Subas del 40%, caída del consumo y el desafío de mantenerse a flote: la realidad de las carnicerías de San Luis
El impacto de la devaluación y el aumento del dólar oficial informal impactan en las góndolas de los locales. La clásica pizarra con los precios y ofertas ya no existe y los comerciantes hacen malabares para continuar con las puertas abiertas.
Con el dólar oficial a $368 y una inflación galopante, los negocios y sus consumidores se encuentran a la mitad de una dura batalla económica.
En el caso de las carnicerías puntanas, tras las elecciones PASO del fin de semana y el ajuste devaluatorio, se vieron obligados a modificar los precios en dos oportunidades, primero en un 7% y luego otro 32%.
El Chorrillero recorrió algunos comercios del rubro que confluyeron en varios conceptos: la cadena de pagos tiende de un hilo, la incertidumbre hace que no tengan precios de referencia, el consumo cayó y la incertidumbre del futuro gana terreno.
Uno de ellos fue Federico, dueño del local Granja Los Amigos que comentó que el kilo de media res saltó de un momento al otro de $1100 a $1900. En el traslado de valores seguró que mayoritariamente lo hizo a los cortes de mejor calidad.
“No hay un techo con los precios, no sabemos qué puede pasar. Va a llegar un momento en que nadie va a comprar. La cadena está cada vez más rota”, subrayó.
Los proveedores no tienen respuestas inmediatas ante la complejidad del panorama: “Me dicen, ‘esta semana tiene tal precio, la que viene no sabemos, lo vemos’”.
Mantener la clientela y que la gente no deje de acudir al lugar de confianza, es otro asterisco que dificulta más la situación. “Imaginate que un jubilado que gana $60 mil compre con estos precios. Tiene que comprar remedios, tiene que poder vivir, te da cosa vender con estos valores. Me dicen ‘me faltan $70 ¿qué le voy a decir? que lo lleve”, dijo.
Ante la ola devaluatoria y la nula actualización salarial, los vecinos invierten la misma cantidad de pesos pero se llevan una menor cantidad de mercadería.
“Si no autorizas los precios no te alcanza la plata a reponer. Por ejemplo, a la picada común o al asado surtido tratamos de no aumentarlos tanto porque sino no le vendes a nadie. Se complica, los negocios grandes tienen espalda, pero los chicos como el mío, te llevan a la quiebra, tenés que pagar luz, alquiler, impuestos, tres empleados ¿cómo haces para sobrevivir? no te alcanza”, completó.
Si bien los cortes de cerdo y de pollo se mantuvieron o sufrieron una suba menor que la vacuna, calcula que prontamente podrá modificarse.
Otro carnicero que reflejó el mismo panorama es Martín, propietario del Frigorífico Lafinur. En su caso, pretender vender la mercadería que tiene y cerrar por unos 10 o 15 días hasta que la incertidumbre pase.
“Voy a vender lo que tengo y cierro. Voy a esperar que pase el lío, no me queda otra ¿A quién le vendo a $4000 un kilo de carne?”, señaló.
Según manifestó, el consumo cayó en un 50% en tan solo unos días y la forma que encontró para sobrevivir es gracias al almacén que atiende junto a su familia en el mismo lugar.
“Es imposible seguir así. Yo tengo variedad, vendemos otras cosas, es un negocio familiar. Somos mi señora, mi hijo y mi suegro, somos cuatro. La gente viene a buscar la oferta de siempre pero no hay ninguna, los carteles los tengo borrados”, agregó.