Historias de San Luis: recordando personajes inolvidables de San Luis
Laura y Juan son un respetado matrimonio que le ponen su trabajo y talento a su ciudad, San Luis.
Lectores incorregibles de estas historias, días pasados recordamos a los personajes de la ciudad de los que había escrito en estas notas.
Y la sugerencia fue porque no trataba de reunirlos.
Lo intento. Con menores descripciones individuales.
Se trata de personas que son inolvidables para la comunidad, estén vivas o muertas, han tenido su propio mundo y allí viven.
"El Cholo" ( no el amigo del Kiosco de la calle Belgrano).
"El Cholo" que anda por las calles vendiendo de todo. Y a veces cuenta relatos de los que él llama:"Los Muertos Vivos". Pone su vozarrón en un tono grave hasta que finaliza sus historias con una sonora carcajada.
Un personaje que ya no habita este mundo terrenal: "El Cocó". No Coco. Cocó.
Iba mucho a las funciones del Cine Roma a ver películas de cowboys.
Andaba por la ciudad simulando que manejaba. Era educado y le encantaba dialogar con la gente.
Concurría mucho a una concesionaria de autos que funcionaba en la calle Las Heras entre Chacabuco y San Martín. En este lugar funcionan las oficinas de Anses actualmente.
No hay que confundirlo con "El Coquito". Antes de la pandemia le pude hacer un reportaje en mi programa de Radio Dimensión.
A esa histórica entrevista radial fue con su familia porque tiene severos problemas de visión.
Y por eso ya no vemos dirigiendo el tránsito o sacando multas en las calles que rodean a la Plaza Pringles.
Tal vez ayudando a los clientes de la zona a cargar sus paquetes de compras en los autos o taxis a cambio de una propina.
"El Tigre" que recitaba los discursos de Juan Domingo Perón subido a un banco de la Plaza Pringles.
Tenía muchos amigos universitarios que lo invitaban a comer en el Comedor Universitario con la complicidad de las autoridades del lugar para que se alimentara dignamente.
Era una persona en situación de calle que se reunía con otros adictos al alcoholismo en casas abandonadas o terrenos baldíos.
"El Memeco". Su mayor felicidad era cantar temas de Los Iracundos.
Ya conté la historia cuando lo hicieron subir al escenario los auténticos Iracundos en el Salón Maipú a cantar un tema con ellos, y después andaba firmando autógrafos.
¿Y El Pomucho? Andaba mucho en el transporte público que en esa época era la empresa El Fifí.
Por supuesto que era una gentileza de la empresa y de los choferes que lo conocían. No generaba ningún problema.
De saco casi siempre, con una gorra torcida y la mirada lejos, muy lejos.
Su residencia casi permanente era el ex Hospital Psiquiátrico, pero entraba y salía cuando quería. Era su casa.
Lo conocí y lo veía cuando mi madre me llevaba a pasear en ómnibus como única posible distracción.
Y paseábamos por la zona del ex Hospital Psiquiátrico “a tomar aire”, como me había recomendado el médico por mi endeble estado de salud cuando niño.
Carlos Fernández me habla de alguien que era popularmente conocido como “El Negro de la Leña”. De esto, me aclara, hace muchos años.
Era alguien que trabajaba en los obrajes, pero cuando ese trabajo disminuyó, venía y se instalaba en la esquina de 25 de Mayo y General Paz de la ciudad de San Luis.
Allí estaba sentadito “El Negro de la Leña”, sin molestar a nadie, pero la gente sabía que ese era el lugar de encuentro para contratarlo.
El hombre no le mezquinaba el cuerpo para trabajar en lo que le ofrecieran, y así tenía su sustento diario y el de su familia. Vivía de las changas.
Y viene a la memoria de muchos "El Loco F….".
Bueno, este amigo, "El Loco F", generalmente andaba caminando por el medio de cualquier calle, indiferente a los peligros del tránsito, gritando siempre Viva Perón, en plena proscripción del peronismo y cuando decir Perón era mala palabra y motivo de severos castigos.
Hace muchos años que los canillitas no vocean por las las calles los principales títulos de los diarios como, por ejemplo, antes lo hacían y con gran talento "El Violín" y "El Chacho Miranda". Gran arquero de fútbol El Chacho. Un ídolo de multitudes.
Las ocurrencias para cambiar los títulos ya eran motivo suficiente para comprar el diario o la revista.Y recordando arqueros, aparece el gran “Goyo” Ibarra, papá de un personaje que se hizo muy popular en los medios de comunicación: "El Davicho".
Su nombre es David Ibarra. Vecino de la avenida Julio A. Roca.
Por esas cosas de la vida, lo conocí y comenzó a acompañarme a radio Dimensión. Allí se hizo amigo de todos.
Casi siempre de saco y corbata, y cuando hacía frío, un pullover. Muy respetuoso.
Le gustaba mucho viajar a los festivales de la provincia o de provincias vecinas dónde me contrataban. Gran compañía y gran amigo.
Y ya que estamos por la zona sur, aparece "El Cacuta". Famoso por muchas cosas el Cacuta. Hincha fanático de Huracán. De un andar cansino. Le costaba caminar.
"Chirulito", que murió atropellado por un vehículo en la avenida Sucre.
"El Camello Sergio", un indigente afortunadamente recuperado de una situación de abandono familiar.
"El Man". Un joven pelilargo que comía hojas de los árboles en el paseo del Padre y hace un tiempo el amigo Gerardo lo encontró en Mendoza.
¿Alguien se acuerda de "El Gigante" nos pregunta Javier?
Le gritabas GIGANTE y en el acto se paraba y hablaba con alguien imaginario con gestos como si mostrara los documentos.
Y Javier también tiene en su memoria a Pocholo o Cocholo, que andaba asustando gente por la calle con un arma de juguete.
Era habitué de las calles una señora de baja estatura, pelo largo, vestidos superpuestos, que siempre acarreaba muchas bolsas.
Era alguien que vivía en situación de calle, pero no se dejaba ayudar.
Es más, cuando alguien intentaba hacerlo, reaccionaba con violencia en muchos casos. No hablaba, Pero tenía una hermosa sonrisa. Varias veces a la semana la veía ya que tenía un refugio en un pequeño pasillo contiguo a la agencia de noticias Télam cuando tenía sus oficinas en la calle General Paz.
Y cada vez que nos mirábamos, sin hablar, nos sonreíamos como la única forma de saludarnos.
Por eso digo lo de su sonrisa. Y nunca tuve inconvenientes con ella cuando en silencio le acercaba alguna colaboración para que no estuviera tan mal. Pero la calle era su hogar.
Y otro es Juancito, que vive en el ex- Hogar de Ancianos “San Vicente de Paul”.
Ya no anda por las calles repartiendo saludos, pero era feliz llevando a las abuelas y los abuelos a pasear en silla de ruedas por el centro de la ciudad.
Hay muchos personajes inolvidables en toda la provincia.
Intentaré ir al rescate de ellos en cada lugar para que al menos nos encontremos en estas columnas.
Muchos ya no están en este mundo terrenal, pero dicen que el recuerdo y el alma no mueren. Solo muere quien es olvidado.