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Padre Olivero: “Hay un crecimiento en el consumo de drogas, sin dudas; es como cuando estás con tu hijo y crece, y no te das cuenta”

Charly Olivero tiene una amplia trayectoria en la misión comunitaria que llevan adelante los curas villeros en la provincia de Buenos Aires para recuperar a personas con problemas de adicción. Actualmente su labor está concentrada en Villa Palito, en el partido de La Matanza.

El padre Charly Olivero, durante la charla en el Colegio Don Bosco.
Actualizada: 01/11/2022 22:26
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El padre Charly Olivero visitó San Luis y en el inicio de la semana brindó una charla en el Colegio Don Bosco. Bajo el lema “Ni uno menos por las drogas” habló del abordaje comunitario de las adicciones, y transmitió la propuesta y la importancia “de mirar a las personas más rotas de la sociedad”.

En una entrevista con el programa La Mañana de Dimensión que conduce Nino Romero reflexionó sobre uno de los males más crecientes que padecen las comunidades. “Lo peor que puede hacer una sociedad es quedarse callada ante todos los problemas que hay. A veces por la razón que sea no hablan, se esconden y las cosas se ponen peor”, comenzó analizando el cura que trabaja en Villa Palito, en la provincia de Buenos Aires.

“Tenemos la impresión de que en los últimos años hubo un incremento, sin dudas. Es como cuando estás con tu hijo y crece, y no te das cuenta, algo así. No hay estadísticas de personas que consumen, pero sí de personas que entran en tratamiento. Por esto la impresión que tenemos es que fue creciendo este problema”, aseguró. Junto a otros curas villeros y laicos le tocó fundar el primer Hogar de Cristo. El corazón de estos lugares son las villas y barrios populares. Desde una construcción territorial se aborda la contención de quienes padecen el flagelo de las drogas.

“Nosotros nos metimos en este tema, porque a los chicos que teníamos en catequesis los veíamos parados en la esquina consumiendo o haciendo una macana. Entonces empezamos a acompañar, nos pusimos a estudiar, y fuimos avanzando con distintas respuestas”, contó.

Su presencia en San Luis tiene vinculación con el único Hogar de Cristo que funciona desde hace pocos meses en la Capilla Nuestra Señoras de las Gracias, en el Barrio Sargento Cabral. Allí, poco a poco crece una respuesta muy necesaria para los barrios puntanos.

Consideró que es necesario "tener espacios de recuperación para que pueda acceder cualquier persona, y se les ofrezca la posibilidad de estudiar y hacer deporte, diferentes actividades y espacios de pertenencia".

“Si nos descuidamos, cuando vamos a intentar la recuperación ya tenemos que ir a buscar la pelota adentro del arco. Y no hay una causa única, cada persona tiene su historia y muchos padecimientos”, opinó.

Tuvo en cuenta que las personas que si llegan a un centro de contención es porque “están padeciendo un montón, como también su entorno familiar”.

“Muchas veces aparecen historias con heridas abandono, violencia, el consumo de sus padres, la falta de modelos, la poca educación y la falta de oportunidades. También la desesperación cuando tiene que trabajar y no lo encuentra. Cuántas personas conocemos que se quedaron sin trabajo, que se frustraron mucho y empezaron a tomar alcohol en ese contexto”, añadió.

También se refirió a la situación económica y las consecuencias: “Las crisis siempre traen las rupturas de las sociedades, la desintegración. Se rompen familias que no aguantan la presión y aparecen escenas de consumo, de violencia, y tal vez por la falta de recursos los chicos no se sienten contenidos y se van de sus hogares”.

Y completó: “Eso no se recupera con la balanza económica, va deteriorando el tejido social y eso hay que ponerle mucho el cuerpo para que se vaya recuperando y ordenando. No es que después damos un bono y ya está solucionado”.

A la provincia, Olivero trajo su modo comunitario para intervenir en la prevención de drogas: “Para mí es muy coherente con la misión de la Iglesia; hacer comunidad, cuidar a los más rotos, acompañar, perdonar tener paciencia. Son las cosas que nacen naturalmente del Evangelio y eso lo pueden hacer todas las comunidades cristianas, la parroquia, el colegio”.

Dijo que la propuesta es a las comunidades: “Que empiecen a mirar a las personas más rotas de sus de sus barrios, que no es otro, es uno de nosotros, porque dejarlo en el olvido, es muy caro para el resto de las personas, para todos, porque en definitiva estamos todos en el mismo barco”.

“Hay veces que nos horrorizamos de algunas escenas, pero no hicimos nada cuando tuvimos la oportunidad. Predicamos que la Iglesia no es el lugar donde la gente va a rezar solamente, también es dónde se organiza la comunidad, donde se da un marco para el amor al prójimo, eficaz y organizado”, dijo al final.

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