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Sergio y una historia de superación: de pasar su vida deambulando a motivar la creación de un hogar para personas en situación de calle

Cuatro años pasaron desde que fue rescatado por un grupo de vecinos. Nunca intentó volver a ese pasado lleno de dolor y en ese tiempo tuvo que enfrentar grandes cambios. Su fortaleza y la solidaridad permitieron que el libro de su vida sea diferente y se convirtiera en el puntapié para ayudar a otros.

Sergio y su nueva mascota.

por Antonella Camargo

elchorrillero.com

Actualizada: 22/01/2023 16:41

Nadie o muy pocos fueron los que se animaron a imaginar otra vida para Sergio. La mayoría de los sanluiseños se lo había cruzado en algún punto del centro de la ciudad deambulando. Siempre estaba bien abrigado y con un palo, que a veces le servía de sostén o para poder revisar la basura. No hablaba con nadie, tampoco molestaba a los transeúntes. Algunos se animaban a darle dinero o algún alimento. De esa forma pasó 20 años de su vida.

Pero su futuro no era ese, no era vivir excluido, solo y a la deriva de una sociedad que miraba para otro lado. Sergio estaba destinado a otra cosa, a poder sonreír, tener una familia, recuperar su identidad y hasta hacer que la vida de otros pueda cambiar como lo hizo la suya, de un día para otro.

Fue en mayo de 2018 o 56 meses atrás, que comenzó a escribirse un capítulo totalmente diferente. Un grupo de personas, decidió involucrarse y desde el simple lugar de vecinos o integrantes de una comunidad religiosa, intentaron hacer algo por él. Todo comenzó con llevarle comida. Pero un frío insoportable hizo que fueran más allá, lo buscarán por todo el centro y lo sacaran de la calle. Desde esa mañana de jueves 31 nunca volvió a estar solo y sin un techo para dormir.

Inicialmente, el parador de la Iglesia San Roque fue su refugio. Con el correr de los días, la abogada Gloria Sosa puso un lugar físico para que pudiera residir ahí, fue sobre calle Pedernera. Junto a su nuevo amigo, Alejandro, Sergio fue construyendo su nueva vida.

Varías personas siguieron colaborando con él y ayudándolo. Gracias a eso pudo recuperar su identidad, acceder a estudios médicos y hasta reencontrarse con su familia, en Mendoza.

Sin embargo, esos más de cuatro años no fueron fáciles ni para él, ni para quienes colaboraron con su rescate. Debieron enfrentarse a un pasado desconocido, a una persona con esquizofrenia a la que le cuesta comunicarse verbalmente y a cambios permanentes.

Hoy Sergio tiene 50 años y vive en el “El buen samaritano”, un hogar que surgió hace casi tres años, y que lo tuvo como él como la principal motivación. No solamente para que tuviera un lugar para residir, sino también para otras personas que están en situación de calle.

Impulsado por la abogada Sosa, se conformó la asociación que lleva el mismo nombre. El espacio físico quedó inaugurado por el obispo de San Luis, Gabriel Barba, en octubre de 2020. En el mismo sitio hoy habitan otros 14 hombres con realidades diversas, pero con el mismo fin de cambiarla.

Sergio en su último cumpleaños.

John es uno de los encargados del hogar, que está ubicado en el barrio Aeroferro, y fue quien recibió al equipo de El Chorrillero para mostrar el nuevo día a día de Sergio, y el funcionamiento de un refugio para quienes no tienen techo.

Sergio estaba sentado en el comedor de uno de los módulos que compone el lugar mirando la televisión, el pasatiempo que junto a hacer dibujos, son sus favoritos. Hacía unos minutos que había regresado de su habitual rutina en el Centro de Día “La Esperanza”. Allí comparte con otras personas con discapacidad diferentes actividades, que van desde paseos, hasta talleres de cocina.

De esa forma ha podido conocer diferentes lugares de San Luis, como Salinas del Bebedero, Potrero de los Funes. Así también ha sido parte de festejos como el Día del Amigo o festividades patrias.

Todos sus días son diferentes y quienes conviven con él reconocen los cambios. Cada vez puede comunicarse un poco más y hasta decir más palabras. Antes, todo se resumía a un “hola”, “si” o “no. Sus jornadas comienzan a primera horas y tipo 14 o 15 regresa al hogar.

En imágenes se lo ha visto en la institución aprendiendo a hacer diversas actividades como cocinar o afeitarse.

El hogar está en el barrio Aeroferro.

“Sergio está excelente, solo lo tenemos a dieta. Va a clases a la mañana, al Centro de Día la Esperanza. Está hasta las 14 o 15. Viene para acá, se sienta a ver tele, comparte con los chicos. Antes las únicas palabras que decía eran “si” o “no”, ahora habla más o menos, reconoce a la gente”, contó John.

Mencionó que todos los que residen en el hogar tratan de conversar y le tienen cierto respeto. “No tiene problemas con nadie y todos los tratan bien. De cierta forma es un ejemplo”, afirmó.

Además, reconoció que “al principio fue difícil la convivencia” y pensaron que “no se iba a acomodar”.

Sergio conociendo Salinas del Bebedero. (Foto: La Esperanza)

Ale, otro de los residentes, contó que él se encarga de pagarle Direc Tv a Sergio para que pueda ver películas: “Tiene poca comunicación, pero se hace entender. La convivencia que uno tiene que tener. Uno se siente bien”.

“Nunca tuvo intención de irse”, comentó el hombre sobre Sergio, quien aseguró que sigue cebando buenos mates, como desde el primer momento.

El buen samaritano

John dio detalles sobre el establecimiento que alberga a personas en situación de calle.

“Tenemos casos de gente que está ‘fleteada’ que los botaron. Son situaciones temporales. Hay otros que vienen de otras provincias a buscar trabajo y la Policía o desde la terminal los mandan para acá. La única condición es que quieran dejar lo que traigan, no se permite alcohol ni drogas”, precisó.

Agregó que “no pueden salir”, pero tienen la posibilidad de “generar horas extras en el hogar para gastos personales como cigarrillos, elementos de higiene personal”, que son las pocas cosas que no alcanzan a abarcar desde la institución.

Su nueva vida en "El buen samaritano".

“Damos comida, asistencia médica, asistencia con el CPA (Centro Para las Adicciones). Todo tratamos de conseguir. Lo poco que ganan les alcanza”, indicó y aclaró que “no tienen que hacer ningún aporte monetario. Solo las tres horas de trabajo porque la idea es que estén ocupados y aprendan oficios nuevos”.

John sostuvo que el objetivo del hogar es “tratar de ayudar y recuperar a la gente que se encuentra en situación de calle, con o sin adicciones”.

“Funcionamos por voluntad de la asociación civil. Hay muchos entes externos que nos han ayudado, pero de forma privada. En ningún momento de parte del Gobierno. Colaboramos para conseguir la asistencia médica y psicológica de los chicos cuando vienen con problemas de acciones o enfermedad. Los apoyamos en toda esa parte. Los acompañamos”, añadió.

Entre las actividades con las que cuentan son grupos de oración, charlas con gente de Cáritas, y reuniones con la CPA.

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