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Un año sin Diego Gatica Ledesma: una inseguridad que mata y una madre que suplica llevarle justicia a su hijo

Tenía 30 años, había salido a andar en bicicleta y para robarle, un grupo lo golpeó de forma salvaje. Al menos seis personas participaron de la agresión, pero sólo tres llegarán a juicio. Sólo hay un detenido.

Era un lunes cualquiera, una tarde de septiembre, donde nadie se imaginaría que la vida de una familia cambiaría para siempre. Ese 5 de septiembre, la luz de Diego Gatica Ledesma comenzó a apagarse. Tenía 30 años, era papá de un pequeño de un añito recién cumplido, hermano de Ana y Lautaro, e hijo de Carina y Miguel. Para ellos y muchas personas más, ese día empezó la pesadilla.

Diego estimaba que esa tarde le tocaría trabajar. Pertenecía a la Policía de la Provincia e integraba el cuerpo del DRIM. Pero su destino cambió cuando le dieron franco y decidió salir a andar en bicicleta, una actividad que le gustaba practicar en sus tiempos libres. Fue así, que emprendió el camino hacia la tragedia.

El recorrido involucró el Corredor Vial “Eva Perón” y fue a la altura del barrio Tibiletti cuando todo se volvió oscuro. Desde uno de los puentes le arrojaron algo que lo obligó a detener su marcha. Sólo eso bastó para que un grupo de al menos seis jóvenes se fueran contra él y lo atacaran de forma salvaje. Cada golpe le quitaba un poco de vida.

Los objetivos que perseguían los agresores eran dos: la bicicleta y el par de zapatillas del joven. Lo consiguieron y no importó lo que debieron hacer para lograrlo. Una vez que cumplieron la misión, huyeron. Y un llamado al 911 alertó a la Policía del hecho.

Nadie sabe con mayores certezas lo que ocurrió en el lugar. Sólo los agresores debido a que en ese punto, pese a que era conocido por los hechos delictivos, no había cámaras de seguridad. Tampoco un puesto de la Policía.

Gatica Ledesma fue trasladado al Hospital Central “Ramón Carrillo”. Su pronóstico no era alentador. Las heridas habían sido muy severas.

Mientras pasaban las horas y los días, Diego luchaba por su vida. En paralelo se conocía información sobre los atacantes. Uno de los datos más alarmantes fue que la mayoría de los implicados eran menores de edad. Pero había un mayor, y se sumó otra gravedad: era un joven que meses atrás había golpeado a otro policía (hoy jefe de la institución, Hernán Soloa).

Se trataba de Lautaro Cruz, quien estaba procesado, pero en libertad. Casualmente o no, días después comenzó el juicio en su contra, donde fue condenado a la pena de tres años y seis meses.

El 11 de septiembre, la luz de Diego terminó de apagarse. La misma luz que su mamá le había visto ese mañana de lunes, donde también estaba muy contento. Fue a través de un comunicado que el “Ramón Carrillo” difundió la trágica noticia.

La conmoción e indignación fue tan grande, que al día siguiente San Luis vivió una de las marchas más convocantes y emotivas del último tiempo. No solamente conocidos o allegados al joven concurrieron, también lo hicieron madres, hermanos y amigos que podrían estar en el lugar de los de Diego.

El punto final de la concentración fue la Previsora, donde estaban velando los restos de Diego.

“Esa mañana (5 septiembre) él se levantó muy feliz. Fue a pagar el salón donde iba a festejar el primer año de Brunito. Estuvimos charlando y parezco loca, pero yo lo miraba y estaba iluminado. Él se quedó merendando con mi mamá. Con Ana salimos a comprar cosas para el cumpleaños, pero yo tenía mucha desesperación por volver. Cuando lo hicimos mi hermana me dijo, ‘a Diego lo asaltaron y parece que está mal’”, así revivió Carina uno de los días más dolorosos de su vida.

Describió que el camino al Hospital fue “eterno”, pero más difícil fue ver el estado en que se encontraba su hijo: “Todo con cables, la cabeza hinchada. Aun así, yo pensaba que iba a dormir unos días nada más y ‘de acá voy a salir con él’. No podía entender lo que los médicos decían. Mi hijo nunca tuvo la oportunidad de salir de ahí. Y yo no lo entendí”.

La madre, consideró que a su hijo “lo mató la inseguridad”, pero también el ser policía. Cree que los delincuentes lo identificaron y que eso derivó en una mayor violencia. “Si no ¿cómo se explica tanta saña? Hay un odio a la Policía que no tiene nombre”, planteó.

En noviembre está previsto el comienzo del debate oral, pero solamente tres personas estarán en el banquillo de los acusados. Los demás implicados no llegarán a la Justicia porque al momento del hecho tenían menos de 16 años.

Lautaro Cruz, Maycol Bustos y Alexis Cuello Morán enfrentan pedidos de penas que van desde los 5 a los 25 años, por homicidio en distintos grados de participación.

“Siento mucha injusticia. No tiene comparación lo que están pidiendo por un asesino. Diego no tuvo ninguna oportunidad con la vida después de eso. Fue saña lo que hicieron. A Dieguito le mataron el cerebro. Mientras estuve en el Hospital pensaba que se iba a despertar. Y los médicos me lo decían”, reflexionó.

Ledesma apuntó a la responsabilidad del Estado en la implicancia de menores porque “no hay una institución que coloque límites”.

“Hace 20 años se cerraron esos institutos. No estoy pidiendo que los castiguen de la forma en que castigaron a mi hijo, pero sí que si en su casa no les enseñaron el valor de la vida del otro, que se los enseñe el Estado”, sostuvo.

Cuestionó que se tengan en cuenta los derechos de los menores involucrados, pero no los de Lautaro o Bruno: “Mi nieto es un niño. Me dijeron que no pueden estar alejados de la familia (los atacantes), me hablaron del desarraigo y familias rotas. Diego me ayudó a criar a mi hijo menor, que hoy tiene 12 años, también es un menor. Yo a partir de ese 5 de septiembre no pude volver a hablar con mi hijo, ¿por qué esas madres si tienen derecho a hablar con los hijos asesinos?”.

El debate oral se llevará adelante en tres jornadas. El Tribunal estará integrado por José Luis Flores, Hugo Saá Petrino y Fernando de Viana.

La madre de Diego pidió a los jueces que se pongan en su lugar: “El 12 de septiembre sepultaron a mi hijo. Yo no me pude levantar para ir a despedirlo. Pero le hice una promesa. No ir al cementerio hasta el día que pueda llevar en mis manos la justicia. Necesito ver a mi hijo”.

Este lunes, en el marco del aniversario, la familia del oficial decidió realizar una misa para homenajearlo. Será a las 19 en la Iglesia Catedral y estará presidida por el obispo Gabriel Barba.

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