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Quedó sin trabajo a los 55 años, trasladó su vida a Villa Mercedes y lucha día a día para ganarse el pan

Los fines de semana toca el banjo en el centro de la ciudad. Hace 5 años que está en búsqueda de un trabajo que le asegure estabilidad económica y por ahora solo sobrevive.

Foto Denise Tornello
Horacio Carusso.
Actualizada: 08/04/2023 20:15
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Por Sonia Schoenaker

Horacio Carusso es oriundo de Buenos Aires. Vive en Villa Mercedes desde el 29 de mayo del año 2018. “No me quise ir más”, aseguró cuando le contó su historia a El Chorrillero.

Hace 5 años que está instalado en la ciudad y a pesar de las búsquedas no puede conseguir un trabajo fijo. De jueves a sábados se acerca al centro de la ciudad a tocar el banjo. Por la mañana está parado en el semáforo de las calles Tucumán y Lavalle; y después del mediodía se posiciona fuera del banco Supervielle ubicado en el barrio Estación.

“Hasta antes de la pandemia estuvo todo más o menos bien. Después se vino todo abajo”, aseguró.

En Buenos Aires trabajó como seguridad en una fábrica hasta los 55 años, pero el lugar cerró. Su vida cambió completamente, ya no conseguía trabajo en “ningún lado” y al lugar que iba “rebotaba”.

Por un tiempo sostuvo su vida haciendo “changas”. Buscando maneras de ganar dinero, un día se le ocurrió que con una lata de dulce de batata y cuerdas de guitarra criolla podía fabricarse un banjo casero.

A partir de ese momento, Horacio salió a la calle a tocar ese instrumento. Su lugar recurrente era una parada de colectivos en el barrio Morón. “Se llenaba de gente y sacaba unos pesos”, recordó.

Entre la gente que todos los días se cruzaba con él, una mujer se frenó para cambiarle la vida. “Pasa una señora que tocaba el saxo en la filarmónica de Misiones y me dice ‘vos no podés tocar con eso así, tenés que tocar con algo en serio’”, relató. Luego de una charla “motivadora”, la saxofonista le pidió la dirección de su casa y siguió su camino.

Al cabo de unas semanas recibió un banjo a su casa. “Yo no lo podía creer. Temblaba”, dijo.

En el 2018 un amigo le propuso vivir en Villa Mercedes y lo contrató para trabajar en una rotisería. Luego de un tiempo, por cuestiones económicas tuvieron que cerrar el local. “Me quedé otra vez en la calle”, manifestó.

El banjo cobró de nuevo protagonismo y salió a tocar música “a la gorra”. “Yo vengo acá y me dan una moneda, no pido nada. Si alguien viene y quiere tocar el banjo se lo pone, se filma, se saca fotos”, agregó.

El instrumento tiene muchos años así que requiere de arreglos constantes. “Es el peor de todos los banjos que puede haber en el planeta, pero no estoy en condiciones de comprar uno”, afirmó.

Uno nuevo cuesta alrededor de $200 mil y uno profesional $1 millón.

Por el momento el dinero que recauda tocando es el único sustento que tiene para sobrevivir, ya que a causa de dos hernias no puede “hacer changas” que requieran esfuerzos físicos.

“El problema que estoy teniendo ahora es que no puedo comprarme ropa, no puedo comprarme calzado, no puedo comprarme ropa interior porque siempre tengo que guardar plata”, añadió.

Cuando llegó a la ciudad estaba acompañado de su mujer, que padecía una enfermedad oncológica. Al tiempo ella regresó a Buenos Aires mientras Horacio se instalaba cada vez más.

Considera que es “muy duro” estar solo. Algunas noches duerme sentado en una silla y con la radio prendida en la cocina de la casa. “Si voy a la pieza me vuelvo loco”, expuso.

“Hay que atenerse a las consecuencias de vivir mal. Trato de hacer lo posible, lo mejor que pueda para salir adelante, pero salgo siempre para atrás”, finalizó.

Video y edición: Denise Tornello

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