El noroeste de San Luis sigue penando con la sequía

Las lluvias llegaron por fin a buena parte de San Luis en enero, lo que trajo alivio a la campaña gruesa, que componen sobre todo la soja y el maíz, aunque también hay productores que apuestan por el sorgo y el girasol. Pero una zona en particular, el departamento Ayacucho, sigue con serios problemas porque la sequía viene de arrastre y el agua caída, más escasa que en el resto de la provincia, no alcanza para lograr una recuperación.

“La situación sigue siendo desesperante, habrán caído unos 40 milímetros desde que empezó el año, pero arrancamos desde muy atrás y no hay forma de que podamos salir adelante”, cuenta un productor de Quines que tiene un pequeño rodeo Hereford. El criador dice que el agua “llegó tarde” para evitar el desastre. “No tenemos pastos, se fueron agotando porque hay que tener en cuenta que llevamos tres años sin la ayuda de las lluvias, a lo que hay que sumar los fuertes vientos de la zona”.

Falta de agua, vientos que arrasan con todo y además está la radiación solar, en una región limítrofe con La Rioja, donde el verano se hace sentir con temperaturas por encima de los 40 grados. “La mayoría de los productores se vio obligada a vender entre el 30% y el 50% de la hacienda, porque no tenía manera de darle de comer”, agregó el ganadero, quien también conoce de casos de pérdida de vacunos debido a la mortandad ante la imposibilidad de brindarles algo para tomar. Hay que pensar que una vaca adulta consume alrededor de 60 litros por día en esta época del año.

Este apuro por sacarse de encima los animales hace que los precios no sean los mejores. Deben vender los terneros recién destetados, lejos del peso ideal, y encima sacarse de encima madres que quizá con mejor alimentación podrían ayudar a aumentar el rodeo. “Ni siquiera el buffel grass, un pasto muy rendidor en la zona, aguantó tanta sequía. Ya no semilla, no se reproduce, y mucho menos las pasturas naturales de la zona, que directamente desaparecieron hace ya más de un año”, describe el panorama, que es desolador.

El buffel grass es una pastura megatérmica de gran rendimiento, resistente a los calores fuertes y a la falta de agua, pero no está pensado para aguantar tres años consecutivos de sequía estival. En el noroeste de San Luis apenas si pueden sacar alguna ganancia las empresas grandes como Puramel o Las Marías, que tienen riego por pivote, pero los pequeños productores se van fundiendo de uno, sin que el Estado provincial les dé una mano para salir adelante.

Todavía las rurales siguen esperando que el Gobierno reglamente la Emergencia Agropecuaria, que ya fue aprobada por la Legislatura. Hubo una luz de esperanza con la llegada del nuevo ministro de Producción, Marcelo Amitrano, quien a las 48 horas de asumir citó a la dirigencia y les propuso trabajar en conjunto. “Con el anterior ministro (Juan Lavandeira) nunca hubo el mínimo diálogo, jamás apareció por Ayacucho. Con Amitrano, cuya familia tiene campo de toda la vida, al menos tenemos la esperanza de avanzar con la reglamentación de la ley. Pero todavía estamos esperando”, lamenta el productor de Quines.

Hace un par de meses atrás, el dique La Huertita, que abastece a buena parte de la zona, llegó a estar 26 metros debajo de su cota habitual. “Es un fenómeno nunca visto en la historia, ponele que haya recuperado algo, pero es imposible que recupere su caudal. Y de allí sacan agua los productores. Por eso San Luis Agua la está racionalizando, por lo que en Ayacucho es imposible pensar en hacer soja o maíz en secano, sin riego artificial acá no crece nada desde hace varios años”, cierra el ganadero, quien saca cuentas y todas dan en rojo: “Si no llueve algo más en febrero, tendremos que seguir liquidando parte del rodeo sólo para pagar las deudas”.