Historias de San Luis: los curanderos que me atendieron
El pasado domingo respondí que en algunas ocasiones fui atendido por alguno de los curanderos que nombré en la historia pasada.
Comienzo. Doña Josefina Testa curó varias veces de empachos a mi hija Monserrat. También de la ojeadura y los parásitos.
En este momento de la lectura los pediatras están escandalizados.
Pero conocí algunos médicos que los mandaban a las curanderas. No lo pueden negar.
Y me detengo en las curaciones del empacho: aquellas con más experiencia recomendaban la corbata, la cinta u otro sistema, pero mucho cuidado con la tirada del cuerito de la espalda, que podía provocar daños en el bebé o en el niño pequeño.
Vuelvo a doña Josefina. Sus curaciones a Monserrat siempre funcionaron. Y yo me agregué como paciente con mis problemas digestivos y también encontré soluciones. Con curaciones o algunos yuyitos que ella misma cortaba de su jardín.
José Morriello hacía imposición de manos en un campo de su propiedad en la zona de La Cumbre y supo ocuparse de mis padres, a quienes les dijeron que su accionar obraba maravillas.
Dos veces los llevé, y nunca mejoraron los dolores de huesos de mis viejos.
Esto no significa que su accionar no le hiciera bien a mucha gente, como hay testimonios.
Con mis padres fuimos también “Al Alemán” en Carpintería, que te daba masajes y te acomodaba los huesos. Era muy famoso.
Nos fue muy bien las dos veces que asistimos. Largas esperas eso sí.
Con doña Leti de El Chorrillo viví algunas experiencias que merecen ser contadas aparte.
Y me acuerdo del amigo Carlos Ganado, propietario de un tradicional bar en la esquina de la plaza de Saladillo.
Era la primera noche de algún Festival de la Guitarra donde tenía que trabajar, y estaba muy descompuesto. Antes de comenzar, fui a saludarlo como siempre. Me preguntó que me pasaba. Le conté. Simplemente me dijo: esperá. Y me dio un té que a los 10 minutos me sentía nuevo.
A la pregunta ¿Qué me diste?, la contestación fue: menos averigua Dios y Perdona.
Aclaro por las dudas que el amigo Ganado no era curandero sino un gran emblema de Saladillo con su histórico bar.