JUICIO CONTRA SOLALINDE
El fiscal pidió perpetua por femicidio: “No hay constancia de que fue atacado, sí una escena groseramente adulterada y un cuerpo arrastrado”
Ernesto Lutens mantuvo la calificación de homicidio doblemente calificado por mediar relación de pareja y violencia de género.
A las 11 arrancó la audiencia, y el primero en hablar fue el fiscal de Juicio, Ernesto Lutens. Más allá de hacer referencia a que se pudo acreditar la materialidad del hecho, la existencia de una relación de pareja y que Johana Galdeano fue una víctima de violencia, tiró por el suelo la posibilidad de que Juan Carlos Solalinde actuó bajo emoción violencia. Tampoco lo hizo por exceso en la legítima defensa. Pidió prisión perpetua.
Defendió la conclusión a la que llegó el equipo interdisciplinario de peritos, de que el crimen tuvo dos secuencias de disparos. También que el sindicalista alteró la escena del crimen y que le plantó un cuchillo en la mano: "No tuvo mejor idea que hacer eso.
Mantuvo la acusación de primera instancia, que es homicidio doblemente calificado por mediar relación de pareja y violencia de género (femicidio).
"No hay nada que pueda justificar esa reacción", sostuvo. Y aseguró que Solalinde "disparó porque quería, no porque sí".
Tuvo en cuenta que la escena fue alterada y que el cuchillo en la mano de la víctima fue plantado: "No tuvo mejor idea que hacer eso".
“La defensa trata de sembrar la hipótesis de crimen pasional, que como tal no existe más. Este es un femicidio. Cambió la sociedad, los paradigmas y las formas de interpretar”, consideró, y dijo que lo advirtió cuando declaró Eric Ponce, a quien Solalinde siguió cuando salió de la casa de Johana y le hizo saber que era el padre del hijo. Y también le sacó una foto desde adentro del auto para luego mostrarle a la víctima. Fue eso lo que despertó la bronca y la ira en su cuerpo.
“El imputado regresa y le empieza a recriminar. Esa relación (con Eric) nunca fue acreditada. No podemos hablar de infidelidad o algo similar porque la relación entre Solalinde y Galdeano ya estaba terminada”, expuso. Inclusive regía una orden de restricción en contra de ella a raíz de los incidentes previos, entre ellos las puntadas en la pared.
Expuso que entre este incidente y el final trágico sucedido alrededor de las 15:30 “había pasado un tiempo suficiente para que se calmara por la bronca que sintió, no había nada que pudiera justificarlo”.
Los mensajes de ese día eran premonitorios: “Hoy estoy dispuesto a todo.
No me cagas más la vida, y hasta tuvo tiempo de corregir una palabra mal escrita. Todo lo que sucede lo genera Solalinde, no lo genera Johana. Él es el que va a la casa, persigue a Ponce, regresa y la provoca para que fuera a su casa. Y él sabía que iría”.
Existía una orden de restricción de acercamiento hacia Johana, sin embargo no le importó, la citó porque quería hablar, la esperó, “agarró la pistola y le dio 5 tiros”.
Hizo referencia a las pericias psicológica y psiquiátrica. “Presenta elementos con egocentrismos a través del cual se encuentra centrado en sus sentimientos y necesidades, dejando en segundo plano lo que sienten los demás”. Marcaron que su comportamiento “era agresivo y que buscaba transgredir límites con violencia”; apuntaron a la “agresividad e impulsividad” cuando “produce una conducta para ocasionar daño”, y una marcada intolerancia a la “frustración” que puede originar enojo. “Un hombre sin sentimiento de culpa, ni arrepentimiento”, advirtieron.
“Más allá de la impulsividad estaba consciente, impulsivo pero reflexionaba y pensaba. Es inteligente, sabía lo que hacía. Naturalizaba la violencia, causar daño le daba satisfacción, gratificación. Por eso estaba furioso como un volcán, y era consciente de eso. Debemos distinguir una situación de irá con una emoción violenta, y no deben confundirse”, señaló el fiscal.
Describió que no existió el exceso en la legítima defensa: “No hay menor constancia o indicio de que Solalinde haya sido atacado, lo que hubo es una escena groseramente adulterada. El arrastre del cuerpo lo reconoce en la indagatoria. No corría peligro que justificara tres disparos ¿En el cuarto también se estaba defendiendo?”
Recordó que en la primera declaración dijo “que hizo un disparo y no se acuerda más nada, en la segunda que corrió el cadáver para buscar ayuda”.
Apuntó a la pericia de criminalística que hizo la defensa, que contradice a los profesionales oficiales: “Lo hizo en base a lo que dijo el imputado, no sobre elementos objetivos sino subjetivos”. Se opuso a la teoría de que la mujer se “autolesionó”, y manifestó que “no hubo ni exceso en legítima defensa”.
“Era la madre de su hijo. Cerrar el portón bastaba o llamaba a la Policía”, ya que había una orden judicial”, dijo. Tras ese momento, Lutens se levantó, pidió permiso y se acercó al Tribunal con el arma homicida: “Este fue el remedio a la situación, un revólver calibre 357 Mágnum. Con esto esperó a la madre de su hijo”.
Durante el alegato se mostró un video y se escuchó una conversación telefónica.
“Solalinde impecable, sabía adónde apuntar, sabía que estaba grabando no iba a incurrir en agresiones verbales. Las mujeres fuertes también son víctimas de violencia de género ¿Después de los golpes, de violencia sexual le podemos exigir que guarde compostura?”, completó.
Habló de los 3600 mensajes enviados al GPS que había instalado en el auto de la víctima: “Eso marca una obsesión que ya sabemos cómo terminó”.