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Carrillo S.A.: así hacen negocios y política con la salud de los puntanos  

Un informe del diario Todo un País expone el manejo del principal centro de salud del Estado provincial. A continuación se reproduce la publicación:

Foto ANSL
Actualizada: 28/05/2023 22:45
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De afuera, un edificio monumental para que quienes circulan por la Autopista se sorprendan con el tamaño de la jaula metálica y de vidrios que envuelve los consultorios, quirófanos y habitaciones.

Adentro, la vida de cientos de puntanos queda titilando, tironeada entre la utilización política y los intereses económicos.

Es la politización de la salud, un veneno que el Gobernador Rodríguez Saá inyectó en el cuerpo de la salud pública puntana, hace metástasis y se abre camino entre los distintos servicios profesionales y desviando recursos económicos a un pozo sin fondo.

El diagnóstico no es fácil de ser advertido por los propios ciudadanos, pacientes del hospital, pero se revela evidente, claro, a los ojos de los profesionales, tanto de aquellos que caminan a diario en esos servicios médicos, como por quienes fueron marginados pese a su experiencia y trayectoria.

No hay dudas, la salud pública de San Luis es utilizada para hacer política y negocios. Y tiene una cara visible en ambas marquesinas: la de la doctora María José Zanglá; nadie como ella supo antes instrumentar el plan de Rodríguez Saá para poner a la salud pública al servicio de sus intereses.

Casi una decena de servicios serán examinados en este artículo, pacientemente construido a lo largo de meses y a partir de más de 30 entrevistas a las que accedieron con condiciones para proteger su identidad médicos que conocen acabadamente lo que pasa puertas adentro del edificio.

Algunos de ellos hoy prestan servicio en el Carrillo, otros se fueron, ya no están, o nunca estuvieron, pero aportaron con su experiencia interrogantes que había que despejar para entender lo que pasa allí adentro.

Servicio de Cirugía de Guardia central.

Empezamos por el Servicio de Cirugía de Guardia central.

A partir de su creación y puesta en marcha estuvo a cargo del doctor José Luis Peralta, esposo de María José Zanglá, denunciado públicamente por malas praxis, y por los abusos autoritarios que comete amparándose en su relación con la directora general del Hospital.

En diciembre del año pasado tuvo que bajar el perfil y dejar el cargo cuando la presión pública llegó a niveles que expusieron a la propia Zanglá.
En su lugar fue contratado un joven médico cirujano de la ciudad de Córdoba, quien recientemente terminó su residencia de emergentología “con todas las ganas, pero por ahora totalmente inexperto”.

Debemos saber que si hay algo que se requiere para estar al frente de un Servicio de Cirugía de Guardia central de un Hospital es precisamente la experiencia necesaria para coordinar un servicio de esa envergadura.

El Carrillo es el hospital más importante de la provincia, y a donde llega el 90% de la urgencia y emergencia quirúrgica.

Quien conduce ese servicio tiene que tener experiencia para poder coordinar el trabajo de otros cirujanos de guardia, hoy tan jóvenes e inexpertos como el actual jefe; jóvenes profesionales “golondrinas” que vienen de las provincias vecinas con el objetivo de cumplir su guardia de 24 horas, cobrar y volverse.

Actualmente están contratados para realizar esas guardias entre 3 y 5 cirujanos cada día, para realizar en promedio de 2 a 3 procedimientos de cirugía general de urgencias diarias.

Por qué entonces esa decisión de contratar jóvenes. Lo dicen los mismos médicos: Zanglá no podría “plantarse” ante un médico con 30 o 40 años de experiencia en el servicio. Con los jóvenes puede hacer lo que quiera.

Conclusión: a contramano de lo que recomiendan los servicios médicos del mundo, en el Hospital Carrillo ese servicio está en manos de profesionales sin la experiencia necesaria.

La cirugía de urgencia en los hospitales del mundo está en manos de cirujanos emergentólogos experimentados, comprometidos y con un poder de resolución sobresaliente, ya que es el servicio al que ingresan pacientes con emergencias que ponen en riesgo su vida.

En el Hospital Ramón Carrillo, el hospital más importante de la provincia, ese servicio está a cargo de cirujanos muy jóvenes, totalmente inexpertos con un poder de resolución deficiente que obviamente queda reflejado en las estadísticas de complicaciones y mortalidad, casos que muy pocas veces son de público conocimiento.

En el antiguo Policlínico u Hospital San Luis, el Servicio de Cirugía de Urgencia estaba asistido por el servicio de Cirugía general de planta, conformado por 16 cirujanos con muchos años de residencia en San Luis, con vasta experiencia, que trabajaban en equipo, muy comprometidos, y con resultados obviamente positivos.

Hoy, al menos 6 de esos cirujanos se encuentran “desterrados”, por el solo motivo de no ser aceptados por la doctora Zanglá, y se encuentran en la Maternidad Provincial, en donde no se puede aprovechar la capacidad profesional que tienen.

