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PERDIÓ PODER

“El” Alberto todopoderoso ya no existe, es el pasado de San Luis

La realidad que marca un final imparable pasa por arriba, abajo y los costados del gobernador.

Foto Marcos Verdullo
Alberto Fernández y Alberto Rodríguez Saá.

por Daniel Miranda

elchorrillero.com

Actualizada: 24/04/2023 13:46

Alberto Rodríguez Saá creó una dimensión que se ha desvanecido ante la crudeza de la realidad. Se desintegró antes que la inevitable declinación de Alberto Fernández a la reelección. Ambos están en el sendero de la retirada por obra de lo que construyeron y lo que dejaron de hacer.

Hay novedades en San Luis que no son titulares periodísticos. La noticia es que la gente le perdió el miedo.

“¿A quién va a poner Poggi al frente del Plan?”, interrogó un trabajador de Inclusión al cruzarse en una visita “sorpresiva” con un funcionario de la nueva generación que subió estupefacto a su camioneta para volver presuroso a la Colonia Hogar.

Un comisario le comentó a un intendente en medio de los cambios de urgencia de la cúpula que no estaba dispuesto a “quemarse” ingresando a esta Plana Mayor porque “en dos meses viene Poggi”.

Estas conversaciones inimaginables en el pasado reciente ahora forman parte de la cotidianeidad y retratan con certeza la idea de cómo fue perdiendo poder Alberto Rodríguez Saá.

Una noche en el “noticiero de la pandemia” se describió frente a una audiencia aterrorizada por el virus desconocido como “un poco irascible”.

Su socia Cristina Kirchner en pleno apogeo en 2012 también impresionaba: “Sólo hay que tenerle miedo a Dios… y un poquito a mí”.

Estos mensajes inquietantes a ciudadanos de a pie, a la prensa, jueces, empresarios y hasta sus mismos funcionarios ya no tienen el mismo grado de eficacia en figuras que se esfuerzan por resistir a ocupar el lugar que les está reservando la historia.

A medida que se aproxima el 11 de junio, Rodríguez Saá descarga todo el aparato económico del Estado para compensar la imagen de todopoderoso de la que se está desnudando.

La feria “industrial” promocionada con publicaciones pagas en los medios porteños que el gobernador caracteriza de “enemigos de San Luis”, es utilizada impunemente como pasarela de los candidatos para sacar provecho. Regalan entradas para que sean correspondidos con un like o para arrancarle una foto a un adolescente. Miserias de un colectivo que flota a fuerza de manotazos.

Este obsceno montaje no ha sido suficiente para disimular una nueva frustración. El golpe de efecto que intentaba dar a 50 días de las elecciones en Villa Mercedes no fue posible a pesar de los millonarios fondos públicos con los que colaboró en el negocio del fútbol profesional. Fue la última chance que tuvo para “taparle la boca” a los villamerdecinos con quienes sigue enojado porque no lo votaron y “no comprenden” el valor de La Pedrera.

Hilvanó en una semana dos derrotas políticas.

Horas antes la Justicia Federal de San Luis había volteado una burda maniobra de fraude electoral. Ordenó que se eliminaran 400 votantes golondrinas del padrón de un pequeño feudo como es Fortín El Patria. El mismo fuero le asestó un golpe devastador cuando frenó el “Plan Platita”, la billetera estatal para dar vuelta voluntades.

Hasta hace poco la oposición era tímida y las denuncias judiciales jamás prosperaban. Eso cambió.

Los ostensibles signos de la evaporación de la capacidad de influir en su propia tropa, en los adversarios y en la sociedad están a la vista.

Allí se inscriben la doble derrota electoral del 2021 ante un Frente opositor con vocación de poder y el acto de desobediencia del vicegobernador que no acató la orden de pasar al Superior Tribunal de Justicia como un comisario político.

El Gobierno se diluye en pedazos en medio del desbocado descontrol.  Desde Terrazas del Portezuelo solo bajan groserías porque los funcionarios no sienten la mirada de la autoridad y menos todavía se notifican de las urgencias de aquellos que reciben los bolsones en La Vecindad (una villa ubicada a la vuelta del ministerio de Desarrollo Social) y tantos otros asentamientos diseminados en las principales ciudades. Desde hace rato la clase media baja también requiere de esta asistencia.

Todo hay que anotar en el inventario del cuarto gobierno kirchnerista que se va y tuvo a Alberto Rodríguez Saá como actor.

Sin políticas, sin gestión, su presencia es una figura fantasmal que se reduce a apariciones esporádicas.

Todo eso representa la pérdida de poder, cuando el final se vuelve inexorable.

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