cuando los fines de semana” y eran encuentros de cantos, risas y chistes, donde casi no hablaban sobre cuestiones personales. La conoció a través de su marido.
Ramos le había hecho alusión a las llamadas, y sobre otras donde se quedaban en silencio.
Consideró que aunque no lo expresó explícitamente, ella la noto nerviosa en el último tiempo, con “miedo cuando llegaba a su casa”, “no era la misma que sonreía y cantaba” y “había cambiado su forma de ser”.
La penúltima testimonial fue la de Nicolás Udueña, un vecino de la calle Belgrano, que trabaja y residen en la misma propiedad donde funciona un jardín de infantes. Él fue quien avisó a Martín de lo que estaba sucediendo.
Aseguró que pudo divisar el portón abierto, pero no vio si había un morral tirado, aunque había escuchado comentarios.
La testigo clave
Casi en el cierre, la audiencia tuvo un cuarto intermedio a raíz de que la fiscal pidió sumar otra declaración, la de Florencia Allende. La mujer es la ex pareja de Núñez y ambos tienen un hijo de tres años en común.
En medio de nervios, Allende comenzó detallando los inicios de la relación, la posterior convivencia y el embarazo que era prácticamente imposible porque ella “clínicamente no podía tener hijos”.
La pareja alquilaba en un departamento de la calle Ayacucho, que estaba a nombre de la madre de ella. Se separaron cuando estaba esperando a su hijo, tras un vínculo de un año y medio.
“Era una relación basada en mentiras. Él en un principio era muy amable, bueno. Después se tornó de mentiras. En todo, desde el ‘me voy a jugar al fútbol”, explicó. Agregó que el acusado trabajaba en una empresa química y le había dicho ser analista, aunque nunca vio un título que lo certificara.
Mencionó situaciones de violencia psicológica y física. Una vez él le había dejado marcas en el brazo al forcejear por una llave, y en otra la pateó la panza. Fue cuando tomó la determinación de irse a vivir con sus padres.
Allende trabajaba en el jardín ubicado frente a la casa de Mónica de 8 a 14. El día del hecho se enteró por sus compañeras.
Horas más tarde, ella contó al papá de su hijo lo que pasó. Fue por medio de WhatsApp donde él respondió no haber escuchado las sirenas porque había estado durmiendo.
La mujer hizo referencia a varias ocasiones donde si bien no le llamó la atención, Núñez la llamaba de teléfonos anónimos y le pedía que lo contactara desde otras líneas que no fueran la suya.
Indicó que su mamá fue quien les presentó a ambos a Ramos en la iglesia. La primera era la encargada de arreglar lo vinculado a la Virgen y acomodar las flores que la docente llevaba con frecuencia. Allí tomó conocimiento que vivía frente a su lugar de trabajo.
En la tarde del 3 de marzo, se juntó con Núñez en la intersección de Ayacucho y San Martin porque iban a comprar un pantaloncito al bebé para un casamiento que tenían el viernes siguiente.
Allende lo notó con “una indiferencia total” y “nervioso”. Después fueron a comer algo a un negocio ubicado a metro de la Iglesia Catedral donde el acusado le transmitió querer lavarse las manos porque “se sentía sucio”.
Palacios Gonella le exhibió imágenes donde se lo ve al imputado pasando por calle Belgrano, ella afirmó que se trataba de él. Y mensajes que cruzaron el día del hecho.
La testigo pormenorizó datos sobre el morral que apareció en la escena del crimen y que fue adjudicado a Núñez. La defensa había asegurado que el bolso fue robado en un asalto hace unos años y que contaban con la denuncia. Pero la ex pareja dio otra versión opuesta.
Describió que un día retornó al departamento donde convivían golpeado, supuestamente había sido asaltado. Luego junto a un hermano fue a radicar una exposición a la comisaria, donde iba a declarar que le sustrajeron el morral para hacerlo pasar por accidente de trabajo. Desde ese momento, el bolso había estado escondido en el placard.
Coincidentemente, el jueves siguiente el pasó por su casa a ver al bebé: “Llevaba una bolsa marrón de papel con ropa deportiva porque se iba a jugar al fútbol. Me dijo que su bolso lo tenía en la casa de su mamá”.
Minutos más tarde, la fiscal exhibió el morral que estaba en manos de la Justicia. “Es de él”, afirmó Allende. Fue la misma respuesta cuando le mostraron un buzo que estaba dentro.
En otro momento, expresó el shock que implicó todo lo que sucedió y que por eso pidió licencia de su empleo, y luego decidió renunciar. Expuso que hasta la actualidad no puede pasar por la casa de Ramos porque “fue la peor pesadilla” que ha vivido.
Sobre la detención, se enteró a través de las redes sociales y “nunca” volvió a saber de Núñez, ni tampoco recibió algún llamado desde el Servicio Penitenciario.
“Siento mucho dolor, tristeza. Siento mucha vergüenza”, concluyó la mujer en el cierre de la audiencia, que fue minutos antes de las 18. La actividad se retomará este martes a las 10.