La inseguridad en los barrios Faro 1, 2 y 3; vecinos que se acostumbraron a vivir encerrados y con el miedo a ser desvalijados
Aseguran que no pueden dejar sus hogares solos ni 30 minutos porque les roban. Piden al Municipio que intime a los propietarios de descampados que utilizan los delincuentes para esconderse o escapar.
Los habitantes de los barrios Faro 1, 2 y 3 están cansados de la galopante inseguridad que padecen. Es que la delincuencia se apoderó del loteo que está ubicado en la zona sur de la ciudad de San Luis y lo definen como “zona liberada”.
La gota que rebalsó el vaso fue el ataque a una familia el lunes pasado por la noche. Alrededor de las 22:30 los delincuentes comenzaron a arrojar piedras a las ventanas, rompieron un vidrio e hirieron a una mujer en la cabeza mientras tenía a su bebé de siete meses en brazos. Luego, rompieron la puerta a patadas, entraron y se llevaron un televisor 43 pulgadas y un router.
El Chorrillero dialogó con un grupo de vecinos que decidieron exponer la problemática ante la falta de respuestas de las autoridades.
Jorge Izaguirre, víctima del asalto, explicó que es la segunda vez que sufren un hecho delictivo en un mes y medio que llevan viviendo en el Faro 3. En la primera, se llevaron un termotanque y algunos elementos que estaban en el patio.
Son familias que eligieron vivir ahí. Compraron terreno con el sueño de tener la casa propia. Sin embargo, la problemática los llevó a no sólo pensar en invertir en materiales de construcción sino en sistemas de seguridad para sentirse protegidos.
Durante el recorrido por la zona, se observa un escenario común en casi todas las propiedades; rejas en puertas y ventanas, medianeras de más de dos metros con vidrios, alambres de púa o concertina, y hasta cámaras y alarmas.
El principal problema que tienen son los descampados que rodean los barrios y son de propiedad privada. Justamente es el medio que utilizan los malvivientes para escapar, esconder los elementos que roban e incluso tienen sus “chozas” improvisadas donde duermen o vigilan a las familias cuando salen.
El modus operandi consiste en arrojar piedras a las ventanas o puertas para comprobar que no haya nadie. Por lo general no actúan solos, tienen cómplices que controlan el perímetro y hacen de “campana”.
La situación es insostenible al punto de que los mismos habitantes tienen que hacer de su propia seguridad. Algunos optaron por hacer guardias de dos turnos durante la madrugada en los techos y asegurarse de que no roben en ningún lado.
A eso se suma que no pueden dejar las casas solas ni media hora por temor a ser desvalijadas. Las vacaciones familiares prácticamente no existen porque siempre debe quedar alguien y cuando salen todos los integrantes de la familia, tratan de hacerlo durante poco tiempo o a algún lugar cerca.
“Lo que hace la Policía no alcanza, es decir, no basta la buena voluntad de ellos, necesitamos medidas concretas porque es una situación compleja”, señaló Izaguirre.
Andrés, otro vecino, dijo que “siempre estamos en nuestros hogares asustados y cuando vamos a trabajar con mi esposa todo el tiempo estamos con el corazón en la boca”.
En una ocasión entraron a su vivienda y le robaron varias pertenencias como una soldadora, amoladora, taladro, parlante y hasta una máquina de cortar pasto: “Hice la denuncia en la Comisaría 3°, pero nunca me llamaron para decirme que habían recuperado algo”.
“Lo que va a pasar es que, si no hay solución, vamos a empezar a hacer justicia por mano propia. Ellos actúan con total impunidad y creo que en algún momento habrá alguna reacción”, expresó.
Indicó que otra de las preocupaciones se genera cuando reciben visitas porque si se movilizan en algún vehículo y lo dejan estacionado en la calle deben estar atentos y observando a cada rato que no los ataquen.
“Todos somos laburantes y las cosas nos cuestan. Hemos comprado estos terrenos y construido nuestra casa, pero eso no significa que tengamos un poder adquisitivo alto. Hay mucha gente que se quiere ir del barrio porque así no se puede vivir”, reflexionó.
Otro vecino contó que fue víctima de la inseguridad en varias ocasiones: “Recuerdo una vez que fui a comprar materiales para la construcción de mi vivienda y tuve que guardarlos arriba de la terraza para que no se los llevaran, pero al otro día cuando llegué no había nada”.
“Ya viviendo sufrimos dos robos grandes, la primera vez nos desvalijaron y la segunda fueron dos televisores, una pava eléctrica, microondas y una bicicleta. En este último caso, tengo las grabaciones, le pasé los videos a la Policía y nunca encontraron nada”, expuso.
Al principio, los delincuentes atacaban por la noche, pero ahora lo hacen a toda hora. También aprovechan los días de mucho viento porque al haber obras, se confunden los sonidos que producen las ráfagas en chapas o árboles con el actuar de ellos.
Anticipó que presentarán una nota al intendente Sergio Tamayo exigiendo que intime a los propietarios de los descampados para que desmonten o cierren los terrenos.
“Cuando vamos a trabajar nos quedamos preocupados y los que tenemos cámaras miramos a cada rato el celular para ver si hay algo extraño o si se activó la alarma”, precisó.
Otra forma de hacer frente a la inseguridad es mantenerse comunicados todo el tiempo por un grupo de WhatsApp. Asimismo, algunos deciden dormir en sus lotes o en la vereda durante la noche para cuidar los materiales de construcción.
Carlos contó que desde hace un año y medio vive con su familia en uno de los barrios y ya sufrieron cuatro hechos delictivos: “La primera vez fue en diciembre y sacaron la notebook, una aspiradora y electrodomésticos y quisieron llevarse los televisores, pero no pudieron porque están amurados a la pared. Otro día volvieron por la madrugada para sustraer una garrafa”.
Y añadió: “Tenemos una medianera alta pero asimismo se treparon y sacaron las cosas. Algunas veces estábamos durmiendo adentro y después de eso ya no estamos tranquilos. el último hecho, estaba mi esposa sola, se subieron por la pared arriba de un caballo y tiraron piedras, pero cuando se dieron cuenta que adentro había alguien, escaparon”.
“Cuando elegimos este lugar para vivir, no nos imaginamos tanta inseguridad ni que nuestras familias iban a estar en riesgo”, cerró.
Los vecinos piden a las autoridades el cambio de la luminaria pública a led, el desmalezado de los descampados que rodean las barriadas, picadas cortafuego porque existe el peligro de que se originen incendios y afecten a las viviendas y mayor presencia policial en la zona.
Después del asalto a la familia Izaguirre, el ministro de Seguridad, Claudio Latini, y autoridades de la cúpula policial se reunieron con los habitantes y se comprometieron a mejorar la seguridad. Ya instalaron una grúa con un nodo y cada tanto hay patrullaje de móviles, pero las familias creen que esto no es suficiente hasta que las otras medidas se lleven adelante.
“Esta situación nos arrastra a que cada uno haga se defienda como pueda o nos organicemos entre nosotros para tratar de frenar esto”, finalizó Izaguirre.
Fotos: Marcos Verdullo
Video: Néstor Miranda
Edición: Juan Ledesma