Historias de San Luis: añejas prohibiciones en Villa de la Quebrada y Renca
Esta fecha es propicia para recordar las mayores festividades religiosas que tiene la provincia de San Luis: la veneración al Cristo de la Quebrada y a Nuestro Señor de Renca.
Los días 30 de abril son las noches de los promesantes, de los caminantes que recorren cientos de kilómetros para cumplir sus promesas, y llegar el 1 de Mayo al lugar de destino. Arribar el Día del Trabajo. Todo un símbolo.
Coinciden los festejos centrales el día 3 de mayo. Y asisten miles de personas del país y del extranjero.
Como lo hice en un relato del año pasado, recordaré que estas festividades tuvieron muchos cuestionamientos y prohibiciones por parte de algunas autoridades de la iglesia católica, principalmente el culto al Santo Cristo de la Quebrada. Mucho más que Renca.
Por ejemplo, en el año 1941 el obispo de San Luis, Pedro Dionisio Tibiletti, publicó un extenso documento sosteniendo textualmente que “no es culto católico sino falso, reprobable y supersticioso el que se quiere ofrecer al llamado Cristo de la Quebrada”.
Ese es el artículo 1 y el más suave, anunciando prohibiciones con castigos.
El mismo obispo emitió también en 1941 una elogiosa carta para el culto de Renca instando a asistir al mismo, y condenando nuevamente a los cultos de la Quebrada, ordenando que se prohibieran.
¡Qué iba a imaginar Monseñor Tibiletti que el sacerdote Federico Kunz que atendía la capilla de Renca, iba a ser amenazado de muerte hace dos años por militantes políticos para que no votaran en las últimas elecciones!
Pero los tiempos fueron cambiando desde ese 1941.
Aunque en algunas ocasiones Renca también tuvo impedimentos para un desarrollo normal de la celebración.
A pesar de las tormentas apocalípticas anunciadas, la devoción al Cristo de la Quebrada fue creciendo, si bien algunos comisionados y comisionadas municipales no se han preocupado en reinvertir lo que genera la fiesta para un mayor crecimiento del lugar. Pero ese es otro tema.
Los documentos de monseñor Tibiletti a los que hago referencia son públicos y están disponibles en los archivos históricos.
Villa de la Quebrada y Renca son lugares convocantes por la fe.
Pero no solo asisten católicos, sino también creyentes de otros credos, agnósticos y ateos.
O gente que va a participar de estas extraordinarias convocatorias populares para conocerlas. Y seguro que mentalmente, acercan un pedido, o una acción de gracias, o una oración dicha desde el corazón. No tenga dudas de eso.
Por más que recién hayan salido de una guitarreada, de un baile o de un asado.
Nunca se olvidan el motivo por el cual están allí.
Por supuesto que hubo fiestas muy desorganizadas que afectaban los momentos espirituales en templos o en las procesiones o en los vía crucis.
Tanto en Renca como en la Villa.
Un acierto fue liberar la plaza principal en Villa de la Quebrada de los cientos de vendedores que se colocaban en el lugar, frente a la Iglesia.
Se habilitaron puestos a lo largo y a lo ancho de la Villa, dejando libre el espacio de la plaza, y se acordaron determinados decibeles para que la música de los locales no se mezclara con los rezos del templo.
Nadie niega que es un lugar propicio para un variopinto de delitos, pero para eso está o debería estar la policía en una permanente tarea de presencia y de prevención. No solo para controlar los vehículos.
De acuerdo a lo manifestado públicamente por el Obispo monseñor Gabriel Barba, él no está en contra de las manifestaciones populares que generan los llamados del Cristo de la Quebrada y de Nuestro Señor de Renca, obviamente dentro del marco de respeto.
Y lo ha demostrado con sus actitudes cuando asistió a ambos lugares.
"He vivido y disfrutado de fiestas parecidas en otras diócesis", declaró el Obispo.
Con todo bien organizado, las fiestas populares que generan estas devociones pueden llevarse adelante sin problemas.
Renca y Villa de la Quebrada están en el corazón de la gente y contra eso no se puede luchar.
Seguir escuchando las voces de Alcides y Los Playeros, Pedro Palacios, Los Trovadores de Cuyo que le cantan a estos santos, cada uno con su estilo.
Y que siga sonando la inmortal cueca de Ricardo Domínguez Arancibia "El Cascarudo" señalando el camino de la fe diciendo:" Se distingue el lucerío, falta la última recta, no me le afloje compadre hay que cumplir la promesa".