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El calvario de los últimos días de Silvina Luna: por qué no pudo ser trasplantada

La actriz y modelo padecía desde hace años las consecuencias de haberse sometido a tratamientos estéticos con sustancias tóxicas para su organismo. Desde el 13 de junio permanecía en el Hospital Italiano.

Silvina Luna en una de sus últimas internaciones.
Actualizada: 01/09/2023 17:28
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Silvina Luna murió ayer a los 43 años tras pasar 79 días internada en el Hospital Italiano, a donde ingresó con su salud muy deteriorada y con la ilusión de un trasplante de riñón que nunca pudo concretar. ¿Pero por qué tuvo este desenlace?

Sus riñones ya no funcionaban pero para lograr un trasplante primero debía ganar peso y libre de infecciones, algo de lo que nunca pudo reponerse. Es que al estar inmunodeprimida, la actriz y modelo quedó expuesta a contraer todo tipo de virus, de ahí que casi no recibiera visitas durante su internación, incluso cuando dejó la sala de cuidados intensivos.

Se la preservó en todo momento pero sus energías fueron mermando con el correr de las semanas en las que -como cualquier paciente- alternó momentos altos y bajos.

Las inyecciones con metacrilato y otras sustancias (silicona líquida y cemento) que recibió en sucesivos tratamientos, en sus glúteos, le provocaron una hipercalcemia que trajo como consecuencia una insuficiencia renal aguda; esto derivó en que desde hace muchos años tuviera que controlarse semanalmente y llegar a hacer diálisis durante cuatro horas al día, tres veces a la semana.

Pero sus problemas de salud no se circunscribían a los riñones o a los dolores físicos al estar sentada o recostada, a los que su abogado Fernando Burlando describió hoy como "estar sentado sobre piedras" durante años.

Diferentes estudios de imágenes determinaron que padecía osteopenia, que es una distinta densidad mineral en los huesos, con menos calcio, y también osteoporosis, algo que le llegó a provocar fracturas en los dedos del pie.

Para intentar que mejore en este aspecto iba a ser sometida a un tratamiento en cámara hiperbárica, con oxígeno a alta presión, pero su internación el 13 de junio frustró esa posibilidad.

Las bajas defensas -debido al suministro de corticoides, algo que hacía que luciera con su rostro más hinchado- la dejaron expuesta a todo tipo de bacterias que suelen atacar el sistema inmunitario de personas inmunodeprimidas, exponiéndola a perder la vida; de ahí que se la cuidara tanto y que se sucedieran rumores sobre mejorías temporales o empeoramientos de su salud.

Un trasplante le hubiera permitido ganar calidad de vida y quizás mejorarle la expectativa pero el daño en su organismo era generalizado.

"Las últimas horas fueron terribles. Ver su agonía, su sufrimiento, su dolor. En los momentos que tenía de lucidez, verse en un cuerpo que no le funcionaba… Era la desesperación de no poder avanzar para poder salir de ahí, fue tremendo. No se lo deseo a nadie", reveló este viernes su amiga Analía Reina.

"Fue una luchadora hasta el último momento. Lo dio todo. Ella nos miraba y nos decía ‘la tengo difícil’. Pero seguía pidiendo por favor que la ayudemos a hacer ejercicios para poder levantarse. Su objetivo era salir de ahí, quería vivir, hasta los últimos días que se dio cuenta de que no podía más y lloraba. Pensaba en todo y me llegó a decir que quería trascender, que no aguantaba más estar en ese cuerpo enfermo", dijo Reina en declaraciones a A la Barbarossa (Telefe).

Ayer, horas después de haber sido intubada, su hermano Ezequiel debió tomar la drástica decisión de pedir que le quitaran el respirador y así acabar con su agonía. Su cuerpo se mantenía vivo merced a una máquina, pero su salud desmejoraba día tras día. Su lucha había llegado a su fin.

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