VILLA MERCEDES
El “Mono” Cuello: el vendedor de diarios que homenajeó a Gatica y que fabricó figuritas del Mundial
Hace 30 años que tiene un puesto en una plaza de la ciudad. Su pasión más grande es el contacto con la gente y quiere cumplir el sueño de vacacionar en un crucero.
Por Sonia Schoenaker
Carlos Cuello, más conocido como “El Mono”, tiene un puesto de diarios y revistas en la Plaza del Sesquicentenario, sobre la vereda de la calle Balcarce, entre Urquiza y Rivadavia.
Su apodo surgió cuando el contador que lo asesoraba le sugirió ponerle un nombre de fantasía al negocio. “A mí se me ocurrió homenajear a algún deportista porque uno siempre estuvo ligado al deporte, y en mi familia el boxeo ha sido fuerte. Entonces yo dije: quien nos representa en Villa Mercedes es José María Gatica (El Mono)”, transmitió en una entrevista con El Chorrillero.
Con el tiempo, el nombre del kiosco terminó reemplazando el suyo. “Hasta mis nietos me dicen ‘abuelo Mono’”, contó.
Cuello es oriundo de Villa Mercedes, pero vivió un tiempo en Buenos Aires trabajando en una aerolínea de cabotaje. El destino lo llevó de regreso a su ciudad natal en los 90’.
“Vine en el momento de la promoción industrial, todos estaban entusiasmados con eso. Yo probé también pero no me cerró nunca la idea de estar encerrado en un lugar bajo muchas normas. Soy más desestructurado”, explicó.
Así fue que empezó con la venta de diarios y revistas. “Estoy al aire libre desde hace 30 años. Empezamos repartiendo con mi esposa, con nuestros amigos, ofreciéndoles diarios y revistas. En ese momento había varias publicaciones porque internet no existía y los teléfonos celulares tampoco. La publicidad también, entonces el medio gráfico era el fuerte. Acá se vendía muchísimo”, relató.
En la actualidad, el puesto cuenta con anexos como bebidas, golosinas y cigarrillos “para aumentar los ingresos”.
El kiosco no solo se convirtió en el medio para ofrecer las noticias y revistas del momento. También fue el espacio donde crecieron los cuatro hijos que tuvo junto a Dorita, su compañera de vida. “Llegaron al kiosco de bebés y se quedaron acá porque hay que estar todo el día. Crecieron acá, se alimentaron acá, aprendieron a andar en bicicleta acá. Han crecido en el kiosco y se han cansado porque no aparece ninguno por acá”, bromeó.
Lo que le apasiona a El Mono es el contacto cara a cara: “Es un desafío muy grande porque cualquier cosa que uno vende viene con el precio incorporado. Entonces a la gente le da lo mismo comprarlo acá, en una estación de micros, estación de trenes, en una plaza o shopping ¿En qué compito entonces? En la atención. En ser un poco diferente, en tratar al cliente como si fuera una familia, por eso nos eligen”.
El año pasado, ante la gran demanda de figuritas del Mundial de Fútbol, que estaban agotadas en todo el país, decidió fabricarlas por su cuenta para sorprender a los más pequeños.
“En un momento me daba tanta pena que los chicos no consiguieran, que las hice fabricar yo. Son iguales a las que venían en el sobre y cumplí con todos los chicos. Así como venían las de ‘Panini’, yo les brindé a los chicos las de ‘Monini’”, contó.
La iniciativa fue todo un éxito, y hasta el día de hoy los que pasan preguntan por las figuritas.
Además, fue el puntapié para empezar a imprimir posters de equipos de fútbol con el logo del kiosco.
Con 60 años, El Mono no pierde las ganas de cumplir sueños. Una de sus metas es realizar un viaje en crucero junto con Dorita, y está seguro que lo va a lograr.
Llevan 30 años de sus vidas en el mismo lugar: “Solamente 3 o 4 días del año no trabajamos. Acá estamos con lluvia, con viento, con nieve, con sol, de día, de noche. La vida pasó por acá. Nos hemos puesto viejitos y seguimos con las mismas costumbres”.
Fotos, video y edición: Denise Vargas