Otros de aquellos cirujanos renunciaron al sistema, cansados del manoseo, maltrato y humillación de parte de la gerencia y de las autoridades del ministerio.

Valen aquí algunos interrogantes que nos llevan entonces a pensar más allá del servicio profesional y que nos acercan a los intereses económicos en juego.

  • ¿No hay en San Luis cirujanos capacitados para cubrir las guardias del Hospital Ramón Carrillo?.
  • ¿Es necesario de 3 a 5 cirujanos para cubrir la demanda de 2,5 cirugías promedio de urgencia por día?.
  • ¿Se merece la población de San Luis en caso de emergencia quedar en manos de profesionales jóvenes e inexpertos?.
  • ¿Quién está detrás y se beneficia de estas contrataciones de profesionales de otras provincias?

Servicio de cirugía vascular.

Los cirujanos vasculares son los especialistas que se encargan de cualquier operación en la que estén comprometidas venas o arterias del paciente, con lo cual requieren de una formación profesional especializada.

Este servicio siempre se destacó en el Policlínico Hospital San Luis, y de hecho era el tercer servicio con más procedimientos quirúrgicos. Su prestigio se debió en buena medida a la jefatura que ejerció el doctor Enrique Miranda, a cargo del servicio en los últimos 20 años. Junto a él siempre hubo un equipo de profesionales de excelencia, con gran compromiso, responsabilidad, predisposición al trabajo en equipo, y con quienes podía contar a cualquier hora del día dado que eran de San Luis y vivían aquí.

Hoy, el Hospital Ramón Carrillo, el servicio de cirugía vascular es servicio golondrina a cargo de profesionales que vienen desde la ciudad de Mendoza, contratados para hacer guardia de 24 horas.

Ellos hacen su trabajo y se vuelven a su lugar de origen; no hay referentes, son pocos los procedimientos que se realizan, y es preocupante el nivel resolución en emergencias según comentan otros profesionales testigos de ese servicio.

¿Cuál es la necesidad de reemplazar un servicio de excelencia por un servicio nuevo, sin referente, sin experiencia, y lo más lamentable con un poder de resolución totalmente limitado que obviamente pone en riesgo la vida de los puntanos?.

Tal vez sólo uno: la férrea decisión de Zanglá de no confrontar con médicos con más experiencia que ella y la oportunidad de facturar servicios en un hospital que se parece más a una Sociedad Anónima comercial.

Servicio de cirugía de tórax.

Se trata de uno de los servicios más importantes de un hospital que, en el caso del Carrillo, su directora decidió tercerizar, prestación golondrina y al mando de un cirujano de la ciudad de Mendoza, que solo viene con sus ayudantes los días martes y viernes.

Al estar sólo dos días en la semana, los pacientes que son operados por esos profesionales que vuelven a Mendoza, y que sufren alguna complicación posoperatoria, quedan sin atención hasta su regreso.

Las urgencias, emergencias u otros pacientes que de alguna manera necesitan de estos especialistas deben esperar a que estos médicos vengan los martes y viernes.

Para entender este déficit vale recordar que en el hospital San Luis el servicio de cirugía de tórax en los últimos 15 años estuvo al mando de la doctora Mariela Panero, una médica radicada en San Luis, de carreras sanitaria, profesional con gran responsabilidad, comprometida con sus pacientes, con una gran capacidad de resolución y con disponibilidad las 24 horas durante los 365 días del año.

Sin embargo, al momento de armar el plantel profesional que trabajaría en el Ramón Carrillo no fue convocada y quedó en el hospital San Luis sin poder aportar toda su experiencia y reconocida capacidad profesional.

Es necesario volver a preguntarse ¿qué hay detrás de la decisión de contratar profesionales golondrinas por sumas millonarias que brindan un servicio limitado a algunos días de la semana, teniendo una especialista en nuestra ciudad disponible 24/7?. Ya a esta altura no es necesario repetir lo que es evidente.

Quirófanos.

El Hospital Ramón Carillo cuenta con 16 quirófanos, aunque sólo se utilizan de 4 a 6 quirófanos en forma simultánea, porque no están todos habilitados con los elementos necesarios, o porque no hay suficientes anestesiólogos ni instrumentadores para ponerlos en funcionamiento.

Pese a que la infraestructura triplica la cantidad de quirófanos y camas de internación del Policlínico Regional, en la actualidad se realiza la misma cantidad de cirugías. Y hay un cuello de botella con demoras en los turnos para cirugías.

Son varias las causas detrás de este cuadro de situación: falta de anestesiólogos, falta de instrumentadores, falta de enfermeros, deficiente servicio de limpieza por falta de personal, deficiencia en la esterilización de insumos, falta de computadoras en funcionamiento –hay sólo 4 para todos los quirófanos-, e insumos no disponibles por la burocracia que paraliza parte del sistema.

