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VILLA MERCEDES

Vendió hasta su casa para emprender y ahora regala viandas a las familias que no tienen qué comer

Antonella Escudero tiene 32 años y junto con su marido, Juan llevan adelante la rotisería “El Patrón”, ubicada en la esquina de Suipacha y Rafael Cortez. Ayudan a los que no tienen nada y proyectan generar más fuentes laborales.

Antonella, una joven emprendedora de Villa Mercedes.
Actualizada: 16/04/2023 13:49
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Por Sonia Schoenaker

Desde el mes de noviembre que están instalados en el local que decidieron llamar “El Patrón”, pero hace 5 años que forman parte del rubro gastronómico. “Empecé trabajando en bares de la ciudad hasta que decidí hacer viandas en mi casa”, comentó la mujer en diálogo con El Chorrillero.

“Empezamos por necesidad, nos hacía falta trabajo, así que empezamos a hacer comida”, contó Antonella Escudero. Cuando comenzaron vendían dos viandas por día y las repartía ella misma. En la actualidad, la rotisería que está ubicada en Suipacha y Rafael Cortez, vende alrededor de mil viandas cada jornada.

Cada vez que pasaban por ahí, Antonella le transmitía a su marido las ganas de alquilarlo. “Golpeé la puerta de la casa del señor de al lado, le pregunté y me dijo que no estaba en alquiler. Le dejé mi número por las dudas y al tiempo me llamó para avisarme que estaba disponible”, relató.

Así comenzó a cumplir los sueños. Para empezar el emprendimiento, la pareja vendió su casa. “Siempre te tenés que arriesgar”, dijo. “Nos desprendimos de algo para ver si cambiábamos un poco porque veníamos mal y valió la pena porque conseguimos todo lo que hoy tenemos”, agregó.

Además de las 1000 viandas que preparan a diario, el equipo ofrece comida para los que menos tienen. La semana pasada tomaron trascendencia cuando pusieron una pizarra en la puerta contando que había viandas solidarias y que podían pasar a buscarlas.

Todos los días entregan más de 30 porciones calientes a personas que están sufriendo la crisis económica y les falta un plato de comida. “Siempre fuimos solidarios y nos pareció que podíamos ayudar así”, manifestó la joven.

“Del menú que sacamos hacemos de más y eso va para la gente que no tiene”, aseguró.

Si alguna vez se quedan sin comida y alguien se acerca a buscar algo para alimentarse “ahí no más las chicas arman y le entregan algo bien hecho”, explicó. “Sí o sí algo se llevan”, sostuvo.

Los platos que se entregan gratuitamente son los mismos que se venden al público: “Acá somos muy empáticos con todos”.

Escudero se considera “muy creyente”, y en eso se apoyó para que los anhelos se hicieran realidad.

“Siempre tuve la certeza de que iba a poder estar bien. Dios me estaba preparando para lo mejor”, añadió.

Cree que esta iniciativa “es un dar y recibir constante”; que recibe “la gratitud de Dios” para después entregarla a la gente”.

“No hay que dejar de soñar, de creer que sí se puede. Tenés que creer que va a ser así. Es más, yo le decía a mi gente que tengo laburando ‘yo voy a tener mi cocina y las voy a llevar a trabajar conmigo, no vamos a trabajar más así’”, señaló. Todo lo que se propuso lo logró.

“La gente que viene me pregunta si puede barrer la vereda, entrar a limpiar o nos regalan cosas. Son cosas que te llenan. Te llenas de buena onda”, comentó.

“La otra vez vino un hombre y nos regaló un libro, después vino otro y nos regaló un CD para que los chicos miraran películas. También vinieron los chicos que están en las esquinas haciendo malabares y les dieron pulseras a todos”, relató.

“Esas cosas te llegan, toda esa energía es la que llega a este lugar”, agregó.

Mostró agradecimiento con los clientes que compran son quienes ayudan “a sostener esto”.

Como proyecto quiere seguir generando más fuentes de trabajo: “La gastronomía siempre fue mal paga, yo sé que voy a poder cambiar todo eso”.

 

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