Historias de San Luis: hasta en el Vaticano hay alfombras puntanas
Y es así: hasta en el Vaticano hay alfombras tejidas en San Luis.
Las alfombras y tapices del Centro Artesanal “San Martin de Porres” engalanan el Vaticano, despachos presidenciales, de gobernadores y cientos de lugares en nuestro país y en el mundo.
También por supuesto domicilios particulares.
Una ayuda para los que no recuerdan “la fábrica de alfombras”, y también para los que no tienen idea de su existencia: estaba ubicada en calle 25 de Mayo 955 frente a la Plaza Independencia entre Rivadavia y San Martín.
Por supuesto que ya no existe como tal.
Hubo un proceso de abandono del edificio.
No hace mucho se cayó una de sus gruesas paredes de adobe sobre la vereda de la calle 25 de Mayo y debió ser apuntalada y reconstruida.
Todo tiene su sintética historia: fue fundada en 1949 por la empresa Los Gobelinos de Buenos Aires y la manejaron hasta 1954.
En ese año se hizo cargo el gobierno de San Luis y la llamó “Fábrica Provincial de Alfombras”, cesando sus actividades en 1968 y dejando a 300 obreros sin trabajo.
En 1970 retomó su funcionamiento bajo la supervisión de la Orden de Predicadores Dominicos y se le colocó el nombre de “Centro Artesanal San Martín de Porres”.
Eran alfombras y tapices artesanales muy solicitados.
Todo hecho a mano. Este Centro se transformó en uno de los más importantes del mundo por la calidad de su elaboración.
Se tardaba varios meses para tejer un tapiz o alfombra.
Las manos mágicas de artesanas y artesanos usaban los telares con una destreza y creatividad incomparable.
Esa sabiduría era herencia ancestral.
Tuve oportunidad de verlos enfrentados a muchos ovillos de lana de diferentes colores, y en una fracción de segundo tomaban una hebra, la colocaban sobre lo que estaban tejiendo, hacían un nudo muy firme y cortaban con una pequeña tijera. Y así iban apareciendo increíbles figuras.
Aprendí que la lana de oveja que utilizaban en los viejos telares de madera venía en madejas ya teñidas, y por eso nunca perdían el color aunque fueran lavadas.
Pude verlos trabajar, porque me gustaba compartir con los sacerdotes dominicos de entonces. Además era monaguillo en las misas y después pasé a la categoría de lector en el ambón. Qué tal. Pero esa es otra historia.
Todo con la supervisión y el empuje del padre José Stagnitta. Recuerdo apellidos de otros sacerdotes de entonces: Ribera, Esparza, Vázquez.
Década del 70. Visto desde la calle hoy el lugar se ve destruido.
Una querida amiga, ferviente defensora de nuestro patrimonio cultural, me contó una situación que le tocó vivir al visitar el Centro Artesanal.
En una oportunidad quiso pasar al patio del lugar, que ya estaba en malas condiciones, y la frenó un impresionante pozo muy profundo, que aseguran llevaba a los túneles que existieron en la zona. Quedó impresionada. La visita quedó trunca.
Los telares que sobrevivieron al tiempo, y otros que se incorporaron, fueron trasladados a la ciudad de La Punta, donde se capacitó a hombres y mujeres para continuar con esta tarea.
Los conocedores del tema indican que se necesitan 21 mil nudos para tejer un metro cuadrado de alfombra o tapiz común, pero se han hecho tapices con 160 mil nudos por metro cuadrado.
Imaginemos el tiempo dedicado a cada obra. Verdaderas obras de arte.
Patrimonio cultural ancestral que no debe perderse. Esperemos que así sea.
Que no se destruya, como las fachadas de tantos lugares que hacen a la historia de San Luis, y los “administradores de la puntanidad” no hacen nada.