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VILLA MERCEDES

Un cuchillo “plantado” y dos disparos a corta distancia para rematar a Johana Galdeano

Nuevos peritos pasaron por la cuarta audiencia del juicio contra Juan Carlos Solalinde y expusieron las hipótesis sobre el crimen.

Juan Carlos Solalinde, en la cuarta audiencia del juicio oral. (Foto: Nahuel Sanchez)

por Catalina Ysaguirre

elchorrillero.com

Actualizada: 26/07/2024 01:29

La información más importante alrededor de cómo fue el asesinato de Johana Galdeano la aportaron los peritos de la Policía. En las cuatro jornadas de debate oral que ya se realizaron se agregaron datos que son escalofriantes.

El 26 de mayo de 2021, Juan Carlos Solalinde se presentó en la Comisaría 8° de Villa Mercedes para entregar un arma y confesar que había matado a su ex pareja en su propiedad de calle Sarmiento. Este jueves se conoció un poco más de cómo fue que le quitó la vida.

Este jueves el testimonio de los expertos en homicidios y balística se centró en el trabajo que hicieron para reconstruir el crimen. De esa manera fundamentaron que a la víctima le dispararon en dos escenarios diferentes, y también que le “plantaron” un cuchillo tipo serrucho que coincidió con los que tenía Solalinde en su casa.

Se volvieron a exhibir las imágenes más fuertes del cadáver para explicar cada punto del informe técnico balístico. Con esto se pudo reconstruir la secuencia de los disparos y los ángulos de incidencia; también se graficó la trayectoria y se cotejó la coincidencia del daño sobre las prendas de vestir.

El auto de Johana Galdeano estacionado en la propiedad de Juan Carlos Solalinde, donde la mataron.

El revólver 357 Mágnum comenzó a disparar en la vereda. La primera bala contra Galdeano fue en la muñeca izquierda. Los peritos concluyeron que los cuerpos estaban en movimiento, y que el tirador estaba al frente de víctima (posiblemente en el umbral del portón de acceso al galpón a unos 5 metros de distancia).

La segunda ingresa por el pecho (a la altura del hombro) y como pega en la columna la desestabiliza, y cuando empieza a caer sobre gramilla, tierra y algunas piedras recibe el tercero que entra por el abdomen.

Después hay "un tiempo" entre el disparo 4 y 5, y es lo que lleva a un dato más estremecedor. La víctima fue arrastrada hacia el interior donde le siguen disparando. Lo fundamenta el hecho de que los disparos cambian de ángulo a lo opuesto.

La suposición es que como el cuerpo agonizaba y todavía se movía, los últimos dos disparos fueron para rematarla.

“El disparo del odio”, describió en la primera audiencia la abogada que representa a la familia de Johana, Mikaela Eguinoa.

No se sabe en qué orden fueron estos dos, pero una bala entró por la mejilla, fracturó el maxilar, destrozó la tráquea y se depositó en el pulmón izquierdo.

La otra no ingresó al cuerpo, pero rozó un pecho. Ambas se hicieron a corta distancia: entre unos 40 o 50 centímetros. Como agachado y desde otro ángulo (se cree que estaba detrás de la cabeza de la víctima) es que el asesino ultimó a la mujer.

Esto último se explica por los restos de pólvora que quedaron en la piel (lo que científicamente llaman tatuajes). “Es pólvora caliente que no explota y que sale con el proyectil y el humo”, indicaron. También había pólvora arriba de la ropa por donde pasó la bala dejando solo una marca.

De todo esto expertos de criminalísticas hicieron una reconstrucción virtual.

Surgió otra certeza: el 357 Mágnum es considerada un arma de grueso calibre, y para los tiradores tiene el equilibrio justo, entre potencia y calidad.

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