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Cierre definitivo: se despide la centenaria Librería Anello, una parte de la historia de San Luis

Si bien el anuncio se hizo a comienzos de año, se concretará dentro de unas cuantas jornadas. Los comienzos, la difícil tarea de mantenerla en pie y el dolor de la familia, resumen la historia de un local que pasará como hito cultural de la provincia.

foto aldo marchiaro
Cierra Librería Anello.

por Julian Pampillón

elchorrillero.com

Actualizada: 28/10/2023 23:08

Desde el lunes 30 de octubre, la esquina de Belgrano y Colón de la ciudad de San Luis ya no será la misma. Es que la histórica Librería Anello dará el último adiós a toda la comunidad puntana. La despedida será para siempre.

Atravesó a la sociedad de San Luis con el invaluable aporte de reunir el más variado y rico material bibliográfico. Escritores locales pudieron llegar al público con sus obras cuando no había nadie más que lo hiciera. Un referente y un espacio de la cultura. De alguna manera ese puede ser el legado de Anello en sus 106 años.

El comercio fue un proyecto concretado por don Felipe Anello, un italiano proveniente de la localidad de Basicò, provincia de Mesina, región de Sicilia, que llegó a la provincia en 1900.

Cerró Librería Anello.

Fue el 19 de mayo de 1917 cuando fundó la librería que, con el pasar de las décadas, se convertiría en un refugio cultural de saberes.

Desde los aclamados “best sellers”(o los más vendidos en nuestro idioma), pasando por manuscritos académicos, hasta cartillas de primaria y secundaria. Con todo eso se topaba el cliente cuando ingresaba por la pesada puerta de vidrio.

El negocio era una verdadera máquina del tiempo. Mientras otros intentaban remodelarse con el último grito de la moda (algunos morían en el intento), Anello lucía impoluto, estoico, con el carácter de un comercio que vio todas las épocas.

En días de duelo y recuerdos, Pablo Anello, propietario del local, recibió al equipo de El Chorrillero para contar cómo transita los últimos días dentro de las cuatro paredes que lo vieron crecer.

“Si tengo que definir algún sentimiento es una mezcla de dolor con tristeza. Hubiese querido cerrar de otra forma, una más armónica y decir ‘listo, tarea cumplida’. Pero las condiciones se dieron de esta manera”, sostuvo en la charla.

Cerró Librería Anello.

El edificio respira nostalgia. Con solo ingresar el aroma de los libros viejos y los muebles de algarrobo se impregnan en cada uno. Las cajas con ejemplares que datan incluso comienzos del siglo XX se apilan para la pronta despedida.

En los estantes se observan sólo algunos grupos de novelas, relatos, cuentos y ediciones educativas que van desde enciclopedias hasta tomos de medicina y arquitectura. Arriba de todo, una imagen de don Anello con la inscripción “Librería Anello”.

Cuando arribó el equipo periodístico se veían trabajadores apurados para culminar con la tarea de traslado y limpieza del local. Es que, con un contrato de alquiler firmado el 17 de este mes, la empresa que se instalará busca acelerar el trámite.

Claro, los libros no serán abandonados para acumular polvo. Pablo subrayó que muchos de ellos los donará a personas e instituciones para fomentar la cultura lectora, y también los venderá en algún momento cuando el sacudón sentimental se calme.

Contó que, desde el anuncio de cierre en febrero, recibió múltiples ofertas para ocupar el lugar. Un banco y tres cafeterías fueron los interesados. Pero el espíritu literario lo decantó por el último ofrecimiento: el Grupo ILHSA (dueño de editorial Ateneo) comenzará a funcionar allí.

Cerró Librería Anello.

En el medio, relató algunos trastornos para la mudanza como el poco tiempo que la firma le dio para dejar el negocio. El traslado de las cajas y el amoblado a diferentes galpones y lugares (entre ellos la casa familiar) no es nada fácil.

