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El trabajo infantil en San Luis: la renuncia a la escuela, la pobreza y la necesidad de políticas

Los datos hablan de un crecimiento tanto dentro del hogar como por fuera. La Provincia lanzó una comisión con el objetivo de erradicar la problemática.

El trabajo infantil en San Luis.

por Julian Pampillón

elchorrillero.com

Actualizada: 04/08/2024 00:53

El trabajo infantil se convirtió en un problema cotidiano, visible y arraigado tanto a nivel nacional como en el provincial en medio de un escenario marcado por la alta pobreza y la precariedad económica.

La profundidad de la problemática se observa en las cifras y los estudios especializados. De acuerdo al último documento producido por el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina (UCA) el trabajo infantil afecta a casi el 15% de la población entre los 5 y 17 años.

Este último dato se divide en dos mediciones: las actividades domésticas intensivas que representan un universo del 6,9% y el mercado laboral (9,2%).

Frente a este panorama, el Gobierno provincial conformó la Comisión Provincial para la Erradicación del Trabajo Infantil (Copreti) que tiene como objetivo generar políticas para atacar el flagelo y brindar herramientas para la prevención.

La comisión está integrada por un representante de cada ministerio, integrantes del Poder Judicial y Legislativo, junto a profesionales y expertos de ONG’s dedicadas a la lucha. Incluso se pretende trabajar con intendentes de las localidades. Una de las primeras tareas en el que avanzará será en un protocolo de acción.

“Hay varios factores detrás del trabajo infantil pero fundamentalmente es la pobreza y la deserción escolar. Creo que los diagnósticos ya los tenemos, tenemos que pasar a la acción”, sostuvo en declaraciones a El Chorrillero, el director de Relaciones Laborales del ministerio de Gobierno, Alberto Lindow.

Uno de los datos que aportaron del organismo está vinculado con la asistencia educativa. A nivel nacional el 11,27% de los chicos (16 y 17 años) deja la escuela o nunca asistió. Mientras que en San Luis el porcentaje es del 9,63%. Entre 10 y 15 años, la media país es de 4,10% y la provincial del 3,79%.

Un desigual acceso a la educación condiciona el futuro, incluido en la capacidad para conseguir un empleo de calidad en el futuro.

“Educación tiene que buscar la manera de que ese niño tenga que volver a la escuela. No puede dejarla. A veces más que escuelas son comedores porque los niños comen ahí. Debemos buscar la manera de que no abandonen, por ejemplo, con la universidad, con voluntariados y darle el apoyo escolar o algún incentivo como puede ser deportivo. Por eso es necesario el trabajo en conjunto con las áreas para conformar la red”, sumó Lindow.

Director de Relaciones Laborales del ministerio de Gobierno, Alberto Lindow.

También precisaron que el trabajo infantil es dispar a lo largo de los departamentos. Donde hay mayores tasas son San Martín y Dupuy, y eso tiene que ver con las tareas rurales. Más allá de ello, se observan números en mayores cantidades en Pueyrredón y Pedernera por la densidad poblacional.

La pobreza estructural es otro aspecto que incide directamente y que los funcionarios le prestan especial atención. Los números del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (Indec) dieron cuenta que a finales del 2023 la pobreza infantil fue del 51,7% en el Gran San Luis. Esto quiere decir, que la mitad de los chicos puntanos afrontan problemas para acceder a los servicios y alimentos básicos.

Otras causantes de esta vulnerabilidad de derechos son los servicios de la seguridad social, las dinámicas familiares, las pautas culturales, el acceso a la educación, la desigualdad de género, entre otras.

“No olvidemos que San Luis hasta no hace mucho tenía a siete de cada 10 niños pobres y que la pobreza creció más de 30 puntos desde el 2017 al 2023, número nunca antes imaginado en la provincia. Todo va de la mano. También inciden aspectos como un PBI bajo, falta de trabajo, la informalidad y la situación de los padres con su nivel de estudio”, sostuvo Lindow.

Para comprender un poco más del tema hay que mencionar dos tipos de trabajos que involucran a los chicos. Aquellos que no están integrado a cadenas de valor y los que sí lo están.

El primero de ellos son estrategias de supervivencia o actividades de autoempleo realizadas de manera independiente. Incluye actividades de mendicidad, venta o servicios desarrolladas en la vía pública (limpia vidrios, venta ambulante, entre otras). Y la segunda son actividades productivas realizadas de manera organizada con o para otro eslabón de la cadena productiva. Es decir, la producción o la manufactura de materia prima que luego se pone al servicio de otro eslabón.

“Tenemos observadas las estrategias de supervivencia que son niños que vemos en la calle, que piden comida, dinero, que hacen malabarismo, que limpian vidrio y cuidan autos. Eso lo vemos permanentemente”, agregó el funcionario.

Otro aspecto sobre la mesa son las leyes. La normativa es clara: en la Argentina el trabajo de menores de 16 años está prohibido por la Ley 26.390 (año 2008) y se penaliza a quienes lo alientan (Ley 26.847, art. 148 bis, año 2013).

El rubro rural y la construcción son las actividades donde se observan la mayor cantidad de chicos en trabajo infantil.

Pero la problemática puede ir más allá y abarcar flagelos como la venta de drogas, servidumbre y hasta la explotación sexual: “Se ven casos así. Los niños son usados para el comercio de estupefacientes porque son inimputables. El gobernador de la provincia de Buenos Aires (Axel Kicillof), afirmó que ‘podía ser una salida laboral’. Es una locura”.

“Ahí tiene que actuar la seguridad, la fuerza pública, el Poder Judicial y el Legislativo para sacar las normas y las leyes que correspondan para luchar contra esto”, dijo.

La UCA elaboró un informe titulado “Indicadores de déficit en el desarrollo humano y social de la infancia en la Argentina (2004-2023)” del que se desprende que de 2007 a 2019 el trabajo infantil aumentó casi de manera sostenida.

La pandemia produjo una caída abrupta por el aislamiento, pero luego de eso comenzó a alcanzar niveles similares a la prepandemia.

El abordaje fino sobre los contextos familiares serán claves para afrontar el desafío para la erradicación. Aquí, el estudio de la vulnerabilidad y la cercanía del Estado pretende ser uno de los principales puntos a trabajar por parte de la Comisión.

“¿Qué hacemos si encontramos un niño en la calle trabajando? Ahí implementaremos los protocolos. Es fundamental el trabajo de Desarrollo Humano para ver dónde está ese niño. A veces no tiene familia bien constituida, les faltan los padres, no tiene a nadie, etcétera”, completó.

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