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Atentado de Moscú: por qué el Kremlin escenifica su brutalidad contra los sospechosos

En los últimos dos días han circulado ampliamente por los medios de comunicación y las redes sociales rusas imágenes y videos estremecedores que muestran el trato brutal dado a los sospechosos del atentado terrorista de Moscú. Es una forma que tiene el gobierno ruso de bruñir su imagen de Estado "fuerte" ignorando las críticas por su uso de la tortura.

Foto AFP, Olga Maltseva.
Uno de los cuatro sospechosos de estar implicados en el atentado de Moscú compareció ante el tribunal con un gran vendaje sobre la oreja y la cara hinchada.
Actualizada: 27/03/2024 15:32
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 Por Sébastian Seibt

Muhammadsobir Fayzov llegó en silla de ruedas y con los ojos cerrados a la sala del tribunal de Moscú el domingo 24 de marzo. Saidakrami Rachabalizoda compareció con un enorme vendaje cubriéndole la oreja. Un tercero, Dalerjon Mirzoyev, compareció ante los jueces con una bolsa de plástico alrededor del cuello y marcas de cortes en la cara.

Los tres, junto con un cuarto individuo cuyo rostro también estaba hinchado, están acusados de participar en el atentado terrorista que sumió a Rusia en el luto el viernes 22 de marzo. Al menos 139 personas murieron en el atentado contra una sala de conciertos de Moscú, el Crocus City Hall. Un sangriento atentado, el más mortífero en suelo europeo, reivindicado por la organización terrorista Estado Islámico, que conmocionó al país y a la comunidad internacional.

Dos de los cuatro sospechosos se declararon culpables al final de la vista, que se celebró a puerta cerrada, según el tribunal. Todos ellos quedaron en prisión preventiva durante al menos dos meses, que es el plazo legal.

Violencia de Estado

La amplia difusión por televisión de los rostros hinchados de los sospechosos no ha dejado de suscitar el inicio de una polémica en torno al uso de la tortura. Sobre todo desde que han circulado vídeos muy explícitos en canales de Telegram supuestamente próximos a los servicios de inteligencia rusos.

Un sospechoso del tiroteo del viernes en el Ayuntamiento de Crocus, es escoltado por agentes de policía en el Tribunal del Distrito de Basmanny en Moscú, Rusia, domingo 24 de marzo de 2024.

Uno de ellos sugiere que a uno de los sospechosos le cortaron parte de la oreja, que luego le introdujeron a la fuerza en la boca. Otra foto muestra a un segundo acusado con cables eléctricos conectados a sus partes íntimas.

"Es absolutamente inaceptable torturar a sospechosos", declaró Tatyana Moskalkova, la delegada de derechos humanos del Presidente ruso, muy "a lo Putin". Se hizo eco de las denuncias de varias ONG sobre lo que parecían confesiones obtenidas por la fuerza. Interrogado por la cadena estadounidense CNN, el Kremlin se negó a responder a estas acusaciones de tortura.

Dmitri Medvedev, ex primer ministro ruso convertido en uno de los propagandistas más virulentos del Kremlin, expresó su alegría por el "destino" reservado a los sospechosos, llegando a prometer que "todos serían asesinados".

La cobertura mediática de la violencia infligida a estos presuntos terroristas también es motivo de preocupación. "Este retrato de lo que parece tortura de prisioneros no tiene precedentes en Rusia", afirma Stephen Hall, especialista en Rusia de la Universidad de Bath (Inglaterra).

Es cierto que los servicios de seguridad rusos tienen fama de recurrir fácilmente a la violencia durante sus interrogatorios, pero "hasta ahora las autoridades han intentado ocultar este aspecto en la medida de lo posible", confirma Jeff Hawn, especialista en Rusia de la London School of Economics.

En 2021, unos vídeos que mostraban actos de tortura infligidos a presos, hechos públicos por la ONG de derechos humanos Gulagu.ru, provocaron "un silencio vergonzoso por parte de las autoridades rusas", recuerda Jeff Hawn.

