En diálogo con la prensa de su país, el ex presidente remarcó: "Mientras pueda, seguiré militando y entretenido con las verduras. Mientras el rollo aguante, voy a seguir",
"Quiero transmitirle a las pibas y pibes que la vida es hermosa, pero se gasta y se cae. El quid es empezar de vuelta cada vez que uno cae, y si hay bronca, que la transformen en esperanza. Nadie se salva solo", lanzó.
"Estoy agradecido y que me quiten lo bailado", concluyó.
La presidencia
Mujica entró en la presidencia de Uruguay en 2010 con una reputación que lo precedía: un militante convertido en político que prometía un enfoque diferente en la política del país. Durante su mandato, que duró hasta 2015, Mujica dejó una marca indeleble en la historia de Uruguay y se convirtió en un ícono mundialmente reconocido por su estilo de vida modesto y sus ideas progresistas.
Una de las características más destacadas de la presidencia de Mujica fue su estilo de vida frugal y su rechazo a los lujos del poder. Optó por vivir en su modesta granja en las afueras de Montevideo en lugar de la residencia presidencial, donando gran parte de su salario a programas sociales. Esta actitud ganó admiración tanto nacional como internacionalmente, convirtiendo a Mujica en un símbolo de humildad y autenticidad.
En términos de políticas públicas, Mujica implementó varias reformas progresistas que marcaron una diferencia significativa en la sociedad uruguaya. Uno de los logros más destacados fue la legalización y regulación del mercado de la marihuana, convirtiendo a Uruguay en el primer país en el mundo en hacerlo. Esta medida buscaba combatir el narcotráfico y reducir la violencia asociada con el mercado negro de drogas, además de abrir un debate global sobre la regulación de sustancias psicoactivas.
Además, Mujica promovió políticas de inclusión social y redistribución de la riqueza, buscando reducir la desigualdad en Uruguay. Implementó programas de asistencia social que beneficiaron a los más necesitados y aumentó el gasto en educación y salud. Su gobierno también legalizó el matrimonio igualitario y garantizó derechos reproductivos, convirtiendo a Uruguay en un líder en temas de derechos humanos y progreso social en América Latina.
Sin embargo, la presidencia de Mujica también enfrentó críticas y desafíos. Su estilo de liderazgo informal y su reticencia a seguir los protocolos tradicionales a menudo generaban controversia. Además, su enfoque en la política doméstica podría haber obstaculizado su capacidad para enfrentar desafíos regionales e internacionales, como la situación económica en América Latina o las tensiones en el Mercosur.
En términos de economía, Uruguay experimentó un crecimiento moderado durante el mandato de Mujica, pero persistieron desafíos como la inflación y el desempleo. Algunos críticos argumentaron que su enfoque en políticas sociales podría haber descuidado la necesidad de impulsar la inversión y la productividad.
Al final de su mandato, Mujica dejó la presidencia con altos índices de aprobación y un legado que trascendió las fronteras de Uruguay. Su estilo de liderazgo único y su compromiso con la justicia social lo convirtieron en un ejemplo para líderes políticos en todo el mundo. A pesar de las críticas y los desafíos, la presidencia de Pepe Mujica dejó una huella imborrable en la historia de Uruguay y continúa inspirando a las generaciones futuras a luchar por un mundo más justo y equitativo. (ElLitoral)