Capacitación y docencia.

A la par de la utilización electoral y la propaganda que se hizo sobre el edificio del nuevo Hospital, el gobierno y las autoridades del Ramón Carrillo siempre hablaron de la excelencia en la tecnología y en la capacitación del recurso humano.

Sin embargo, hay que decir que numerosos profesionales que han realizado cursos y capacitaciones universitarias, terciarias, de dos o más años de duración, tuvieron que pagar esos estudios de sus propios bolsillos.

Más aún, para certificar estos estudios esos médicos necesitan hacer trabajos finales, tesis o trabajos de investigación, que lógicamente deberían ser realizados en el lugar en el que ejercen la profesión.

Sin embargo, por razones poco claras, las autoridades del Hospital no autorizan esos estudios y hay quienes llevan más de cinco meses esperando.

¿Qué podría revelarse si esos profesionales hicieran sus trabajos de investigación en el Carrillo?, ¿Qué aspectos del sistema hoy ocultos podrían aparecer a los ojos de los propios médicos primero, y luego de la opinión pública?.

Servicio de cirugía maxilofacial.

El servicio de cirugía maxilofacial que funcionaba en el hospital Policlínico de San Luis gozaba de mucho prestigio y era uno de los más reconocidos de la región.

Su calidad profesional, destacaba tanto para pacientes adultos como pediátricos, y quien lo conducía, el doctor Alejandro Martínez, no fue convocado para brindar servicio en el hospital Ramón Carrillo.

Eso se nota argumentan los profesionales que conocen la materia.

En la actualidad, la demanda de cirugía maxilofacial no tiene respuestas salvo los días viernes cuando viene el grupo de cirujanos contratados desde la provincia de Mendoza. Es otro servicio golondrina que chupa recursos del Hospital Ramón Carrillo.

El hecho de que vengan un solo día a la semana provoca otro cuello de botella, dado que atienden consultorio, interconsultas y cirugías a contrarreloj.

Los pacientes en situación posoperatoria deben esperar desde el sábado hasta el viernes siguiente en que los médicos de Mendoza vuelven para hacer controles. Así se exponen a situaciones muy graves a aquellos pacientes que tienen complicaciones al salir del quirófano.

Servicio de Cirugía General.

Antes de adentrarnos en este servicio, los propios médicos y personal de salud revelan la falta de anestesiólogos, instrumentadores y enfermeros, todos claves dentro de cualquier estructura de atención hospitalaria.

Digamos que el Servicio de Cirugía General es el servicio quirúrgico más importante de un Hospital; es el servicio con más cantidad de cirugías del Hospital Ramón Carrillo, allí donde se tratan la gran mayoría de las patologías crónicas quirúrgicas de los habitantes de San Luis.

Esos ciudadanos ingresan a un servicio que está en manos de un cirujano contratado que viene de la provincia de Mendoza, amigo de… sí, de la directora María José Zanglá.

Se trata de un joven, aún inexperto, que brinda servicio golondrina, y que además ejerce en el mismo hospital desde hace un año y medio como cirujano de tórax.

Absolutamente funcional a cualquier directiva de la gerencia y perteneciente al grupo de profesionales médicos amigos de Zanglá, todos de Mendoza, y que encontraron en el Hospital Carrillo, una gran unidad de negocio.

Entre ellos conviven 8 cirujanos que quedaron del viejo Hospital San Luis, presionados, perseguidos, y solo con la colaboración de un grupo de residentes (cirujanos en formación) con los que cubren apenas la demanda de las cirugías programadas.

La diferencia con el servicio que se brindaba en el viejo Hospital esa abrumadora. Aquel servicio de cirugía funcionaba a cargo de un jefe, un profesional con 30 años en carrera sanitaria, con innumerables cirugías programadas y de urgencia en su enorme experiencia, con un poder de resolución envidiable, cuyos méritos y trayectoria lo llevaron a ocupar ese lugar, escoltado por un grupo de cirujanos de igual experiencia y que hoy están todos fuera del Carrillo con toda su capacidad profesional desperdiciada.

Mientras, las contrataciones de profesionales de Mendoza, amigos de la doctora Zanglá se multiplican y aspiran los recursos económicos del Hospital.

Así se hace política -para propaganda de Alberto Rodríguez Saá-, exhibiendo hacia afuera una imagen de un “hospital modelo” en términos de infraestructura, mientras adentro se hacen negocios contratando por cifras millonarias a profesionales golondrinas de otras provincias, amigos de la directora general, María José Zanglá.

En ambos casos, las consecuencias las paga el servicio de salud cada vez menos pública de la provincia de San Luis y los puntanos. Lo pagan con salud, y con sus dineros, que se aspiran en un pozo sin fondo: Carrillo S.A.

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