Incluso en el caso de la muerte del conocido opositor Alexei Navalny, anunciada el 16 de febrero de 2024, las autoridades tardaron en entregar el cuerpo a su familia. Una de las razones aducidas en su momento por sus partidarios para este retraso fue el deseo de ocultar el mayor tiempo posible las huellas de las torturas infligidas al activista antes de su muerte.

Una moderación que el Kremlin parece haber aparcado para el atentado del Ayuntamiento de Crocus. Una de las razones es que "la opinión pública rusa tolera muy bien el uso de la tortura en tres casos: terrorismo, crímenes contra niños y casos de asesinos en serie", explica Olga Sadovskaya, miembro de la ONG Equipo contra la Tortura, entrevistada por el diario independiente ruso The Moscow Times.

La imagen del poder fuerte tras las críticas

Así pues, existe poco riesgo de que las autoridades sean criticadas con demasiada dureza por los rusos, a pesar de que el uso de la tortura es ilegal según su código penal.

Según los expertos entrevistados por France 24, esta sobrepublicidad de la brutalidad de los servicios de seguridad constituye también una doble señal. En primer lugar, "es una forma de intentar disuadir a otros terroristas potenciales de pasar a la acción", señala Stephen Hall. En segundo lugar, las autoridades intentan también recuperar el control "de la narrativa en torno a este atentado haciéndose pasar por los ‘duros’ que no temen golpear duro para proteger a la población", señala Jeff Hawn.

Dalerdzhon Mirzoyev, sospechoso del tiroteo del viernes en el Ayuntamiento de Crocus, sentado en una jaula de cristal en el Tribunal de Distrito de Basmanny en Moscú, Rusia, el domingo 24 de marzo de 2024.

A Moscú le resultaba tanto más urgente mostrar su (muy) feroz determinación cuanto que las fuerzas de seguridad fueron inicialmente muy criticadas. "El atentado terrorista puso de manifiesto la ‘farsa’ del aparato de seguridad ruso", afirma el especialista en Rusia Jeremy Morris en un artículo publicado por el Moscow Times el lunes 25 de marzo.

Para el Kremlin, este ataque es también una oportunidad de deshacerse de "la última apariencia de respeto a los derechos humanos", señala Stephen Hall.

"El gobierno ruso ha buscado durante mucho tiempo la validación de Occidente para una mejor coexistencia, en particular mostrando su compromiso con la defensa formal de los derechos humanos. Pero desde febrero de 2022 [inicio de la invasión de Ucrania, nota de la redacción], ya no tiene sentido ir tan lejos, porque Occidente se ha convertido en el enemigo. De ahí la banalización de la violencia", afirma Jeff Hawn.

El probable uso de la tortura contra los sospechosos del atentado del Ayuntamiento de Crocus demuestra también que "establecer la verdad no es una prioridad para las autoridades rusas", afirma Stephen Hall. Las confesiones obtenidas mediante descargas eléctricas en los genitales u otras formas de brutalidad tienen escaso valor jurídico, tanto en el derecho internacional como en el ruso.

¿Qué importa la verdad?

Las fotos de los sospechosos en el tribunal y los vídeos que han circulado por las redes sociales deberían ser una buena noticia para los abogados defensores, según el sitio web independiente ruso de noticias Meduza. Pero no hay indicios de que los abogados de oficio hayan planteado esta cuestión durante la vista.

"Las apariencias y la narrativa -un Estado fuerte que supo reaccionar ante la tragedia- pesan más que la verdad", resume Jeff Hawn. Para este experto, el uso de la tortura es también una forma de asegurarse de que los sospechosos no quieren, o ya no pueden, cuestionar la versión oficial que va tomando forma.

En otras palabras, como ha dicho Vladimir Putin, el atentado fue cometido ciertamente por "islamistas radicales", pero por orden de "cerebros". Su principal asesor en cuestiones de seguridad, Nikolai Patrushev, no dudó en nombrarlos, declarando al canal independiente bielorruso Belsat que "Ucrania fue responsable".(France24)

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