TRATA DE PERSONAS
En primera persona, el testimonio de una mujer que estuvo en Remar: “Tuve la desgracia de estar tres meses en esa secta”
Junto a su madre vivió un infierno durante tres meses. Todo fue en 2005 cuando llegó junto a su madre desde Córdoba a España a buscar un futuro mejor. Pidió que la Justicia en Argentina “llegue al fondo de las investigaciones”.
A más de una semana de los múltiples allanamientos en las sedes de Remar en varias provincias, siguen conociendo experiencias de quienes formaron parte de la organización. Algunas destacaron el accionar de la entidad, mientras que otros dieron cuenta de los malos tratos y la explotación a la que fueron sometidos.
La causa por trata de personas se originó en San Luis a partir de una investigación del fiscal Federal, Cristian Rachid. Tras los 38 procedimientos, 498 personas fueron rescatadas de las distintas sedes en todo el país.
Al enterarse de lo sucedido, una vecina de Córdoba que actualmente vive en España, se contactó con El Chorrillero. La mujer vivió dentro de Remar en aquel país en 2005, fue durante tres meses y cuando migró junto a su madre para un futuro mejor.
La sede central de la ONG está en Madrid, España. Por eso, la víctima prefirió resguardar su identidad. Aseguró que cuando logró escaparse, el fundador, Miguel Diez envió a gente a perseguirla y hostigarla para que no contara todo lo vivido.
“Tuve la desgracia de estar tres meses en esa secta, lo suficiente para conocer de qué se trata, y deseo que allá en Argentina, lleguen al fondo de las investigaciones, ya que a la gente le lavan el cerebro y las suelen tener amenazadas”, comenzó relatando.
En aquel entonces ella tenía 28 años y su madre unos 65. Tras el arribo a España permanecieron en un hotel donde trabajaba un amigo. Días después pensó que no se adaptaría a aquella realidad e intentaron volver a Argentina. Sin embargo, no pudieron adelantar la fecha que ya tenían en el pasaje.
Fue un pastor evangélico en nuestro país quien la puso en contacto con un cantante cristiano llamado Tony Celman, de la comunidad de Valencia. Éste último envió a integrantes de Remar a buscarlas.
Fueron trasladadas a una casa llamada "la primera fase", un establecimiento en Castilla la Mancha, en el municipio Puebla de Montalbán. Allí había mujeres que eran rescatadas de la calle y se encontraban en etapa de "desintoxicación".
“Pero en ese lugar no recibían ni atención profesional ni nada, sólo las explotaban laboralmente a más no poder. Con la excusa de que les daban techo y comida, ellas les tenían que pagar con sus trabajos, las hacían limpiar los hoteles durante todo el día, desde muy temprano hasta altas horas de la noche. Y a las que tenían niños pequeños también, sin darles la posibilidad de estar con sus hijos”, describió.
Precisó que cuando las mujeres se oponían a las órdenes o se “rebelaban”, la responsable del lugar “les gritaba e imponía castigos como lavar los platos todos los días, o mantenerlas incomunicadas de sus familias, o en el peor de los casos, trasladarlas a otras fincas en otras provincias”.
De la investigación surgida en San Luis surgió que el dinero era girado a Uruguay, donde era dolarizado y luego tenía como destino final España.
La víctima reconoció que “los responsables administraban mucho dinero”. Y rememoró una ocasión donde uno de ellos, conocido como Bilbo, la invitó junto a su madre a tomar el té a su casa: “Cuando su hija le pidió dinero para salir, él sacó un gran fajo de dinero, y luego excusándose nos dijo ‘esto es de la obra’”.
Sobre sus vivencias personales precisó que el primer mes las trataron bien. Un día Diez las citó después de una reunión de la iglesia.
“En esa charla me convenció de que si nos quedábamos tendríamos techo y comida hasta que me quisiera ir, y me prometió que así sería. Luego, Bilbo, me pidió los pasajes de regreso, y cometí el garrafal error de dárselos. Cuando lo hice se sacó la careta y empezó nuestro infierno”, detalló.
Después de eso, comenzaron a vigilarlas “constantemente, hasta para ir al baño”. Cuando familiares desde Argentina las llamaban, desde Remar les decían que no estaban y “ponían miles de excusas”.
“Mi familia comenzó a sospechar que algo no andaba bien. Además, en ese tiempo en el 2005 no estaba la comunicación por WhatsApp, ni había la accesibilidad a los móviles y tecnología como lo hay en el día de hoy y en el caso que la hubiera, ellos lo hubiesen impedido ya que a las personas que tenían celulares se los quitaban, como también dinero y documentación”, recordó.
Mencionó situaciones donde eran “constantemente vigiladas” y estaba imposibilitada de hablar con sus afectos: “Hasta que un día Bilbo me dijo, ‘olvida a tu familia, nunca más volverás a tener contacto con ellos, porque no saldrás de aquí jamás’. Tu madre que haga lo que quiera ella no nos importa, la que nos importa eres tú”.
“Cuando me dijo eso, busqué la manera de irme, pero en ese pueblo no había nada, sólo un triste bar el cual su teléfono a monedas ni funcionaba. Desesperada volví a la finca y le comenté a mi madre. Hasta que un día supe cómo encontrar una biblioteca donde había computadoras y fui para intentar conectarme con mi familia. Y al abrir correos, me había escrito el pastor evangélico que nos puso en contacto con Tony Celman y me dijo que había estado averiguando, que Remar era una secta y que lamentaba mucho que de manera indirecta me hubiera puesto en contacto”, relató.
Cuando descubrieron que estaba en esa biblioteca, le prohibieron salir y se encargaba de cuidar “niños de las mujeres que utilizaban como esclavas”.
Hizo alusión a uno noche donde tuvo que trabajar en el hotel de Diez: “Me hicieron fregar la vajilla a más no poder porque tenían un retiro ‘espiritual’. Había botellas de toda clase de bebidas alcohólicas. Era impresionante como bebía aquella gente, y a mí me hicieron trabajar hasta altas horas de la madrugada”.
Sobre sus últimos tiempos dentro de la ONG precisaron que por su “rebeldía” fue trasladada a una finca en San Martín de la Vega, un lugar aislado y donde era imposible escaparse.
“A los pocos días, a mi madre se la llevaron secuestrada para a otro sitio, la fueron a buscar unos tipos y a la fuerza se la llevaron en una camioneta, a mí me dio un ataque de nervios y armé tal escándalo que no les quedó de otra que llevarme con ella. Y nos dejaron recluidas en una casa cerca de un sitio llamado Ajalvir, hasta que decidieran qué hacer con nosotras”, puntualizó.
El alivio llegó luego de varios días sin comer cuando un hombre vio el estado en que se encontraban y las ayudó a contactarse con familiares.
“Les dije a los responsables que nos íbamos, ellos me decían que no nos iban a dejar marchar, y el día anterior me puse muy firme y les dije que si no nos dejaban ir, cuando escapase iríamos a la embajada a denunciarles, y ahí llamaron a una furgoneta que nos llevó hasta otra casa donde teníamos parte de nuestra ropa, y al siguiente día nos llevaron a la estación y así pudimos viajar a Barcelona”, indicó.
La pesadilla no terminó en ese momento debido a que luego la siguieron y hostigaron para que no contara lo que había vivido dentro de Remar.