Crece la demanda de la equinoterapia para tratar dificultades motrices y autismo: “Así solo monten y den vueltas, ellos transforman su energía en algo bueno”
Uno de los centros donde se trabaja esta terapia está instalado en el predio de la Sociedad Rural Río V.
Donde desde hace algunos años María José Sheppard trabaja con la equinoterapia es como estar en medio de la naturaleza. Con Pimienta, que es uno de los dos caballos con lo que realiza la labor, espera a Guadalupe, una nena de 4 añitos con autismo. La yegua es dócil y sabe que su amiguita le trajo manzanas para cuando termine el recorrido. Durante una media hora, la pequeña sube al animal y recorre un cuadrado de tierra. En un tramo inevitablemente se durmió.
Para comenzar a entender este mundo hay que diferenciar las dos terapias que se implementan: la de rehabilitación y la adaptada. La primera es al paso y al tiro del animal, y la segunda es cuando se le entrega la rienda del animal a la persona para que tenga el control del equino. Todo eso ocurre bajo supervisión. Todo es recreativo.
“Se le enseña lo mínimo para poder montar el animal, cómo ensillarlo, ponerle el freno, a conocerlo. Al mismo tiempo se trabaja lo que es postura, confianza, autoestima”, contó Sheppard, quien con el apoyo de sus padres fundó hace 6 años el Centro Integral de Equinoterapia en Villa Mercedes.
En diálogo con El Chorrillero contó que una dificultad médica que tuvo su mamá la metió de lleno en esta pasión. Su familia siempre tuvo caballos y se decidió por estudiar veterinaria en Río IV. Por ese entonces, según contó en una entrevista, este tema era demasiado nuevo en la Argentina, y particularmente en Villa Mercedes donde se propuso desarrollarlo. En Chile realizó su diplomado en equinoterapia. Luego del ACV que sufrió su madre logró la recuperación con Pimienta, y eso fue la motivación definitiva para Sheppard.
En un sector del enorme predio de "La Fortuna" de la Sociedad Rural Río V (situado sobre la Avenida Jorge Newbery) asisten unos 14 niños y adolescentes que son derivados, principalmente, por el neurólogo. Concurren dos veces por semana en los horarios que se fijan por la mañana y la tarde, de lunes a viernes. “Vemos que ahora se le da importancia al diagnóstico. El 90% presenta autismo. Pero también tenemos pacientes con parálisis cerebral, asperger, problemas de conducta, hiperactividad”, comentó.
“El caballo es un relajante natural. Absorbe la energía, la canaliza y la vuelve positiva. Eso es lo que absorbe la persona. El paso del caballo, al ser parecido al nuestro, trabaja todo lo que es músculos, articulaciones. Trabaja la parte cognitiva, sensorial, estás al aire libre, el pelo, el aire. Los juegos que hacemos en relación a lo más rugoso, o más suavecito. Trabajamos también con cartas, con todo lo que es imágenes”, señaló.
Alrededor hay otros especialistas como fonoaudiólogo, psicólogo, kinesiólogo porque el equipo es interdisciplinario.
Si bien en muchos de los tratamientos es “difícil” dar el alta a la persona, en algunos casos se logran cosas importantes para las personas: “Conseguimos que hablen, o que un paciente con parálisis cerebral, que lo tuvimos hasta el año pasado, se mantenga por sí solo arriba. La mamá emocionada porque al nene le gustaba tanto que hacia la fuerza. Él no camina, tiene espasticidad. Pero lograba estirar sus piernas y lograr la monta solo, totalmente solo. Esos fueron muchos meses de trabajo”.
Cuenta que Pimienta “es increíble, conoce a cada chico”. Se deja peinar y es un poquito de todos. Se gana la confianza y la llenan de abrazos y caricias: “Yo soy un nexo, el vínculo lo crean con el animal”.
Como la demanda crece, uno de los principales objetivos es expandirse: “La idea es que podamos estar realizando dos clases al mismo tiempo, buscamos crecer en ese sentido”.
“Mi metodología de trabajo es la monta. En la monta para que haga efecto la terapia, mínimo tiene que estar el niño 30 minutos arriba del caballo, si no, no sirve. Necesita esos 30 minutos o más para que empiece a trabajar bien todo su organismo, sus músculos, su articulación, empiece a interaccionar con el animal. Por eso las clases son de 45 a 50 minutos”.
Se entiende que esta terapia les cambia la vida. “Es al aire libre, no hay ruidos, no están dentro de las cuatro paredes encerrados que es lo que a ellos los agota. Hay que pensar que muchos tienen desde 3 a 4 terapias por día de marzo a noviembre. Acá por suerte vienen contentos, vienen a divertirse. Así solo monten y den vueltas para ellos ya es relajar y pasar esa energía, transformar esa energía negativa en algo bueno”.
Para contactarse con la especialista llamar al 2657 611324.
Colaboración en entrevista y fotos: Sonia Schoenaker