Ernesto Alí asumió como diputado Nacional y juró por “la lealtad al Alberto”
El ahora legislador ocupará la banca en la Cámara Baja luego de haber pedido licencia como intendente de La Toma.
Esta mañana, Ernesto “Pipi” Alí asumió como diputado Nacional en el marco de la sesión extraordinaria del Congreso para tratar la Ley Ómnibus impulsada por el Gobierno de Javier Milei.
Bajo la fórmula por “Dios y la Patria” juró a las 10:39 y lo hizo por “mi amada ciudad de La Toma y provincia de San Luis, por la lealtad a mi doctrina ideológica a las tres banderas (independencia económica, justicia social y soberanía política), al ‘Alberto’, para luchar contra el avasallamiento de los derechos y el atropello de las personas que estamos viviendo en Argentina y en San Luis”.
El pasado 17 de enero, en sesión extraordinaria los concejales que responden al dirigente ultra albertista le aprobaron el pedido de licencia como intendente por tiempo determinado y sin goce de haberes desde el 18 de enero al 18 de noviembre.
El que había quedado a cargo de la Intendencia era el presidente del Concejo Deliberante, Yael Díaz. Sin embargo, por razones de salud, el legislador renunció y su lugar fue ocupado por la vicepresidenta del cuerpo, Mayka Garoglio.
A fines de octubre, Alí declaró a un medio radial de la ciudad de San Luis que no fue un “candidato testimonial” a jefe comunal de la localidad porque “no sabía que iba a ser postulante a diputado Nacional”.
También confirmó que iba a llamar a elecciones para que su sucesor tomara el mando de la comuna, pero eso no ocurrió porque decidió pedir licencia.
Alí fue reelecto como intendente en las elecciones del 11 de junio. Después se postuló en las elecciones nacionales por Unión por la Patria para ocupar una banca en la Cámara de Diputados de la Nación y en las generales del 22 de octubre resultó electo.
Decidió no participar en la sesión preparatoria del Congreso el 10 de diciembre donde los otros legisladores nacionales por San Luis participaron, pero sí asumió como intendente.
El dirigente para dejar sellado a fuego su fanatismo se tatuó el rostro de Alberto Rodríguez Saá en el cuerpo.