Habrá menos maíz, menos soja… y menos dólares para recaudar
Llegan malas noticias desde el campo para el Estado nacional, siempre desesperado por recaudar dólares sin acompañar a los productores en su trabajo. Los principales cultivos de verano cubrirán menos superficie y rendirán menos debido a la sequía y a la desconfianza que impera en el sector.
Algunos apuntan a la sequía, otros a la desconfianza que genera un gobierno que es voraz a la hora de recaudar lo que produce el campo, pero lo cierto es que la siembra de maíz y de soja tiene el nivel más bajo de los últimos 22 años según un relevamiento de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Son datos preocupantes para la economía argentina, ya que se trata de los dos cultivos que más recaudan en dólares para el Estado debido a los derechos de exportación y los volúmenes que se envían al exterior. En la campaña 2021/2022, entre exportaciones de poroto, aceite y harina las ventas del complejo sojero alcanzaron casi 40 millones de toneladas por nada menos que U$S 23.841 millones. Mientras que el maíz aportó otras 40 millones de toneladas por U$S 9.295 millones.
Ya pasaron dos meses desde que se largó la implantación de los principales cultivos de verano y el atraso es del 40% en cuanto a superficie cubierta respecto de la campaña pasada para la misma época. El maíz es el que presenta el panorama más oscuro, ya que en 2021 cubrió 8,64 millones de hectáreas y ahora la bolsa rosarina espera que no supere las 7,9 millones. Se debe principalmente a los costos que tiene el cereal a la hora de la implantación, lo que provoca planteos defensivos de los productores, que no quieren perder más plata ante pronósticos que siguen augurando sequía.
Por eso crecería la superficie con soja, de 16,1 a 17,1 millones de hectáreas, ya que se trata de un cultivo que requiere menos inversión inicial, pero por otro lado tiene más porcentaje de retención de parte del Estado (33% contra 12% del maíz).
“El avance de la siembra gruesa viene atrasado por falta de agua en amplias zonas de nuestro país. Un tercer año Niña (con sequía) consecutivo afecta con especial énfasis a los dos principales cultivos argentinos, con una humedad de suelos muy limitada por niveles de lluvias sostenidamente por debajo de la media. En este marco, la siembra de maíz y soja en la Argentina se encuentra en torno a los 6 millones de hectáreas, un 40% por debajo del avance del año pasado. No conforme con ello, este volumen de hectáreas efectivamente cubiertas es el más bajo desde la campaña 2000/01”, indicó la BCR.
En el caso del maíz, está implantado por ahora en 3,3 millones de hectáreas, apenas un 32% de lo que se esperaba, un guarismo que no se daba a esta altura del año desde la campaña 2015/16. La soja cubre 2,8 millones de hectáreas y hay que remontarse al período 2000/01 para encontrar un panorama tan desolador.
Este ritmo cansino en la siembra repercutirá en una menor producción, que los granos lleguen más tarde al mercado y, además, habrá un efecto negativo sobre el ingreso de divisas. “En un marco de tensiones en las cuentas externas argentinas, esta demora en la siembra tendrá su impacto en la producción que veremos en algunos meses, teniendo en cuenta que entre los complejos soja y maíz se explicaron más del 42% de las exportaciones en 2021″, advierte la BCR.
Para colmo el potencial de rinde de la soja será el más bajo de los últimos 12 años debido a que el 76% de lo que se conoce como “de primera” (siembra temprana, entre octubre y principios de noviembre) en la zona núcleo, la más importante del país, llegará a la tierra fuera del período donde alcanza su mayor potencial. Cuando debió implantarse, no había agua suficiente en el perfil del suelo, lo que provocó el retraso. Las últimas lluvias fueron insuficientes para el 75% de los campos de la región pampeana, la más productiva del país.
El maíz sigue amenazando con un retroceso, que en última instancia significará más pérdida de superficie a manos dela soja. Todo dependerá de si llueve o no, pero lo que es seguro es que tendrá impacto fuerte sobre la producción y la exportación agroindustrial. Y en el mercado interno, si falta maíz el año que viene, se encarecerá el alimento de los animales, lo que luego tendrá efectos adversos sobre el precio de la carne y la leche. Un panorama desolador.