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Barrio “El Bajo” en Juana Koslay: el drama de vivir en medio de la oscuridad, la basura y la inseguridad

Es uno de los 30 asentamientos. No tienen acceso regular a la energía, son víctimas de la delincuencia, deben guardar los residuos en sus casas y ni las ambulancias quieren entrar el predio.

Es uno de los 30 asentamientos que hay en la provincia.

por Antonella Camargo

elchorrillero.com

Actualizada: 23/01/2023 22:37

“Acá si nos morimos, nos morimos”, de esa forma una vecina, Gabriela, graficó la exclusión que viven las entre 45 y 50 familias que habitan en el “El Bajo”, uno de los cuatro barrios populares que hay en Juana Koslay, y de los 30 en toda la provincia.

Se cansaron de las ilusiones, de las mentiras y de las promesas electorales. Por eso decidieron reunirse y convocar a los medios. Aseguran que ya golpearon todas las puertas y no pueden esperar más. No piden materiales, dinero ni ayudas, solo quieren “vivir dignamente como cualquier ser humano”.

El asentamiento tiene una extensión de 22.313 metros cuadrados. Pero siguen en medio de la marginalidad y los servicios que han logrado ha sido gracias al esfuerza de todos los residentes.

“La situación que estamos viviendo es muy difícil porque tenemos hijos pequeños, adolescentes y no tenemos ni un servicio básico”, afirmó Lorena, una de las mujeres que se comunicó con El Chorrillero.

Lo cierto es que hace un tiempo les instalaron un poste de luz en el ingreso al barrio. Después tuvieron que comprar ellos mismos los cables y colgarse de ahí. Pero todo fue de forma precaria y se advierte al ver los que cuelgan por la zona.

Es uno de los 30 asentamientos que hay en la provincia.

No solamente que el suministro no llega bien a cada hogar, sino que además sufren cortes permanentes que les queman los electrodomésticos y lo más grave: ponen en riesgo sus vidas. Esto sucede cuando se corta el servicio y deben ir ellos mismos a conectarlo, algo que agrava el escenario si ha llovido.

Esta situación hace que vivan en medio de la oscuridad y así sean centro de otro flagelo como la inseguridad: “No tenemos luz en las calles, no se puede salir. No sabes en qué momento te agarre alguien”. Incluso temen que algún vecino pueda ser confundido por un delincuente.

Es uno de los 30 asentamientos que hay en la provincia.

A raíz de esto, han sido víctimas de robos. A varios les han sustraído herramientas o una moto de la puerta de las viviendas.

A quien le robaron el rodado contó que lo usaba para ir a trabajar todos los días. Antes se levantaba a las 6 y ahora debe hacerlo una hora antes e irse caminando porque no tiene otro medio.

El accionar la Policía también es nulo. Lorena describió que ha ido a la comisaría a realizar la denuncia y le manifiestan que los malvivientes son los de siempre y ellos no pueden hacer nada.

“Si ellos están cansados, ¿qué queda para nosotros? Si actuamos, vamos presos. Perdemos porque nos roban y porque hacemos justicia”, planteó.

En relación al agua, el sector también tiene una conexión irregular, que fue gestionada por la comunidad. En algunos casos tienen dificultades para que el suministro llegue de la forma adecuada.

Es uno de los 30 asentamientos que hay en la provincia.

En este sentido, apuntaron al abandono de parte de la gestión de Jorge “Toti” Videla, quién fue una sola vez a visitarlos y les prometió que iría cada 15 días, pero no ocurrió.

El intendente les había prometido el acceso a la energía eléctrica, aunque se limitó al único poste que hay en el asentamiento. “Pidió que compráramos todo, los vecinos”, contó Lorena.

También se había comprometido a que les pondría contenedores de basura, porque habitualmente dejaban los residuos en un descampado, pero tampoco sucedió.

Es uno de los 30 asentamientos que hay en la provincia.

Una mujer contó que actualmente guardan la basura en sus propias casas porque les dijeron que no pueden tirarla más al lugar donde lo hacían.

“Es un lugar de nadie. Se acuerdan cuando hay que votar”, cuestionaron.

En la misma línea, otro de los inconvenientes es el acceso hasta el barrio. Ni taxis, ni ambulancias quieren llegar hasta el lugar por el camino deteriorado.

Es uno de los 30 asentamientos que hay en la provincia.

El testimonio más duro fue el de una mujer que vive hace 45 años en el lugar y tiene un hijo que está en silla de ruedas, le dicen doña Chabela.

“Tengo que salir a las chuequeadas como ando hasta la estación de servicio a buscar un remis, traerlo hasta acá para que lleve a mi hijo porque está invalido”, especificó. Y aseguró que le ha pedido al intendente que acuda hasta el asentamiento para ver la realidad que viven.

Otra de las residentes se detuvo en la inseguridad y junto a los demás denunciaron que Videla ha pagado para que dejen a los delincuentes en libertad.

“Queremos que nos escuchen que nos ayuden porque estamos tirados, por el Estado y quien sea. Vivimos en la nada. Queremos vivir dignamente como cualquier ser humano. Mucho ‘Juana Koslay’, pero esto también lo es”, sentenció Gabriela.

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