También señaló que, en los últimos años, la crisis económica caló hondo. La pandemia no hizo otra cosa que profundizarla. Los siete meses cerrados y la falta de apoyo fueron los detonantes para bajar las persianas junto con el advenimiento de los documentos digitales.

El principal capítulo de la historia reciente está vinculado a los problemas financieros producto del descalabro económico a nivel nacional y provincial. Repercutieron hasta los cimientos, sobre todo en la época del aislamiento obligatorio.

“Tuvimos muchos meses cerrados. No produjimos, no generamos ingresos. Lamentablemente uno pensó que esto iba a cambiar y cada vez iba generando más deuda y más deuda. No nos quedó alternativa”, precisó.

Si bien llegaron a tener unos ocho empleados en temporada escolar, solo quedaron tres: “Cuando no se aguantó más le dije a los chicos ‘no se puede seguir’. Ahora quiero arreglar con ellos porque es lo correcto”.

Cerró Librería Anello.

“Lamentablemente el que trabaja pierde, yo tengo 55 años y me da tanta tristeza. A mi papá, que falleció hace siete años, lo escuchaba siempre que pasaba lo mismo en un país tan bonito como el que tenemos. Es remarla, remarla y remarla”, afirmó.

Mientras la entrevista seguía, a Pablo le llegaban a la cabeza recuerdos permanentes, como las antiguas fichas de cuentas corrientes de clientes, algunas de 1994 y hasta con la letra de su padre, Pedro Anello.

También mostró cuáles libros tuvieron un mayor impacto en su vida, entre ellas las obras de Polo Godoy Rojo, el escritor nacido en Santa Rosa del Conlara.

Pero todo tiene un porqué. En este caso es que su padre, en el emprendimiento editorial, publicaba trabajos del autor. “Donde la patria no alcanza” y “Las fiestas de mi escuelita”, son algunos de ellos.

“Eran ediciones muy económicas para que llegara a todo el mundo, que todos tuvieran su libro a un bajo costo. Estos libros fueron premiados, pero no fueron reconocidos en San Luis, al contrario, se castigó a mi padre con 10 años con el pago de Ingresos Brutos”, añadió.

“El ala centenaria” (1950) de María Delia Gatica de Montiveros, es otro de los elegidos.

Esto lo llevó a la emoción por su madre, que falleció hace dos años atrás por, según calificó, “falta de asistencia pública de salud” tras un accidente doméstico. “Perdió la vida sin que un médico la atendiera, no tenía Covid”, dijo.

En este sentido memorizó cómo sus abuelos tuvieron ese espíritu “laburador” desde que llegaron a San Luis. Antes habían instalado un local de ramos generales, la “Despensa Cuyo”, y en calle General Paz, al lado de lo que hoy es el club Guay Curú, un vivero llamado “La Primavera”.

A ello le sumaron que cultivaron la tierra en una quinta de su propiedad en San Juan y Juan W. Gez, donde los mejores productos de frutas y verduras eran enviados a Buenos Aires y el resto se comercializaba en el mercado central de San Luis.

Pedro Anello estuvo al frente del negocio hasta 1996. Su salud y la edad hicieron que Pablo se hiciera cargo de la librería y su hermana María Lucía de la papelería.

Todo, hasta llegar a estos días, en el que la virtualidad y la falta de interés configuran un verdadero desafío para este tipo de empresas familiares.

Cerró Librería Anello.

“Haré otras cosas. Esperemos que la gente siga leyendo, que vuelva al libro. Está el dar vuelta a la hoja, el olor del papel, el poner el señalador, el subrayar, marcar algo, una referencia. En el sistema educativo se implementó más la computadora que el libro y lamentablemente no conviven”, completó.

Lo cierto es que el cierre de Librería Anello marca una fecha para la cultura urbana de San Luis. El local se lleva los recuerdos de miles de puntanos y la nostalgia de una época que perdurará entre la comunidad.

Fotos: Aldo Marchiaro – Video: Víctor Albornoz – Edición: Juan Ledesma

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