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“En favor” de los trabajadores, pero no en “contra” de los demás

Cuando las acciones se “pasan de rosca” pueden tener como consecuencia resultados inversamente contrarios a los que se buscan.

Poggi reunido con desocupados de Dánica.

por Daniel Miranda

elchorrillero.com

Actualizada: 25/03/2024 15:00

El 15 de septiembre de 1981, 122 días después del atentado que lo dejó al borde de la muerte, Karol Wojtyla promulgaba Laborem Exercens (El trabajo se ejerce), consagrada a los trabajadores y al sindicalismo.

La encíclica de Juan Pablo II fue una mirada adelantada y esclarecedora sobre los problemas sociales. 43 años después seguramente sigue siendo una referencia para quienes están de uno y otro lado del mostrador y como árbitros de conflictos.

El pontífice dejaba en claro que la lucha sindical por la justicia social debe ser “en favor” de los trabajadores, pero no en “contra” de los demás.

En honor al rigor conviene ir al texto.

“La doctrina social católica no considera que los sindicatos constituyan únicamente el reflejo de la estructura de ´clase´ de la sociedad y que sean el exponente de la lucha de clase que gobierna inevitablemente la vida social. Sí, son un exponente de la lucha por la justicia social, por los justos derechos de los hombres del trabajo según las distintas profesiones. Sin embargo, esta ´lucha´ debe ser vista como una dedicación normal ´en favor´ del justo bien: en este caso, por el bien que corresponde a las necesidades y a los méritos de los hombres del trabajo asociados por profesiones; pero no es una lucha ´contra´ los demás. Si en las cuestiones controvertidas asume también un carácter de oposición a los demás, esto sucede en consideración del bien de la justicia social; y no por ´la lucha´ o por eliminar al adversario. El trabajo tiene como característica propia que, antes que nada, une a los hombres y en esto consiste su fuerza social: la fuerza de construir una comunidad. En definitiva, en esta comunidad deben unirse de algún modo tanto los que trabajan como los que disponen de los medios de producción o son sus propietarios. A la luz de esta fundamental estructura de todo trabajo —a la luz del hecho de que en definitiva en todo sistema social el ´trabajo´ y el ´capital´ son los componentes indispensables del proceso de producción— la unión de los hombres para asegurarse los derechos que les corresponden, nacida de la necesidad del trabajo, sigue siendo un factor constructivo de orden social y de solidaridad, del que no es posible prescindir”, escribió al detenerse en la “importancia de los sindicatos”.

Ahora la noticia es que el gobernador acaba de sorprender al introducir en la agenda un problema que probablemente otro Gobierno no se tentaría a comprar, y menos en medio de una crisis que hace crujir la vida de los ciudadanos de a pie.

Claudio Poggi les ofreció anteanoche a los ex trabajadores de Dánica de Villa Mercedes interceder para “reconstruir la confianza” con la empresa y “se priorice la recuperación” de las fuentes de empleo, según la comunicación oficial.

El grupo Beltrán levantó sus operaciones de San Luis al cabo de un prolongado y fuerte conflicto gremial.

La razón fue “la imposibilidad de operar en condiciones de seguridad y legalidad, dado el quiebre de todos los marcos normativos y legales por parte del Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros y Desmotadores (SOEAD) de Villa Mercedes”, fue el argumento empresarial.

Se le adjudicó al gremio que incumplió un acuerdo vigente en el que se regulaban “las relaciones entre la empresa y los trabajadores bajo el amparo de la autoridad laboral” homologado por el Ministerio de Trabajo de la Nación.

El sindicato sostenía que estaban hasta un 110% por debajo de las remuneraciones básicas establecidas.

El saldo de ese plan de lucha fue el cierre en noviembre de la planta donde trabajaban 172 operarios.

“Agotaremos las instancias posibles”, se comprometió Poggi ante unos 50 operarios despedidos que le transmitieron: “Nosotros solo queremos trabajar y que usted esté aquí es muy valioso”.

La delicada coyuntura llama a ser doblemente responsables a quienes representan intereses sectoriales.

“Los justos esfuerzos por asegurar los derechos de los trabajadores, unidos por la misma profesión, deben tener siempre en cuenta las limitaciones que impone la situación económica general del país. Las exigencias sindicales no pueden transformarse en una especie de ´egoísmo´ de grupo o de clase, por más que puedan y deban tender también a corregir —con miras al bien común de toda la sociedad— incluso todo lo que es defectuoso en el sistema de propiedad de los medios de producción o en el modo de administrarlos o de disponer de ellos. La vida social y económico-social es ciertamente como un sistema de ´vasos comunicantes´, y a este sistema debe también adaptarse toda actividad social que tenga como finalidad salvaguardar los derechos de los grupos particulares”, dijo también el papa polaco en ese documento precursor.

 

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