Estuvo más de 3 años privado de su libertad y debutó en el Provincial de Boxeo: “Me sacó de todo lo malo, me hizo asentar cabeza y estimula a estar bien”
Es la historia de Nahuel Jameson, un pugilista que sueña con ser profesional y que después del momento más duro de su vida se aferró al deporte y encontró en el gimnasio El Luchador del barrio Eva Perón la contención social que necesitaba para salir adelante.
Nahuel Jameson tiene 33 años y vive en el barrio Tibiletti de la ciudad de San Luis. Por una causa federal, estuvo privado de su libertad durante 3 años y 8 meses. “Cuando estuve en ese lugar malo aprendí cosas buenas como carpintería, albañilería y electricidad y eso fue lo suficiente para salir adelante y no hacer cosas indebidas”, explicó a El Chorrillero.
Para Nahuel, fue difícil la adaptación nuevamente en la sociedad. Se sentía desorientado y solo, pero “gracias a mi profe (Sergio Medina) me pude reinsertar más rápido. Siempre me gustó el boxeo, fue lo que me sacó de todo lo malo, me hizo asentar cabeza y es lo que me estimula a estar bien, a seguir adelante porque es algo que me gusta”, subrayó.
Y agregó: “Le quiero dar gracias a Medina que gracias a él tuve las puertas abiertas del club donde encontré el boxeo que es una salida, paz mental, desahogo y te olvidas de todos los problemas”.
El viernes 26 de julio hizo su debut en el Campeonato Provincial de Boxeo Amateur “José María Gatica” en San Francisco del Monte de Oro. Acusó 69 kilos en la balanza y era un momento muy esperado en su vida.
“Lo ansiaba mucho porque era una meta, un sueño más en este deporte que me encanta, es una pasión”, indicó.
Entrena en el gimnasio El Luchador del barrio Eva Perón bajo las órdenes del profesor Sergio Medina.
“Mucha contención social me dio el boxeo. Somos una familia, todos compartimos, ganemos o no. El profe te estimula, te da ganas, fuerzas siempre al lado nuestro y el gimnasio es como mi segunda casa”, destacó Nahuel.
Reveló que se sintió marginado, pero agradece haber conseguido un empleo estable en mantenimiento en un salón de eventos. Trabaja 8 horas diarias a la altura de El Chorrillo y al recorrido lo hace en bicicleta, su fiel compañera.
Tiene dos hijas: Julieta y Agostina. A la hora de darles un mensaje y un aprendizaje, acentuó: “Que sepan que todo se puede, podemos cambiar nuestras vidas y hacer las cosas bien si queremos”.
Nahuel encontró contención social en un gimnasio. Asiste todas las noches a entrenar, tiene compromiso y se siente incentivado. En la próxima fecha en Sociedad Española, volverá a subirse a un ring, por ahora en el amateurismo, pero se entrena y ve entre ceja y ceja su pronta llegada al campo rentado.
Fotos Aldo Marchiaro Video Víctor Albornoz Edición Juan Ledesma