En el San Luis de Alberto Rodríguez Saá ahora se fugó un preso y el Gobierno actúa como si nada hubiera pasado
El comportamiento oficial muestra una vez más la lógica perversa con la que se maneja ante la sociedad.
A esta altura la fuga de un preso condenado a prisión perpetua es uno más de los bochornos que tiene en su haber la administración de Alberto Rodríguez Saá.
Frente al papelón y la gravedad del hecho se aferró al manual que usó desde el primer día: esconde y tapa todo aquello que valora que puede afectar sus intereses.
Esa fórmula pudo funcionar cuando en San Luis reinaba El Diario de la República y después repetía el ahora devaluado Canal 13: se asumía que las únicas noticias que ocurrían eran las que se reproducían en su medio.
Se maneja con esa lógica.
El Gobierno se mantiene en silencio como si Alberto Figueroa, sentenciado por el crimen del kinesiólogo cordobés Darío Walter Gramaglia, no se hubiera escapado de una cárcel.
Abundan las preguntas sobre las medidas de seguridad y cuánto pasó entre que detectaron la ausencia y la puesta en marcha del dispositivo de captura. Los interrogantes encuentran sentido si se tiene en cuenta por ejemplo que hace un mes una referente social denunció públicamente que su hijo fue asaltado por un criminal que purga en la misma cárcel una pena de 20 años.
En el San Luis de Alberto Rodríguez Saá se escapan presos, una mujer y un adolescente se ahorcan en comisarías, una nena es secuestrada, asesinos salen con permiso y cometen delitos…
Una saga de eventos dramáticos que vienen a jalonar este final de ciclo.
Mientras eso sucede el Gobierno reprende a medios nacionales y locales que dan cuenta sobre el trato especial que reciben las asesinas de Lucio Dupuy alojadas en San Luis gracias al Tratado del Caldén. Hace poco al salir a la luz que la pareja de la madre del niño, Abigaíl Páez había solicitado al Estado puntano la terapia hormonal masculinizante, los funcionarios se mostraron ofendidos y salieron a desmentir una información proporcionada a un portal nacional desde el mismo Servicio Penitenciario.
Todo eso pasa en el San Luis de Alberto Rodríguez Saá.