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VILLA MERCEDES

Estuvo 8 días detenido por el crimen de una mujer, decía que era inocente y las cámaras de seguridad de una panadería le dieron la razón

Jorge Daniel Rivarola quedó en libertad porque no había pruebas en su contra, en la investigación por el homicidio de Mafalda Sánchez. Fue imputado junto a su cuñado, Guillermo Páez a quien le dictaron la prisión preventiva. “Culparon a gente que no supieron investigar”, dijo.  

Daniel Rivarola junto a su pareja, Eugenia.

por Catalina Ysaguirre

elchorrillero.com

Actualizada: 16/09/2023 21:18

“¿Si estoy haciendo las cosas bien, por qué me está pasando esto?”, repetía en su conciencia Jorge Daniel Rivarola cuando los policías lo despertaron a mitad de la noche y lo detuvieron como sospechoso del crimen de Mafalda Sánchez, una vecina del Barrio La Rioja, en Villa Mercedes.

Un día después de haber sido liberado, se puso frente a la cámara de El Chorrillero porque tenía la necesidad de agradecer. Tiene bien claro que si no era por las cámaras de seguridad de la Avenida 25 de Mayo que lo captaron cuando caminaba con una pala en la mano, en la misma franja horaria en la que mataron a la mujer, hoy estaría en el Servicio Penitenciario Provincial. Esa fue para él la suerte.

Todas las personas que tenía alrededor le creían, y pusieron las manos en el fuego cuando fueron a la Justicia a reclamar su inocencia. Pero eso no alcanzaba había que demostrarlo a los fiscales.

“Me asusté porque tengo antecedentes. Estuve preso y se me volvía esa imagen de ese tiempo. Tuve miedo porque la Policía me decía que era el culpable y que me iban a llevar, pero yo sabía que yo no tenía nada que ver. Después mi mujer se movió por todos lados para conseguir las cámaras, y me tranquilicé”, transmitió en una entrevista a este medio.

Preservando información, los representantes del Ministerio Público Fiscal aseguraron que “no se había llegado a la certeza para sustentar la participación” de Rivarola en el hecho, pero que debía sostenerse la calificación legal (homicidio en ocasión de robo) “porque es un sujeto de interés para la investigación del hecho”.

El jueves 14 de septiembre pasadas las 15 lo liberaron. Salió corriendo por las escaleras de la Jefatura de Policía y se reencontró con los suyos.

Eugenia Barroso se caminó varias cuadras de la Avenida 25 de Mayo, golpeó las puertas de viviendas particulares y comercios para que le permitieran ver las cámaras de seguridad. Para fortuna de su pareja, todos con quienes habló la ayudaron. Fue así que los defensores acumularon las pruebas que presentaron en un extenso alegato frente al juez Santiago Ortiz.

“Voy a tratar de rehacer mi vida, como lo venía haciendo. Ya hablé con mi jefe para ver si me pueden reincorporar al trabajo, que es lo único que quiero”, contó. Mientras eso pase, disfruta de las horas con su familia.

“Le pedía a Dios que se demostrara que soy inocente, que salieran las cámaras para que lo comprobaran. Sabía que mis compañeros iban a testificar que estuvieron conmigo todo el día trabajando, que mi familia se iba a mover y que había pruebas a mi favor”, señaló.

Fueron las filmaciones de una panadería las que finalmente lo muestran haciendo su labor: “Nunca me moví de esas tres cuadras. Trabajé hasta las 21:30 ese día”.

Desde hace varios meses Rivarola es empleado en la empresa que tiene a cargo la construcción del nuevo acueducto. Horas después de su detención recibió el telegrama de despido. Ahora tiene las esperanzas de volver a empezar.

Desde que Daniel (31) y Eugenia (32) se conocieron comenzar a proyectar una familia. Compraron una máquina de cortar pasto y por mucho tiempo subsistieron de lo ganaban de remover escombros, limpiar terrenos y sacar pasto de las viviendas. Concurren a una iglesia cristiana y el 20 de octubre a las 11:30 se van a casar en las oficinas del Registro Civil. “Siento que es una forma de fortalecer el vínculo, el amor. Solo me falta comprar los anillos”, contó. También tienen señado el salón donde harán la fiesta.

En 2018 estuvo preso por intentar robar, a mano armada, un comercio de la ciudad. “Veía como sufría mi mamá en ese momento. Pagué por lo que hice, y todo eso quedó atrás, en el pasado. Me puse las pilas y empecé a hacer la vida que corresponde. Si uno quiere, lo puede lograr”, relató.

En este caso lo implicaron junto a Guillermo Páez, que es su cuñado (está casado con su hermana Pamela) y que también tiene antecedentes policiales. Recordó que la última vez que había mantenido contacto con él fue para consultarle dónde podría comprar un repuesto del auto: “Hay mensajes de eso en el teléfono”.

Sobre este último la Justicia dictó la prisión preventiva “de acuerdo al análisis de las declaraciones y otras evidencias”. Al mismo tiempo sostuvieron que “hubo una coparticipación para consumar el hecho”.

En otras palabras, Páez no pudo comprobar que estaba trabajando cuando se cometió el crimen de Sánchez.

Los defensores oficiales sostuvieron que “no existen elementos para acreditar la intervención activa de ambos en el hecho”, y que tampoco se secuestraron en los allanamientos donde se produjeron las detenciones, “elementos de interés para la causa”. Argumentaron en relación a la calificación legal que “no está demostrado el extremo para aplicar dicha figura”.

Así también se conoció que no existió una conexión entre las lesiones que constan en el informe médico legal y la causa de la muerte de la mujer militante del PJ.

La ropa que supuestamente usaron los dos asesinos, de color azul como la que tienen los empleados de una empresa de energía eléctrica (como indicaron los testigos), no se encontró en los domicilios revisados.

Al expediente todavía resta incorporar evidencias, entre ellas, “reproducción de material fílmico, examen patológico, informe de delitos complejos”.

Al parecer, porque no fue comunicado, las cámaras que hay alrededor de la escena del crimen no habrían detectado de manera completa a los delincuentes cuando escapan.

Alrededor del caso hay muchas preguntas sin responder. Con una persona libre y con la certeza de que el delito lo cometieron dos personas, la Justicia no tiene esclarecido el hecho y tampoco lo quiso reconocer.

“Esto fue un mal trabajo de la Policía que quisieron culpar a gente que no supieron investigar. Que lleguen a la verdad para que la señora (Sánchez) pueda descansar en paz”, dijo. Al mismo tiempo agradeció a los que acompañaron a su gente, a los que “creyeron” y facilitaron el material fílmico: “Esto permitió que hoy esté acá”.

Colaboración en entrevista y fotos: Sonia Schoenaker

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