Las bochas le dan vida al club Las Miranda pero en el proceso de normalización quieren borrar la historia
Al histórico edificio lo mantiene un grupo de hombres que llevan adentro su vida entera. Un proceso de normalización quiere barrer con el pasado y el presente que construyeron a pulmón.
El club Las Miranda está instalado en uno de los barrios más tradicionales de Villa Mercedes. Fue hace muchos años un lugar reconocido, un punto de encuentro por los bailes y las celebraciones. Hoy gran parte del edificio está en ruinas. El escenario donde cantaron La Mona Jiménez, Miguel Conejito Alejandro y Rodrigo, solo por mencionar algunos íconos de la movida tropical, se cae prácticamente a pedazos. Las paredes tienen grietas y el paso del tiempo parece que lo sepultó todo.
Lo único que tiene vida es el salón donde se juega a las bochas. Aunque los días de alegría se fueron transformando en angustia desde que el Gobierno, a través de la Dirección de Personas Jurídicas, lleva adelante un proceso de normalización. Nada extraordinario, sino más bien una copia de lo que se hizo en muchas instituciones de la provincia que hoy son manejadas por funcionarios.
Daniel Méndez es el presidente de la comisión de bochas, y Osvaldo Castillo el secretario. Son parte de la historia. Castillo tiene 81 años y se emociona cuando dice que “daría la vida” por el club. Lo que pasa es que a los 16 años lo llevó su padre y nunca más se fue. Los dos son hijos de pioneros en esa disciplina y no están dispuestos a que les arranquen un pedazo del corazón.
Hace dos semanas la interventora Mónica Fernández fue con una escribana y los quiso desalojar. Esa situación generó un conflicto que por ahora no se sabe cómo ni quién lo va a solucionar.
“Queremos estar tranquilos y jugar a las bochas. Venimos, nos tomamos un café, jugamos al truco, vemos jugar a los jóvenes. Este es el lugar de esparcimiento que tenemos los grandes para pasar el último tiempo que nos queda”. De ese modo Méndez explicó que los une el puro sentimiento. La decisión de llegar y avasallar con la historia, y no solo con las personas, los tiene en un estado de angustia permanente, y también de desamparo.
En la última semana se conoció que hubo una asamblea y que se eligieron nuevas autoridades, pero ninguno de los socios más históricos fue convocado ni se enteró del acto que debió darse a publicidad.
“Es una cuestión de sentimiento muy grande, a esta edad venimos a disfrutar. Y en este momento nos están poniendo piedras en el camino y uno no sabe que hacer”, es el miedo que tienen Méndez y Castillo, que son los referentes de un grupo que conforman más de 40 hombres y mujeres. Cuentan que “todos tiran para el mismo lado” y tienen el deseo que “todo se solucione para bien”.
Se sostienen “a pulmón” porque en la lista hay poco más de 40 colaboradores. Se encargan de pagar la boleta de la luz y de comprar los líquidos para mantener el piso de las dos canchas sintéticas que constantemente son usadas, inclusive, por otros clubes de la ciudad (hay 7 en total) cuando se realizan campeonatos regionales y nacionales.
“Si se rompió una lámpara juntamos entre todos y la compramos, vamos haciendo las cosas que podemos”, relató Castillo. El viernes de la semana pasada hicieron un asado, cada uno pagó tarjeta, y con lo que juntaron iban a comprar un ventilador. Todo lo que consiguieron a lo largo de los años no solo salió dinero, sino mucho esfuerzo.
Méndez con su hermano donaron la plata para hacer una de las canchas y por ello le pusieron sus nombres. Otros han dedicado también tiempo para que adentro esté pintado y todo ordenado.
“Tenemos diferencias grandes con la normalización de la vecinal. Sentimos que nos ponen palos en la rueda por cosas que son insignificantes. Nosotros hemos presentado la documentación para la normalización de nuestra personería jurídica que la tenemos del 2012”, remarcó el secretario.
Los que vienen difundiendo este deporte desde hace casi 70 años no están acostumbrados a los enfrentamientos ni a las peleas. Se resisten a nuevos proyectos edilicios o ideas modernas que borren la historia que los tiene como protagonistas. O que les arrebaten los derechos que se ganaron. Sueñan con mejorar la cantina y construir unos mejores baños.
“Lo más importante es que se respete la historia de esta institución, que es muy conocida en la ciudad y en gran parte de la provincia. No somos personas que nos guste discutir, venimos a pasar gratos momentos”, dijo Castillo al final.